-No es precisamente el modo en el que me hubiera gustado anunciar la llegada de nuestro primer hijo -comentó Sebas en voz baja y cargada, apenas contenida. -No... -Si me hubieras avisado de cuánto escándalo había en tu pasado quizá habría podido protegerte y ocultar al menos una parte. Martina se estremeció al escuchar cierta censura en el tono de voz de Sebas, pero al leer el artículo no pudo reprochárselo. Resultaba nauseabundo. Habían incluido en él toda la cruda verdad, pero también un montón de mentiras y de exageraciones. -Para empezar ni siquiera tenía idea de que tu madre y tú estuvierais casi marginadas en la ciudad en la que vivían. - Sebas... era una ciudad muy pequeña, y mi madre era una madre soltera... no era aceptable para la gente - contestó ella aclarándose la garganta, a punto de llorar-. Y mi abuelo murió debiendo un montón de dinero a los comercios locales. Es imposible que contara con la simpatía de la gente en esas circunstancias. Además, cuando los vecinos veían a mi padre... bueno, todo el mundo sabía que estaba casado. -¿Por qué no me dijiste que tu padre rechazó a tu madre y se casó con una secretaria joven al poco de morir su primera esposa? -inquirió él. Sebas parecía concentrarse en sus tristes antecedentes más que en las ofensas y crueles comentarios sobre su situación actual. Decían de ella que era una cazafortunas que había conseguido echarle el lazo a un hombre rico y que se había aferrado a él con las dos manos. Aquello la ponía enferma. - Tini... -insistió Sebas. -Bueno, para ser sinceros... no es algo que me guste recordar precisamente - tartamudeó ella herida -. Mi padre ni siquiera se molestó en decirle a mi madre que había otra mujer en su vida, ella se enteró por los periódicos. Y se quedó destrozada. -Sí, pero yo hubiera preferido saber por ti que se quitó la vida. -¡Eso no es cierto! -gritó Martina volviéndose hacia él temblorosa y enfadada-. Estaba tomando medicamentos para la depresión, vivía en su pequeño mundo interior. Un día salió a la calle y llegó a un cruce casi sin mirar, y fue entonces cuando la atropellaron. Sebas la observó con ojos ardientes y puños cerrados. -Tú entonces tenías dieciséis años. ¿Cómo te las arreglaste sola siendo tan pequeña? -Mi adorado padre mandó a su abogado para que arreglara todo lo del funeral. Él no asistió, por supuesto. -Y luego, ¿qué? ¿Por qué dejaste el colegio? -¿Qué otra alternativa tenía? -preguntó a su vez Tini sorprendida. -Tu padre debería de haberse asegurado al menos de que completaras tu educación... -¿Y por qué iba a hacerlo después de pasarse dieciséis años demostrándome que yo no significaba nada para él? Tenía miedo de que su mujer descubriera mi existencia y lo echara de casa. Todo el dinero era de ella -explicó Martina. -¿Entonces qué hiciste cuando murió tu madre? -Vivíamos en un piso de alquiler, así que lo vendí todo y me marché a Londres. Estuve en un albergue hasta que encontré un empleo con el señor Barry. Y al año siguiente él me ofreció la casa de encima de la librería. Sebas, ¿por qué estamos hablando de mi infancia? -preguntó Tini observándolo irritada-. Yo nunca te he contado ninguna mentira. Quizá no te contara todos los detalles, pero no te he ofendido. -En este momento desearía estrangularte -confesó el con ojos brillantes-. Preferiría hablar de otra cosa, quizá así vaya calmándome. Martina frunció el ceño llena de confusión. ¿Acaso la culpaba a ella por el artículo? ¿Pero cómo podía hacer algo así? ella finalmente se lo preguntó, segura de haberlo interpretado mal. -¡Por supuesto que te culpo! -replicó Sebas lleno de ira ante una pregunta que evidentemente consideraba estúpida. -Pero... ¿por qué? -Te han seguido la pista, Tini. Si ahora mi imagen no es buena es porque tú, con tu falta de discreción, nos has traído toda esta infamia a los dos. -¿Falta de discreción? -repitió Martina pálida. -¡Nathan ni siquiera le contó a Sally que estabas embarazada! Sabe que su mujer es una cotilla. Y ahora yo me entero de que mi mujer no sabe guardar un secreto. ¿A cuánta gente has ido contándole que estás embarazada? -¡A nadie! -No puede ser, se lo tienes que haber dicho a alguien, pongo la mano en el fuego por Nathan. La prensa nunca habría podido enterarse de todo esto tan deprisa si no hubiera sido porque ha salido de tu boca. Tini recordó entonces haberle dicho a Ricky Bolton que esperaba un niño e, inmediatamente, se ruborizó. Sebas la observaba atento, sin perder detalle. Pero la mente de Martina siguió reflexionando acelerada. Ricky conocía su embarazo, pero no sabía nada sobre su infancia. De pronto se quedó inmóvil y lo comprendió todo de súbito. No podía creer que hubiera sido tan estúpida como para no adivinar antes quién estaba detrás de todo.