Capítulo 42.

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-Podría persuadirte... -Pero no lo harás. Vas a resistir como un mártir hasta esta noche... En el hotel Tini y Sebas saludaron a cada invitado que iba llegando. Martina sostuvo una decidida sonrisa al ver aparecer a Helena, que se inclinó a besarla con total seguridad en sí misma y siguió su camino. Aquello enervó a Tini. -Trata de comprender cómo se siente ella -observó Sebas. Martina sonrió y se ruborizó. Le molestaba que Sebas tuviera que reprenderla cuando había tratado por todos los medios de mostrarse tranquila y amable. Sin embargo nunca había sabido ocultar sus sentimientos. Tenía la sensación de que sobre ella pesaba un estigma imborrable: Sebas creía que había mentido sobre lo ocurrido en su primer encuentro a solas con Helena. ¿Pero acaso no era posible que la morena hubiera perdido por una vez los nervios y que se arrepintiera?, se preguntó Tini decidiendo ser más generosa con ella. Nathan Parkes le presentó a su mujer, SalIy. Era una pelirroja amable y extrovertida. -Me hubiera gustado conocerte antes de la boda, incluso pensé en llamarte, pero no me atreví. Supuse que estarías muy ocupada con los preparativos. -Lástima, me hubiera encantado -contestó Martina. Tras las presentaciones y unos cuantos ratos de charla todos se sentaron a la mesa. -SalIy y Nathan son una pareja estupenda -comentó Tini en un susurro, sentada en la mesa principal-. ¿Desde cuándo los conoces? -Desde los diecinueve años. Tuve un accidente de coche, y Nathan estaba de guardia como estudiante de medicina en el hospital -explicó Sebas curvando los labios en una sonrisa. -¿Qué es tan divertido? -Sólo tenía una contusión, pero mi padre estaba muy angustiado cuando llegamos -recordó Sebas -. Actuaba como si Nathan me hubiera salvado la vida, y desde entonces nos hicimos amigos. Me hubiera gustado que mi padre te conociera -añadió mirándola a los ojos intensamente. -No, no lo creo -respondió Martina -. Tu padre te habría encerrado antes de dejar que te casaras con una persona como yo. -¿Qué quiere decir eso de «una persona como yo»? -Bueno, es sólo un modo de hablar. Tú siempre te viste protegido por tu familia, para mí, en cambio, fue todo lo contrario. -No es de extrañar que te cueste confiar en mí, después de eso. -No, la mayor parte de la gente en la que he tratado de apoyarme se ha desmoronado -confirmó Tini. -Yo no me desmoronaré, Martina. Tienes que aprender a confiar en mí, pethi mou. Sebas había dicho aquello en serio, y sin embargo era él quien no confiaba en ella. O al menos su palabra no tenía para él el mismo peso y valor que tenía la palabra de Helena. No obstante no era el momento de pensar en ello. Por fin estaban casados, pero aún era pronto. El tiempo acabaría por resolver ese problema. Tini no sabía que Sebas vería a Helena a menudo en el futuro, y era demasiado práctica como para arruinarlo todo a corto plazo sólo por aquello. Un matrimonio reciente era algo frágil. ¿No era una estupidez ponerlo a prueba sólo por Helena? Horas más tarde Martina se cambió de vestido en una habitación reservada del hotel y se puso la ropa de viaje. Al volver a la sala de invitados Sebas la observó con una expresión de aprobación. -Bueno, ya es hora de que tires tu ramo de flores. -No, quiero conservarlo. Había tanta gente que quería despedirse de Seba antes de que se marcharan de luna de miel que por un momento ambos se separaron. Tini observó a Sebas de lejos reír a carcajadas, y sintió una punzada de júbilo al verlo feliz y relajado. Era la imagen perfecta de un recién casado. Pero justo entonces, detrás de ella, una fría voz señaló: -Me das lástima, Martina. Hacer de mujerzuela en la cama no va a servirte para retener a Sebas, y no tienes nada más que ofrecerle, ¿no crees? Tini se quedó helada, paralizada. Después se giró y vio a Helena Teriakos de espaldas, acercándose a charlar con otra pareja a cierta distancia. Sin embargo Sally Parkes, a solo un paso y con la boca abierta, lo había oído y comentó: -Venía a despedirme de ti antes de que esa mujer y... ¿será cierto que he oído lo que he oído? ¡Dios mío, nunca pensé que esa mujer pudiera ser tan malévola! -Pues ahora ya lo sabes -respondió Martina. -Ve a decírselo a Sebas inmediatamente -añadió Sally seria. -No, prefiero arreglármelas sola... –respondió Tini mortificada-. Supongo que le he robado a su hombre, así que... no la culpo si me odia.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora