Capítulo 27.

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A mediados de la semana siguiente Martina le dijo al señor Barry que había fijado una cita con el encargado de la sucursal del banco. -¿Y eso? - Para pedir el crédito y comprar la librería -explicó Tini sonriendo. -Deja eso para más adelante, Tini. -Bueno, supongo que puedo cancelar la cita - murmuro ella molesta. -Sí, es lo mejor -aconsejó el señor Barry mirando unos libros y marchándose enseguida a casa sin más explicación. Martina frunció el ceño. El señor Barry siempre había estado deseoso por retirarse. ¿Acaso había cambiado de opinión? Horace Barry le había dado a entender que si le hacía una buena oferta para finales de ese mismo año la librería era suya. Sin embargo Martina no quería hacer una montaña de un grano de arena. No le haría ningún daño esperar. Pasaron dos semanas más. El señor Barry siempre había sido una persona callada, pero durante ese tiempo se mostró incluso evasivo. Distraída y preocupada, Martina miró una noche el calendario. Fue entonces cuando, con retraso, notó que tenía otra cosa más importante de la que preocuparse. Posiblemente fuera el estrés y las noches en vela lo que le habían provocado aquel retraso en su ciclo menstrual. Llevaba una semana de retraso. Pero cuanto más pensaba y se preocupada por la posibilidad de estar embarazada más fácil le parecía. Aquella misma noche, al entrar en el edificio de la Yatra International, Tini lo vio a Sebas por primera vez en el plazo de casi tres semanas. Alto, moreno, bien vestido, se dirigía al ascensor con otros tres hombres. El susto la obligó a dejar de respirar. Se detuvo de pronto, involuntariamente, y comenzó a sudar. -¿Qué tal estás, Tini? -inquirió él con la mayor naturalidad. Tini parpadeó con la mirada fija en el suelo y levantó el rostro lentamente. Su enormes e incrédulos ojos se centraron en Sebas, parado junto a ella, mientras el corazón le latía como un loco. Unos ojos marrones la miraban insondables. -Parece como si acabaras de ver un fantasma - continuó Sebas en un murmullo. Martina observó que los tres ejecutivos esperaban a Sebas sujetándole la puerta del ascensor, atentos a la escena. Aquello la hizo reaccionar. -¡Vete, por el amor de Dios! ¡Se supone que no me conoces! -¡Da igual lo que haga, todo te parece mal! ¿Por qué tendrán que ser las mujeres tan irracionales? -¿Y por qué serán los hombres tan increíblemente estúpidos? -respiró Tini apresurándose a pasar por su lado con la cabeza gacha. Antes de escapar, no obstante, Martina notó que había cerca otras mujeres de la limpieza. Y todas la miraban. Entonces sintió que se hundía. Cuando más tarde bajó a disfrutar de su descanso habitual se sintió muy incómoda. Nada más llegar ella se produjo un silencio, y hubo miradas y murmullos cuando se marchó. ¿Pero qué otra reacción hubiera podido esperar de sus compañeras de trabajo? Camila Gallardo  la siguió hasta el ascensor. -¿Podemos hablar tú y yo? - Martina asintió-. Martina, las chicas han estado atando cabos y han llegado a ciertas conclusiones antes incluso de que comenzaras hoy a trabajar. Todo el mundo sabe que cambiamos de planta aquella noche y que desapareciste una semana. -Pues no creí que le interesara a nadie. -Por lo general no, pero algunas chicas habían comentado precisamente cómo te parecías a la castaña que salió en los periódicos con el señor Yatra. No es que nadie sospechara, pero hoy... esa forma de detenerse el señor Yatra y de acercarse a ti... es tan sospechosa... -Yo haré que dejen de murmurar. -Hace un par de semanas el señor Yatrs pasó por mi lado y me saludó. ¡Me llamó por mi nombre! Fue la primera vez en la vida. Algo ha cambiado, de alguna forma. Antes hubiera jurado que ni siquiera sabía cómo me llamaba, te aseguro que siempre he pensado que ni siquiera me veía -suspiró-. No tengo tiempo para los rumores, Martina. Eres tú quien me preocupa... -Yo estoy bien... estoy más triste, y soy más madura -le confió Tini mientras el ascensor de servicio llegaba a su planta. -Me gustaría poder ayudarte... -añadió Cami con una mueca. -Ya no soy una niña, Cami. Una sola noche podía cambiar el curso de una vida. Su madre había sido una madre soltera, y nadie mejor que ella sabía lo difícil que era criar a un hijo en esas condiciones. Pero probablemente estuviera siendo demasiado pesimista. Tini decidió comprar un test del embarazo y hacérselo al día siguiente. Sería más rápido que esperar a la cita del ginecólogo. Estaba saliendo de uno de los ascensores de la octava planta cuando se abrió otro en la zona de recepción. Volvió la cabeza esperando ver al guardia de seguridad y se quedó helada. Sebastian Yatra caminaba a grandes pasos hacia ella. Martina se dio la vuelta y comenzó a abrillantar el suelo con el aparato eléctrico, decidida a seguir con su trabajo. La máquina se puso en marcha pero de pronto se paró, como sin fuerzas. Martina se volvió. Sebas la había desenchufado y la miraba con ojos desafiantes. -Deja de huir de mí.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora