Capítulo 35.

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Martina se ruborizó, hipnotizada por su proximidad. Levantó una mano sin darse cuenta y trazó con el dedo la sensual y prohibida curva de los labios de Sebas diciendo: -No puedo resistirme... y tú lo sabes -reconoció desesperada por que él la besara. Pero Sebas se echó atrás. -Te llamaré mañana. Martina parpadeó perpleja al ver que la dejaba libre. ¿Cómo era posible que Sebas quisiera casarse con ella? -No puedo dejar que te cases conmigo -dijo de pronto. -Pues yo no pienso casarme con una mujer que lo discute todo. -No bromees con cosas tan serias -rogó ella. -Tú y yo... funcionará -aseguró Sebas con voz espesa. -Sí pero... ¿serás feliz? -insistió ella obsesionada con aquella pregunta cuando, en el fondo, lo único que deseaba era arrastrarlo de inmediato a la primera iglesia. Sebas gruñó lleno de frustración. -Es evidente que debería de haberte hecho una proposición en regla, con una romántica cena, flores, anillo... -No, esas cosas no son importantes -contestó Martina haciendo una mueca. -Entonces es que mi proposición ha debido de ser excesivamente torpe -explicó sebas con ojos brillantes y rasgos ansiosos-. Quiero casarme contigo, Martina. Y la única palabra que necesito oír ahora es sí. -Sí.. -respondió Tini casi sin darse cuenta. -No ha sido tan difícil, ¿no? -la media sonrisa de Sebas hizo estallar el corazón de Tini. Luego él se volvió y miró el reloj-. Y ahora me temo que tengo que irme directo al aeropuerto. Nos vemos mañana. -¿Y qué pasa esta noche? -preguntó Martina mientras salía del coche. -Estaré ocupado. -Está bien, lo comprendo -asintió Martina ruborizada, mintiendo. Sebas se marchó y ella sintió que le habían sucedido demasiadas cosas aquel día como para poder siquiera pensar. Le parecía mentira que Sebas le hubiera pedido que se casaran y que ella le hubiera contestado que sí. ¿Acaso los cuentos de hadas se hacían realidad? él quería casarse con ella, pero no la amaba. Sin embargo el amor acabaría por surgir en él, pensó decidida a no echar a perder su felicidad.

Al día siguiente, por la tarde, una limusina se detuvo delante de la librería. Martina creyó que Sebas había vuelto antes de lo esperado, pero enseguida se puso tensa al ver que Helena salía del vehículo y entraba en la tienda. -¿Hay algún lugar en el que podamos hablar? -inquirió la griega a modo de saludo. Tini, desconcertada ante aquella exigencia desdeñosa, se ruborizó. -Lo siento pero, ¿de qué se trata...? -Podemos hablar en mi coche -continuó Helena girándose y saliendo de la tienda, esperando, evidentemente, que Martina la siguiera. Martina vaciló. No le gustaba que la trataran de aquel modo, pero al fin y al cabo Helena era pariente de Sebas, y si se había molestado en buscarla era porque conocía la situación y tenía algo que decir. Martina tomó su chaqueta y salió. El chofer le abrió la puerta. Helena la escrutó durante unos instantes antes de decir: -¡Dependienta de una librería y mujer de la limpieza! ¡Sebas debía de estar verdaderamente perturbado aquella noche en Chindos! Confieso que no me gustó que te llevara el otro día al funeral de su padre, pero en tan penosas circunstancias estaba dispuesta a hacer la vista gorda sobre una pequeña indiscreción... -¿Pequeña indiscreción...? -inquirió Tini ruborizada, elevando el mentón -. ¿Y por qué ibas tú a hacer la vista gorda en relación al comportamiento de Sebas? -Los hombres siempre serán hombres. Yo quiero mucho a Sebas, por supuesto, pero no soy una persona celosa. Ni soy tampoco posesiva en lo relativo al sexo. Siempre supuse que Sebas tendría una amante después de nuestro matrimonio... -¿Su matrimonio? -la interrumpió Tini incrédula. -No lo sabías, ¿verdad? -rió Helena observando su confusión-. Sebas y yo estamos comprometidos prácticamente desde la cuna. Toda nuestra vida hemos sabido que algún día nos casaríamos... -No... ¡eso no es verdad! -la interrumpió Tini temblorosa-. Sebas me lo hubiera dicho... -añadió mientras su voz se iba debilitando y recordaba la conversación que había tenido con él en la playa. -¿Y por qué iba a decírtelo a ti? Tú no eres sino una más de la larga lista de diversiones de Sebas, ninguna de las cuales tiene verdadera importancia para su vida -replicó Helena-. Si pertenecieras a nuestro círculo social sabrías que nuestras familias llevan tiempo esperando el momento de anunciar formalmente nuestro compromiso. La neblina de la confusión se había aclarado por fin en la mente de Tini. Se sentía absolutamente hundida, traicionada, enferma de dolor y de mortificación. Helena Teriakos no era la pariente cercana que ella había supuesto. Sebas tenía concertado su matrimonio. Y sólo él podía haber llamado a eso «escoger a una compañera con inteligencia». Anibal  Padre, por supuesto, tenía a una candidata en mente cuando presionó a su hijo para que se casara. Y Sebas le había contestado que «aún no estaba preparado». Estaba demasiado ocupado pasándoselo bien con bellas y apasionadas mujeres como para casarse. Y mientras tanto Helena esperaba pacientemente. -Lo que no comprendo es cómo puedes aceptar que Sebas esté... con otra mujer -tartamudeó Martina impotente.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora