Capítulo 26.

473 40 32
                                    

La penetró y retiró la lengua haciendo que todas las células del cuerpo de Martina ardieran recordando el modo en que la había invadido en una ocasión. Sintió que le temblaban las piernas. Impotente ante aquel abrazo y aquella excitación, se apretó contra el cuerpo duro y plano, caliente y masculino de él. Reconoció su erección al contacto y se derritió como miel caliente en su interior. Sebas jadeó y tomó su rostro con ambas manos, mirándola a los ojos con un crudo deseo sexual. -¿Por qué no quieres que te ayude económicamente? Sería tanto por mi conveniencia como por la tuya. Quiero que vengas de viaje conmigo, que estés siempre ahí, para mí... Aquella cándida confesión logró desvanecer el calor enfebrecido que había inundado a Martina tanto como el cambio de conversación. -Tú lo que quieres es una esclava sexual... -Me aburriría hasta la muerte con una esclava sexual -replicó Sebas. Una cruda e involuntaria risa salió de labios de Tini. Luego, levantando ambas manos, se apartó con firmeza de él y Sebas dio un paso atrás. -Eres demasiado simple, Sebas. Y esta ridícula conversación no tiene en absoluto sentido. Estás perdiendo el tiempo. -Tú me perteneces... -No, definitivamente -respondió Tini echando atrás la cabeza en un gesto desafiante-. No tengo el menor deseo de pertenecerle a nadie. Con todo lo que trabajo no tengo tiempo para estar con ningún hombre. Debería de estar furiosa contigo por pedirme que fuera tu amante, pero como eres griego supongo que tendré que hacer alguna concesión a nuestras diferencias culturales... -Creo que lo que quieres es que te persiga... -afirmó Sebas con las venas hinchadas y el rostro airado. -Es tu ego el que habla. Lo que yo quiero es olvidar que nos hemos conocido -lo contradijo Martina con convicción -. Pero estás tan acostumbrado a que todas las mujeres te deseen que no puedes aceptar que si digo no significa no. -Si me marcho ahora todo habrá terminado -la amenazó Sebas con ojos brillantes. Martina sintió que se le cortaba la respiración ante aquella advertencia. Hubo un silencio. Sebas caminó hasta la puerta sin decir palabra. Y de pronto se marchó. Tini esperó unos minutos y luego bajó tras él para cerrar la puerta. Al volver la habitación le pareció fría y vacía. Era como si Sebas se hubiera llevado toda la luz y toda la fuerza con él. Tini trató de olvidarlo. Al fin y al cabo no había argumento que hubiera podido convencerla para llevar el tipo de vida que él le proponía. Su madre había sido la amante de su padre durante dieciséis años. Aquella había sido una relación llena de mentiras y fingimientos. Mariana había decidido que no podía vivir sin el padre de su hija, aunque estuviera casado. Y aquella decisión había destrozado su vida.

Martina trató de olvidar todos aquellos recuerdos de su infancia. Nunca repetiría los errores de su madre. En un par de semanas Sebas ni siquiera se acordaría de ella, aunque por desgracia a ella le costaría más tiempo. Sebas la había llevado hasta un paraíso de fantasía romántica. Pero en cuestión de horas la había devuelto a la tierra con una fuerte caída. La había herido más de lo que nadie la hubiera herido nunca, y había comprendido que era mucho más ingenua de lo que creía. No era una mala lección. Por fin había conseguido resistirse Sebastian Yatra, había hecho lo correcto. ¿Cómo era posible, sin embargo, que se sintiera tan mal?

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora