Capítulo 15.

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La sirvienta la llevó hasta un ascensor que había en el vestíbulo. Bajaron en él y luego atravesaron un corredor que las llevó directas al jardín. Intrigada, Martina siguió a la chica por un sendero en pendiente hasta un pequeño edificio justo a la derecha de una franja de arena dorada. Era un lugar de ensueño. El interior estaba maravillosamente fresco. Era una especie de casa de invitados, pensó Tini admirando el espacioso salón. Con grandes ventanas y contraventanas que la protegían del sol, cómodos sofás y suelo de mármol. No había cocina, sólo un frigorífico escondido y bien surtido. Y dos dormitorios con baño tipo suite. Sus bolsas de ropa estaban de hecho ya en uno de ellos.

Martina aprovechó la oportunidad para tomar una ducha y tratar de olvidarse de todo. Sin embargo Sebas volvía a su mente una y otra vez. Su imagen se mantenía ahí, negándose a desaparecer. De pronto recordó la forma en que se había acercado a pasos agigantados hasta ella y se echó a temblar negándose a analizar su propia respuesta. « ¿Por qué quiero estar contigo justo ahora?», había preguntado él incrédulo. ¿Y por qué lo había esperado ella conteniendo el aliento? Aquélla no era la forma en que tenía por costumbre comportarse con el sexo opuesto. De hecho Sebas debería de haberse hundido como una piedra bajo el peso de sus prejuicios. Martina siempre desconfiaba de los hombres atractivos, y era muy consciente de que los hombres ricos veían a las mujeres como trofeos. Su propio padre había sido uno de ellos. Sin embargo de pronto se veía forzada a admitir que ni siquiera sus más fuertes convicciones tenían porqué influir sobre su comportamiento. Sebas irradiaba magnetismo, aunque eso no excusara el hecho de que se hubiera comportado como una colegiala. En la vida real Cenicienta hubiera contemplado a su príncipe de lejos, fuera de su alcance, bailando con una princesa. No, Sebastisn Yatra no era un ser superior para ella, pero era una persona tan fría, despiadada, dura y con tan alto estatus que resultaba completamente fuera de su alcance. Se sentía atraída hacia él, eso era todo. Martina se puso el camisón de tirantes y salió fuera. La sirvienta volvió a aparecer con una bandeja. Tini comió con apetito y luego se acurrucó en el sofá para caer dormida. La llegada de otra bandeja de comida fue lo que la despertó. No tenía hambre. El sol comenzaba a ponerse, no podía creer que hubiera estado durmiendo toda la tarde. No iba a poder dormir durante la noche, y era una lástima no haber aprovechado para salir a pasear y ver la playa. Tini rebuscó por entre los CDs almacenados junto al equipo de música. Sonrió para sí misma y puso uno de flamenco recordando las interminables clases que su madre le había obligado a tomar. Bailar era el mejor modo de exteriorizar las emociones. Dejó que el ritmo invadiera su cuerpo y fluyera por él creando una serie de movimientos experimentales y después relajó los músculos. Entonces, justo con el ritmo más rápido, se dejó llevar por la pasión de la música. Su respiración era entrecortada y rápida, tenía los músculos tensos y la piel sudorosa. De pronto, al terminar la música, Martina se detuvo. Dejó que su cabeza cayera y arqueó la espalda en una curva perfecta. -Eso ha sido increíble... -comentó Sebas en un murmullo lleno de énfasis, con voz ronca. Tini giró sobre sus talones mientras su mirada ausente desaparecía para adquirir una expresión de desconcierto. Sebas estaba de pie, entre sombras, cerca de la puerta. Se había quitado la chaqueta y la corbata, pero aún parecía una estatua de bronce-. Ha sido extraordinario, con tanta pasión en cada movimiento... cada gesto cuenta una historia.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora