Capítulo 36.

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- Sebas y yo tenemos lazos que tú nunca podrías soñar. Compartimos el mismo estatus, la misma cultura, expectativas. Somos la pareja perfecta -le informó Helena con aires de superioridad -. Por desgracia Sebas se siente atraído por cierta idea muy tierna, aunque destructiva. Cree que tiene que casarse contigo por el bien de su hijo. -¿Sebas te lo ha dicho...? -preguntó Martina horrorizada ante la indiscreción de Sebas, sintiéndose avergonzada. -Ayer viajó a París y pasó la velada conmigo. ¿Es que eso tampoco lo sabías? -sonrió la morena-. Pues créeme, estaba destrozado. ¡Se siente tan culpable! Sin embargo yo soy una mujer práctica. ¿Cuánto me costaría persuadirte de que un aborto sería la mejor solución? ¿Quinientas mil libras? Martina miró incrédula a Helena Teriakos-. ¿Un millón? Soy una mujer muy rica, y estoy dispuesta a ser generosa. Siempre puedes decirle a Sebas que tuviste un accidente. Ni siquiera voy a insistir en que te alejes de él. Puedes seguir siendo su amante. ¡Porque, en serio, no durarías ni cinco minutos como su mujer! -¡No quiero tu dinero... y no voy a librarme de mi hijo! -aseguró Tini inquieta ante la frialdad de la otra mujer. -¡Pero no puedes casarte con él! ¿Te imaginas los titulares? «Sebastian Yatra se casa con una mujer de la limpieza» -sugirió Helena con un gesto de repulsión-. Sebas es un hombre muy orgulloso, y tú no vas a ser para él más que motivo de vergüenza. Te odiará mucho antes de que los periódicos terminen de contar las circunstancias en que naciste y toda la larga lista de tus amantes. -¿Y qué sabes tú de las circunstancias en que yo nací? -exigió saber Tini. -Sé todo lo que hay que saber sobre ti, Martina Stoessel. El dinero compra información. Estás enamorada de Sebas. Gracias a Dios yo nunca he sentido la necesidad de mezclarme en esas intrincadas emociones. Bien, decídete. Si te casas con Sebas acabará en divorcio. Cierto, serás su primera mujer, pero lo perderás sin remedio. -No voy a casarme con él. -Ahora ya eres más sensata -concedió la morena con una fría sonrisa de satisfacción -. Cuando a un hombre se le tiende una trampa siempre se acaba en el odio y los tribunales. Y en cuanto al niño... deberías de haber aprendido de los errores de tu madre. Traerte a ti al mundo no le sirvió de mucho, ¿no crees? Y todos esos patéticos años de lealtad hacia tu padre... ¡todo para terminar viéndolo casarse con una secretaria, una mujer con la mitad de años que ella, en cuanto se vio viudo y libre! Airada ante aquella salvaje crítica que ni siquiera venía a cuento, Martina se puso en pie y trató de salir del coche. -No voy a seguir escuchando ni una palabra más sobre esto... -La puerta está cerrada. Aún no he terminado. No quiero que tengas a ese niño... -¡Mi hijo es asunto mío! -exclamó Martina. ¡Y ahora abre la puerta y deja de amenazarme! Helena Teriakos le hizo un gesto al chofer con una lánguida mano. -Piensa en lo que te he dicho. Yo puedo ser una enemiga muy dura, y pronto descubrirás que Sebas siente un tremendo respeto por mí.

Martina salió a la calle deseosa de escapar. Subió las escaleras de la librería y se sentó al borde de la cama, pero una vez allí las lágrimas no salieron de sus ojos. En lugar de ello una especie de rabia y de dolor comenzaron a arremolinarse en su interior. Sebas no había sido honesto con ella. Ella se había visto arrastrada a una situación en la que su única defensa era la ignorancia. Estaba embarazada de un hombre que estaba virtualmente comprometido con otra mujer, se había metido involuntariamente en el terreno de otra, y de repente le echaban la culpa todo. Y en cuanto a Sebas... Sebas, con su detestable sentido del honor y su maliciosa y fría futura esposa tenía exactamente lo que se merecía. Y cuanto antes se lo dijera mejor. Tini oyó a Sebas llegar. Al salir del trabajo había ido a su apartamento a esperarlo. Y se sentía como inestable gelatina. Cuantas más incongruencias recordaba del comportamiento de Sebas más se las iba explicando y más frustrada y resentida se sentía. Sebas entró en el salón a grandes pasos, con ojos insondables. Estaba tenso y estresado. -Creo que Helena te ha visitado -dijo ácido-. Ha sido muy generosa de su parte, pero claro, no se podía esperar otra cosa de ella. -¿Generosa? ¿Estás loco o es que eres tonto? Sebas se quedó muy quieto. De sus rasgos emanaba una expresión de disgusto que dejó a Martina helada. -Te ha ofrecido su apoyo, y tú te has mostrado ofensiva y mal educada. No me ha gustado nada tener que disculparme por tu comportamiento. -¿Disculparte por mi comportamiento? -repitió Tini comprendiendo de pronto que había subestimado a la morena. ¿Acaso era apoyarla ofrecerle dinero para abortar? Era evidente que Helena le había contado a Sebas su versión antes que ella, pero no podía dejar de preguntarse qué le importaba eso a ella-. Me ofreció un millón de libras a cambio de que abortara. Sebas se quedó observándola durante diez segundos con enormes ojos llenos de incredulidad. -Si tienes que mentir al menos trata de inventarte algo más verosímil y menos melodramático. Helena nunca caería tan bajo. Martina se quedó mirándolo en amargo silencio, atónita ante la seguridad que él mostraba.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora