Capítulo 21.

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-¡No...! -exclamó ella perdiendo el color al comprender las consecuencias que ello le podría acarrear. -Si ocurre algo... lo cual, creo, es poco probable lo solucionaremos entre los dos, juntos -añadió el admirando sus labios abiertos y besándola lenta, dulcemente y con boca experta. Asustada por un instante ante la pesimista imagen de una vida arruinada por un embarazo no deseado Martina trató de pensar en algo más alegre. Llevaba veinticuatro horas viviendo fuera de la realidad, y no tenía ninguna prisa por volver a ella. -Tengo planes para ti –admitió Sebas entre beso y beso, mientras ella temblaba -. Vas a disfrutar de estar conmigo. Juntos hicieron un picnic sobre la cama. Comieron langosta y ensalada griega. Martina no había probado nunca la langosta, y estuvo a punto de desmayarse cuando la vio sobre el plato. No dejó de dar pequeños sorbos de vino hasta que Sebas tomó su vaso, y entonces ella lo imitó. Su ignorancia la hacía sentirse violenta y le recordaba lo diferentes que eran los mundos de ambos. -Gracias por lo que me dijiste antes en la playa - murmuró Sebas -. Me ha ayudado a ver las cosas con más perspectiva. Si mi padre o yo hubiéramos sospechado en algún momento el poco tiempo que nos quedaba habríamos corrido a reconciliamos. La gran ironía de la vida es que en realidad yo ya estaba trabajando en esa dirección. -¿En qué sentido? -Esa conversación que oíste -le recordó Sebas -. La empresa que había planeado comprar perteneció a mi padre, él la había perdido hacía tiempo. Pensaba ofrecérsela como una rama de olivo. -¡Oh, Sebas! -suspiró ella enternecida-. Por eso era tan importante que te acompañara. -Pero aún tengo mis recuerdos. Mi padre era una persona fuerte, vital. Vivía la vida plenamente. Y no hubiera querido que lo recordara con tristeza. -Explícame la importancia de esa conversación que escuché -lo invitó ella tratando de evitar la tristeza y la oscura vulnerabilidad de sus ojos y de distraerlo. -Digamos que tenemos dos empresas, A y B -comenzó a explicar-. Primero compras el stock de la empresa A, y después dejas correr el rumor de que estás interesado en adquirirla. Los precios de ese stock suben. Entonces vendes el stock a un precio más alto. Y luego, sin previo aviso, te lanzas sobre la empresa B, en la que los valores del stock no se han incrementado, y te sitúas como propietario de una empresa a un buen precio -Es enrevesado. -Sí, así es como me consideran en los negocios - confirmó Sebas sin ofenderse lo más mínimo -. Pero si mis verdaderas intenciones salieran a la luz el precio del stock de la compañía B se dispararía y no compraría. Martina apartó los platos de la cama. Cuando volvió al dormitorio Sebas estaba dormido. Su corazón, que se había derretido como el caramelo, volvió a agarrotarse al verlo. Parecía exhausto, pero mucho más en paz de lo que lo había estado a lo largo de todo aquel día. Por una vez en su vida Martina se iba a dejar llevar. Por norma era muy precavida, prefería verlo todo en nítidos tonos blancos y negros antes de arriesgarse. Pero en esa ocasión era demasiado tarde...

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora