Capítulo 39.

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-¡Te estás comportando como un salvaje, Sebas! - gritó Tini. Sebas soltó por fin a Ricky con un gesto de desprecio. Luego observó a Martina con ojos brillantes y llenos de reproches. -Y tú pregúntate a ti misma de quién es la culpa. Te he visto besándolo... -En la mejilla -se apresuró a decir Ricky tratando de recuperar el aliento-. ¿Sabes? Podrías tener problemas si te acusara de asalto. -Haz lo que te dé la gana -replicó Sebas sin prestarle atención. -Y más aún si voy a los periódicos a contar cierta historia -musitó Ricky. -Tú lo que le mereces es un buen puñetazo por haberte aprovechado de esa información que oíste en la oficina -intervino Tini por fin. -¿Éste es... Ricky Bolton? -preguntó Sebas tras una pausa, helado. Ricky hizo gala entonces de su instinto de supervivencia y desapareció de improviso en su coche. En un minuto se había ido. Martina se estremeció. No podía dejar de mirar a Sebas. Su pelo negro brillaba a la luz de las farolas. -¡Ricky Bolton! ¿Qué diablos estaba haciendo él aquí? -¡Vamos, por favor! -gimió Martina -. Sólo pasaba por aquí. Y no me importa lo que pienses de lo que has visto. ¡No tienes derecho a comportarte como un bruto! -¡Cristos! ¿Cómo crees que me siento al verte con otro hombre? -gruñó Sebas-. ¡Me dijiste que me mantuviera alejado de ti, me estás tratando como si tuviera la lepra! ¡No puedo soportarlo más! -Es que no sé qué va a ocurrir ahora –confesó Tini. -Pues yo sí... -respiró Sebas alargando los brazos para levantarla y posar su boca sobre la de ella..

Aquel fiero y exigente beso dejó a Martina atónita y tambaleándose. El crudo deseo de Sebas le hizo perder el control, desató todas las emociones que ella tanto había luchado por gobernar. La cabeza le daba vueltas, el corazón le latía acelerado, y la excitación comenzaba a atenazarla. Tini se estremeció, se agarró al fuerte y musculoso cuerpo de él, gimió desde lo más profundo de su garganta y se agarró a sus hombros. Sebas se apartó. Sus ojos brillaban como el fuego mientras contemplaba el rostro de Tini -Siempre consigues sacar el animal que hay en mí, pethi mou -dijo con voz ronca entrando en la tienda y dejándola en el suelo-.¿Dónde está el sistema de alarma? -¿La... alarma? -repitió Martina desde otro mundo. La encontró, la encendió y apagó las luces. Luego tomó el bolso de Tini y la sacó fuera. -¿Qué estás haciendo? -Vamos a ir a cenar y a hablar. -Pero si no estoy vestida para... -Llevas ropa encima, ¿no? Estás maravillosa -añadió Sebas obligándola a entrar en el Ferrari sin mirarla siquiera. El rincón del restaurante en el que se sentaron estaba vacío. Martina levantó la copa de vino. Sebas la miró, pero luego levantó una mano y le quitó la copa. -¡No puedes beber eso! -¿Y por qué no? - ¡Estás embarazada! Es mucho mejor que no bebas nada de alcohol. ¿Es que no lo sabías? -¿Y por qué iba a saberlo? -Bueno, pues porque eres una mujer... -¿Y? -Se supone que una mujer sabe ese tipo de cosas - explicó Sebas frunciendo el ceño. -Bueno, pues yo no. Tengo veintiún años, estoy soltera y mi único objetivo en la vida es... bueno, era... -musitó Martina en voz baja-. ¿Por qué iba a interesarme lo que debe o no hacer una mujer embarazada? -Pues no lo sé pero... ocurre que Nathan me dio este libro. Es para futuros padres, como yo -explicó Sebas encogiéndose de hombros tras ver la expresión de extrañeza de Tini -. Sólo lo he hojeado un poco. Martina estaba segura de que Sebas había leído cada palabra. Aquello la conmovió. Él había hecho un esfuerzo mayor que ella, que además trabajaba en una librería. -Quieres de verdad a este niño, ¿no es eso? -Sólo si tú también entras en el lote. -¿Y qué significa eso? -Que por tu forma de comportarte ya no sé qué esperar. No quieres estar embarazada, no quieres estar conmigo... excepto en la cama -se corrigió Sebas con una mirada desafiante. -Eso no es cierto... sí que quiero a este niño -lloró-. ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué estoy llorando? -Ahora estás muy alterada por tus hormonas, eso te pone muy sentimental -aseguró Sebas alargando una mano hacia ella. -¿Y has leído también en ese libro que me pondría cabezota? -No, pero recomienda al padre mostrarse comprensivo y tratar de apoyar a la madre. -Tú no tienes tacto. Una sonrisa divertida curvó los sensuales labios de Sebas. Martina sintió que su corazón se aceleraba. Era tan atractivo que no podía apartar los ojos de él. -Todavía quiero casarme contigo -declaró Sebas -. Pero si tú tienes una solución mejor, dímela... mientras no implique que vayas a tener al niño en una sillita todo el día, detrás del mostrador... -No, no es eso lo que deseo.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora