Capítulo 50.

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El rostro ansioso de Sally Parkes se iluminó en el instante en que vio a Martina acercarse por el parque. -¡Gracias a Dios que has venido! -exclamó levantándose del banco. -No quería mezclarte en esto, Sally, en serio. Sólo te llamé porque necesitaba que le dieras un mensaje a Sebas, pero ahora veo que ha sido un error... -¡No, de ningún modo ha sido un error! -Sí, lo es -suspiró Tini -. No quería escribirle una carta, no sabía qué decirle... y tampoco quería hablar personalmente con él pero... nunca hubiera debido de involucrarte en esto. -¡Martina, Sebas está destrozado! -¿Le diste mi mensaje? -¿Acaso crees que diciéndole que estás bien y que quieres el divorcio va a sentirse mejor? -preguntó Sally extrañada. -Es lo mejor. ¿Te acordaste de decirle que le dejaré ver al bebé siempre que quiera? -Sí, pero no le sirvió de consuelo como tú creías - respondió Sally -. Al fin y al cabo el bebé no nacerá hasta dentro de seis meses... -Bueno, eso no puedo evitarlo. ¿Está aún en París? -No, según Nathan se pasó la semana buscándote. Y después se agarró la peor borrachera de su vida. Nathan lo trajo a casa a dormir en la habitación de invitados... -¿La peor qué? Cuéntamelo otra vez. -Muy bien. Por orden cronológico: Sebas se levanta y se encuentra con tu nota, ¿no es así? -No lo sé, para entonces yo ya me había ido. Supongo que se marchó a París.

Aquella misma noche Tini había metido unas cuantas cosas en la maleta y había salido del apartamento decidida a evitar cualquier nueva disputa con Sebas. Sentía que habían discutido demasiado, que sólo le quedaba su orgullo. Y sólo podría conservar ese orgullo manteniéndose a distancia de Sebas, al menos hasta que pudiera controlar sus reacciones.

-Bueno, pues si me permites decirlo la mayor parte de los maridos discuten y luego simplemente siguen adelante como si fuera un día normal y corriente -explicó Sally-. Incluso los más testarudos como Sebas tienen sus sentimientos. -Escucha, tú estás de su parte porque no comprendes nada y lo conoces a él mejor que a mí, pero... -¡Qué va! La verdad es que me ha sorprendido mucho cómo se lo ha tomado. Nunca pensé que Sebas dormiría después de una borrachera en mi casa. -Así que se pasó la primera semana buscándome... -dijo Martina expectante, incitando a Sally a contarle más. -¿Cómo crees que nos enteramos nosotros de que habías desaparecido? Sebas llamó a Nathan. Y estaba realmente de mal humor. Tuviste suerte de no estar delante. -Nunca le he visto beber... -confesó Tini. -A la segunda semana, sencillamente, se derrumbó. Se sentó y se puso a beber y a beber hasta el estupor. Nathan estaba terriblemente preocupado por él. Sebas  nunca hace ese tipo de cosas. Lo tienes bien agarrado, Martina y creo que si de verdad has decidido abandonarlo deberías de haberlo hecho de un modo más considerado. -¡Pero si le dije que me marchaba! -se defendió Tini levantando el mentón. -¡Pero él no creyó que lo decías en serio! -Para mí era evidente que nuestro matrimonio no funcionaba. -Pues el día de su boda yo pensé que estabas loca por él, y cuando comimos juntos a la semana de volver de Chindos me lo pareció aún más. Te pasabas el tiempo hablando de él. -Y estoy loca por él -musitó Martina. -Pero entonces, ¿por qué diablos le estás haciendo esto? -preguntó Sally paralizada.

-Espero que se lo hayas contado absolutamente todo, Sally -intervino entonces Sebas -. La búsqueda interminable, la desesperación, las borracheras y los ataques de autocompasión...

Ambas mujeres se dieron la vuelta. Sally ruborizada, Tini pálida. Pero Sebas sólo tenía ojos para una mujer, su mujer Martina. Sally, con un gesto de culpabilidad, Sebas un paso atrás.

-Esta vez sí que la he hecho buena, ¿verdad? -inquirió Sebas.

Sebas... ¿me permites que te diga que no es ésa la actitud que deberías de tomar? -sugirió Sally. -No... tú no sabes qué ha pasado, ni nunca lo sabrás -le informó Sebas -. Es una suerte que hable en griego cuando bebo. Lo que ha ocurrido aquí es y continuará siendo un misterio para ti, SalIy. -Helena... -murmuró entonces la pelirroja con aires de superioridad antes de marcharse. Sebas se quedó perplejo, perdió el color. -Teniendo en cuenta que te has valido de Sally para llegar hasta mí no has sido muy amable con ella -observó Tini-. Nunca habría accedido a verla si hubiera sabido que ibas a aparecer.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora