Capítulo 38.

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Martina continuó con su vida normal durante la semana siguiente de un modo automático. Anhelaba y odiaba a Sebas al mismo tiempo, y se sentía por completo apartada del mundo. Él la llamó a diario, pero Tini llegó incluso a colgar el teléfono sin ni siquiera responder. No confiaba en sí misma, se sentía vulnerable. Saber de la existencia de Helena Teriakos la llenaba de celos, de mortificación y de culpa, pero comprender que Sebas confiaba en ella infinitamente más la destrozaba. ¿Acaso Sebas ignoraba sus propios sentimientos? Había rechazado a Helena en una ocasión. ¿No sería irónico que descubriera cuánto la valoraba justo cuando tenía que renunciar a ella? Ella nunca hubiera podido ser para Sebas más que una segunda y pobre alternativa, y sin el embarazo él nunca le hubiera ofrecido nada más que una aventura. Aquel fin de semana el sobrino de Horace Barry, Joe Barry, la llamó para contarle que su tío tenía un constipado y no iría a la librería. El domingo Tini fue a ver a Cami para explicarle que no volvería a trabajar al edificio Yatrq. -Haces bien en no volver, Martina. Algunas chicas están muertas de envidia. -Pues si supieran cómo estoy no lo estarían. Todo ha terminado, Cami. En realidad nunca comenzó. -Pues él está que arde, lo está poniendo todo patas arriba. Los ejecutivos de la última planta dicen que está verdaderamente de mal humor... -No quiero oír hablar de él,Cami, en serio. Al llegar a casa le esperaba una sorpresa. El sobrino de su jefe, un pomposo hombre de unos cincuenta años, estaba sentado en la oficina de la trastienda revisando las cuentas. Y, lo que era aún peor, le confesó que en realidad lo que quería era verla a ella. Joe Barry le informó a Tini de que su tío se había retirado y de que él personalmente se haría cargo del negocio. Era lo último que le faltaba. -Pero si usted ya tiene un trabajo... –musitó Tini. -Voy a acogerme al retiro anticipado. Pretendo invertir bastante dinero en remodelar todo esto, así que... siento tener que comunicártelo, pero no voy a seguir necesitando tus servicios. -¿Cómo dice? -inquirió Martina casi en un susurro. -Que no necesito a ninguna dependienta a jornada completa. -¿Pero sabe usted que su tío acordó venderme el negocio? -preguntó de nuevo ella. -Mi abogado me ha asegurado que si no hay testigos ni nada escrito es casi imposible que pruebes que eso es cierto. -Pero... -Mi tío debería de habértelo dicho hace semanas, no puedes culparme a mí de que a él le diera miedo contarte que había un cambio de planes. Es natural que la familia prefiera que el negocio quede en casa. Por supuesto te pagaremos todo lo que te debemos. Te estoy avisando con un mes de antelación... ¡Ah!, y... también esperamos que dejes la casa de arriba. Nunca hicisteis contrato de alquiler, y yo la necesito para otros fines. -Me iré mucho antes -contestó Martina alzando la cabeza, tensa y temblando. Tras aquella conversación Joe Barry se marchó. Eran sólo las seis. Tini se dejó caer sobre un escalón, al pie de las escaleras. Tras cinco años sin apenas vacaciones y un salario ínfimo ése era el trato que recibía. Había demostrado ser una estúpida concibiendo aquellos sueños. Era el momento de hacer nuevos planes. Comenzó a subir las escaleras y justo entonces llamaron a la puerta. Tini se volvió y vio Ricky Bolton por el escaparate. No podía creerlo. -¡Vamos, Tini......ábrete, Sésamo! -¿Cómo has sabido dónde vivía? -preguntó ella al abrir. -Eché un vistazo a los archivos antes de cambiar de trabajo. Llevo años pensando en llamarte, pero ya sabes cómo son estas cosas... -¿Demasiadas mujeres y demasiado poco tiempo? -Sí, eso es, bueno, no puedo evitar ser tan famoso. No, seré sincero, la verdad es que he estado saliendo con una chica que... -Cuenta, cuenta... ¿qué quería?, ¿otra cita? -¿Podría... quieres que pase dentro?, hace frío. -No lo creo oportuno, Ricky. Te comportaste como un tonto en la Empresa Yatra International. He oído decir que te marchaste en circunstancias no muy claras, ¿es eso verdad? -¡Por supuesto que no! -la contradijo él sonriendo satisfecho-. He tenido suerte y he conseguido ascender, eso es todo. -¿Y sigues estando en ese nuevo trabajo? -inquirió Martina sin poder resistirse, preguntándose si Sebas tendría razón. -¡Claro que no! ¡Me he marchado de allí también! Era una empresa que no me convenía, ya me entiendes. ¿Quieres que demos una vuelta en mi coche? -Estoy embarazada, Ricky. -¿Que estás... qué? ¡Dios mío!, ¿qué ha ocurrido? -Pues... -¡Demonios! ¿Y quién es el padre? ¿Dónde está? - Tini se encogió de hombros-. Ya comprendo. Bueno, bien... quizá vuelva a llamarte... el año que viene o algo así -musitó Ricky-. O quizá nunca. No estoy para niños en esta época de mi vida. -Gracias por tu sinceridad -respondió Tini impotente y divertida, poniéndose de puntillas y besándolo en la mejilla Ricky rió extrañado, bajó la cabeza y, con las manos sobre los hombros de ella, murmuró algo en su oído. Un segundo más tarde algo lo apartó violentamente de Tini. Ella levantó la cabeza y llegó justo a tiempo de ver a Sebas insultándolo en griego y arrojándolo contra la pared tras darle un puñetazo. -¡Ya basta! –gritó Martina. -¡Apártate de ella! -gritó Sebas acorralándolo -. ¿Me oyes? ¡O te apartas de mi mujer o te las verás conmigo!

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora