Capítulo 17.

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Todo en su interior la advertía del peligro. Sebas era incapaz de enfrentarse a sus propios sentimientos en aquel momento, y por eso centraba su atención sobre ella. Ésa era la cruda realidad, la verdad sobre su supuesto deseo hacia ella. Era la técnica masculina habitual para evitar la verdad. Sebastian Yatra hubiera bailado sobre cristales antes de admitir que deseaba hablar sobre las relaciones que había mantenido con su padre. Martina volvió de pronto sobre sus pasos tomando una decisión. Sebas estaba mirando al mar con las manos en los bolsillos del pantalón. -Apuesto a que nunca te ha ocurrido realmente nada malo –respiró Tini. -¿De qué diablos estás hablando? -preguntó Sebas volviéndose. -¿Tuviste una infancia feliz? -Sí. -¿Y tuviste una relación íntima con tu padre antes de alejarse el uno del otro? -Por supuesto -confirmó Sebas desalentándola que preguntara más. -Entonces, ¿por qué no puedes concentrarte en los buenos momentos que pasaste con él? -¿Qué sabes tú de cómo me siento? -preguntó él agresivo. -Sé cómo te sientes, pero sencillamente no comprendo cómo no aprecias más la suerte que tuviste al disfrutar de todos aquellos años de felicidad con tu padre - Sebas se volvió, incapaz de pronunciar palabra, con expresión de ira-. Yo... tuve un padre que ni siquiera le dejó a mi madre inscribirme en el registro con su apellido, un padre con el que me crucé en una ocasión por la calle y que fingió no conocerme -confesó Martina -. Y sin embargo mi madre nunca dejó de venerar la tierra que él pisaba - Sebas la miró frunciendo el ceño, lleno de incredulidad-. Tuve una riña muy fuerte con mi madre el día antes de morir -continuó Ella estremeciéndose por las lágrimas-. Yo tenía dieciséis años, y la quería tanto que me moría de preocupación por ella. Pretendía sacarla de su estado de depresión, persuadirla de que merecía la pena vivir aunque fuera sin mi padre... Sebas se había acercado sin que Tini lo advirtiera. Cerró los brazos en torno a ella y la estrechó con fuerza. Martina pensó fugazmente en que nada estaba ocurriendo como había imaginado. La cálida e íntima fragancia de él inundaba sus sentidos al respirar. La tranquilidad, el apoyo que significaba su poderoso cuerpo resultaba embriagador. Era Sebas quien hacía de pronto las preguntas, y sin vacilar. Y Tini se lo contó todo. Su madre, Mariana, era la hija única de un próspero viudo, y nunca había tenido que enfrentarse a la realidad. Vivía idolatrada por su padre. A los veintiún años se enamoró y se comprometió con el padre de Martina, Alejandro. Pero poco después su madre sufrió una bancarrota y todo se vino abajo. -Tony no quería a mi madre sin su dinero -continuó Martina -. Rompió el compromiso y poco después se casó con la hija rica de un industrial. -¿Así que dejó a tu madre cuando estaba embarazada? -No, no fue tan sencillo. Unas semanas después de casarse mi padre fue a ver a mi madre y le dijo que había cometido un tremendo error, que aún la amaba. Y ese mismo día me concibieron a mí. Mi madre creyó que él abandonaría a su mujer. -Ah... -murmuró Sebas -, pero no era ésa su intención, ¿no? -Mi madre apenas tenía experiencia, y seguía loca por él -admitió Tini suspirando-. No quiero seguir hablando de ellos. -Tranquila -dijo Sebas con voz ronca, dejando que sus manos se deslizaran por la espalda de ella hasta las curvas de sus caderas, apretándola contra su cuerpo tenso. -Ahora te toca a ti - musitó Martina con naturalidad, temblando y pensando en apartarse de él, decidiendo hacerlo y descubriendo que era incapaz. -¿Que me toca a mí? -repitió él con voz espesa. -Sí, es tu turno -insistió ella. -Mi padre me dijo que ya era hora de que me casara. Yo le dije que no, que aún no estaba preparado... y él me dijo: «pues no quiero volver a verte ni hablar contigo hasta el día en que lo estés» -recitó Sebas de memoria, con énfasis. Martina levantó la cabeza para mirarlo con el ceño fruncido. -Ésa es tu forma de decirme que me ocupe de mis propios asuntos, ¿no? -No. -¿Quieres decir que tu padre esperaba de verdad que te casaras cuando él quería? -repitió sin ocultar su asombro. -Mis padres tampoco se conocieron ni se casaron así, sin más, Martina. Se conocían desde la infancia, crecieron sabiendo lo que se esperaba de ellos y luego, cuando llegó el momento... sus padres se reunieron y fijaron la fecha -terminó Sebas en un tono de voz tenso. -¡Por el amor de Dios, eso es de la Edad Media! -Para ti quizá, pero mis padres fueron felices - continuó Sebas apartándole el pelo de la frente con dedos tiernos, haciéndola temblar y obligándola a estrecharse contra él-. En Grecia el matrimonio sigue siendo un asunto familiar. -No quiero criticar a tu padre pero... -comenzó a decir Tini vacilando, volviendo el rostro de modo que rozara la palma de la mano de él y comenzando a respirar entrecortadamente-, creo que debería de haberse dado cuenta de que los tiempos han cambiado. Tú eres un hombre hecho y derecho, y él te trató como si fueras... -Él sabía qué era lo mejor para mí -la interrumpió Sebas con voz de seda-. Puede que yo haya sido educado en un colegio inglés, pero soy griego, Martina. El matrimonio es un paso decisivo en la vida. Los ingleses confían en el amor y tienen una tasa de divorcios muy alta... -Sí, pero... -En esta vida es más importante escoger a una compañera con inteligencia –afirmó Sebas levantándola en brazos y posando su sensual boca sobre la de ella con hambre, como si estuviera cansado de hablar sobre ese asunto.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora