Capítulo 53.

505 38 5
                                    



-¿Una maleta? Martina se sentía
poseída por una necesidad imperiosa de mantenerse ocupada. Sebas estaba minando su resistencia, y ella estaba decidida a que eso no ocurriera. Tini dio un paso adelante y estuvo a punto de caer ante una montaña de ropa tirada en el suelo. Miró para abajo y vio que era de Sebas. La sorteó y pasó al lado de él. Pero entonces Sebas la agarró de la mano. -¡Tienes que escucharme! -¿Me escuchaste tú a mí? ¡No, cuando trataba de explicarte lo que ocurría tú siempre decías o que estaba celosa o que estaba irritada a causa del embarazo! ¿Pues quieres que te diga algo, Sebastián ? Ahora no me ocurre nada de eso, ahora lo que me ocurre es que estoy al límite de mi paciencia. ¡Suéltame! Sebastián la soltó. La ira coloreaba sus duras y masculinas mejillas, pero era el dolor escondido en sus ojos oscuros lo que emocionó a Martina y la dejó atónita. -Siento todo esto mucho más de lo que jamás imaginarás -respiró él. Pálida y temblorosa, Tini comenzó a buscar una maleta. Era una locura, era absolutamente irracional seguir haciendo la maleta en medio de aquel torbellino sentimental, pero no podía soportar ver a Sebas herido. Y todo por culpa de aquella lagarta, que le había sorbido el seso. Martina se estremeció. Por fin encontró las maletas. -Deja que te la baje yo -se ofreció Sebas quitándosela de las manos. -¿Sabes?...aún no eres consciente, pero antes o después te darás cuenta de la suerte que has tenido librándote de mí -musitó ella en voz baja, apresurándose a volver al dormitorio que nunca compartirían. - Tini... por favor, siéntate para que podamos hablar -insistió Sebas con una humildad casi patética-. Necesito contarte cosas sobre Helena. Martina se sintió tan perpleja ante aquel ruego que se derrumbó al borde de la cama. Quizá Sebas necesitaba un hombro en el que llorar, ¿pero por qué tenía que ser el de ella? Entonces lo comprendió. Sebas quería hacerle una confesión completa. Su conciencia no se conformaba con menos. Estaba a punto de escuchar una confesión que la deprimirían durante los próximos treinta años. Sebas la observó en silencio y dejó la maleta. Luego se aclaró la garganta. -Yo... -¿No podrías tratar de abreviar? -rogó Tini. Sebas se puso aún más tenso. Su aspecto era tan lamentable que Martina se compadeció. Tenía que enfrentarse, por fin, a aquella declaración. Sebas había amado a Helena. Quizá en ese momento sintiera repulsión hacia ella, pero la había amado. -Mi padre me dijo por primera vez que Helena sería una maravillosa esposa para mí cuando yo tenía cinco años. -¿Cinco años? ¿Y cuántos tenía ella? -Ocho. - ¡Cinco años! ¡Dios de mi vida, eso es lavar el cerebro! -exclamó Tini. -Mis abuelos murieron en un accidente automovilístico cuando mi padre era aún joven. Él se crió con la familia de su padre. Y tienes que comprender que a él le enseñaron a sentirse avergonzado de la familia de su madre, que era más humilde. -¿Quieres decir que lo criaron para que fuera un completo snob? - Sebas asintió-. Y él quería asegurarse de que tú no fallabas en ese sentido, ¿no es eso? - Sebas volvió a asentir-. Así que desde pequeño te adoctrinaron en la creencia de que Helena sería tu futura mujer. -Sí, en un futuro que yo no dejaba de posponer - respiró Sebas hondo-. No podía ni siquiera confesarme a mí mismo que no me gustaba Helena... -¿Que no te gustaba Helena? -lo interrumpió Martina atónita. -¿Es que a ti te resultó agradable cuando la conociste en Chindos? -No, pero... -Nunca supe poner ninguna pega a su comportamiento -continuó Sebas endureciendo su expresión-. Todos se pasaban el día halagando su comportamiento ante mí, y es cierto que tiene muchas virtudes. Forjaron mi mente de modo que siempre creí que tenía que casarme con ella. -Así que decidiste casarte con ella y tener una amante que te resarciera. Sebas comprendió que aquello era una rabieta de Tini y la miró con una expresión de reproche. -Ese tipo de matrimonios no es tan raro en el mundo en el que yo vivo. Nunca supe qué me iba a perder hasta el día en que te conocí. -Eso no puedo creerlo -suspiró Martina. -Bueno… es cierto que hubo unas cuantas mujeres en mi pasado -admitió Sebas -, pero ninguna me caló tan hondo como tú. Tú y yo tuvimos aquella primera noche mágica y luego yo lo eché todo a perder. Pero no podía permanecer lejos de ti... -Así que te casaste conmigo y volviste a echarlo todo a perder -terminó Tini por él. Sebas se acercó a ella y levantó los ojos para observarla. Luego alzó las manos tratando de tomar las de Martina, pero ella las retiró. Sebas torció la boca. -La noche en que me dijiste que estabas embarazada comprendí que estaba enamorado de ti... completamente loco por ti.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora