Capítulo 54.

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Final

-Serías capaz de decirme cualquier cosa con tal de no perder a tu hijo, ¿verdad? -musitó ella medio sollozando. Los brillantes ojos de Sebas temblaron. Tomó las manos de Martina y las agarró con fuerza. -Mi peor error fue no decirte cómo me sentía aquella noche en mi apartamento. En aquel momento comprendí que nunca me casaría con Helena, pero fue entonces cuando comencé a sentirme terriblemente culpable. Además, justamente me llamó ella después de que tú y yo hiciéramos el amor, y eso me hizo sentirme aún peor. Tini vio un atisbo de esperanza. No podía dejar de mirar la expresión del rostro de Sebas , atenta a cada una de sus palabras. Y recordaba su forma de reaccionar tras la conversación telefónica, en la cama. -Debiste de contármelo todo entonces. -No quería que te enfadaras -explicó Sebas soltando el aire contenido-. Ni me parecía bien, a esas alturas de nuestra relación, hablarte de ella. Primero tenía que verla a ella y decirle que me había enamorado. -¿Y fue eso lo que le dijiste? -¿Qué otra cosa hubiera podido decirle? -preguntó Sebas su vez con ojos inquisitivos-. Sabía que la noticia no la impresionaría, pero era la verdad. Cuando saliste de la consulta de Nathan y me dijiste que estabas embarazada me sentí muy feliz, pero me temo que mi sentimiento de culpa hacia Helena era tan fuerte que arruiné lo que hubiera debido de ser una ocasión muy especial -Comprendo cómo has debido de sentirte. -No, no lo comprendes. Estaba enfurecido conmigo mismo por haberle dejado pensar a Helena que nos casaríamos durante tanto tiempo, sentía que la defraudaba -confesó Sebas -. Pero eso no fue nada comparado con lo que sentí cuando fui a verla a París. -¿Qué te dijo? -preguntó Martina agarrando con fuerza las manos de Sebas . -Jugó conmigo -contestó él enervándose con el recuerdo-. Me dijo que era el hazmerreír de todo el mundo, que ningún hombre querría casarse jamás con ella. Pero no dejó de repetir que por supuesto me comprendía y me perdonaba... ¡-Estuve horas con ella! Me sentí como un bastardo, estaba convencido de que había arruinado su vida. -Es una terrible actriz... o quizá... quizá realmente te quisiera, Sebas. -¡Debes de estar de broma! -Yo te quiero... ¿por qué no iba a quererte ella? Te conoce desde mucho antes que yo... - Tini... -la llamó Sebas dando un salto y arrastrándola con él. Su mirada, fija, mostraba un intenso placer y alivio ante aquella sencilla confesión - hermosa, cariño, deliciosa Martina.. -respiró entrecortadamente-. Helena no me prestaría ni un minuto de su tiempo si yo no tuviera dinero. Está obsesionada con casarse con un hombre rico, no puede creer que no me guste ni que no quiera hablarle de amor... Incluso me dijo que si quería podía conservarte a ti como... -Como amante... -Pero yo le dije que te amaba demasiado como para hacerte eso -continuó Sebas apartándole el pelo de la frente con dedos cariñosos y ojos tan tiernos que Tini tuvo finalmente que creer en sus palabras-. Cuando la vi hace dos semanas, sin embargo, fue sincera. Me dijo que si le hubiera surgido algún partido mejor se habría casado hacía años. -Me alegro de que estuviera enfadada en lugar de herida -admitió Martina -¿A pesar de todo el daño que te ha hecho? -preguntó Sebas sin disimular su incredulidad. Tini le soltó las manos con cuidado y contestó: -Puedo ser generosa cuando gano.

Sebas la estrechó entre sus brazos con fuerza y posó los labios sobre los de ella con pasión. Luego, al enterrar el rostro en el cabello de Martina, ella tembló y se sintió débil -Nunca soñé que significaría tanto para mí el que una mujer me confesara su amor -admitió Sebas. -Y pensar que tú podrías habérmelo dicho a mí en lugar de ir a contárselo a Helena... -comentó Tini sin poder resistirse-. Si me hubieras dicho que me amabas nunca te habría abandonado. -Pero no vas a volver a abandonarme nunca más -exigió Sebas con entusiasmo. -No me atrevería ni a soñarlo... -bromeó ella regocijándose en aquella nueva intimidad de mutua confianza que le permitía hacer y decir lo que quería -. No si vas a emborracharte y a auto compadecerte... Sebas la llevó a la cama y la miró con intensos ojos marrones. -Eres una picaruela... -Te conozco bien... así que será mejor que te andes con cuidado... -Te adoro -declaró Sebas con voz ronca-. Pero no vas a decirme lo que tengo que hacer. Martina deslizó los dedos por la negra cabellera y susurró: -Bésame... Y Sebas lo hizo. Después levantó la cabeza con un brillo cómplice en los ojos y mirada intensa y comentó: -Embarazada, descalza y en el dormitorio, agapi mou. -Lo has dicho mal, no era así. -Lo he hecho a propósito -contestó él con una sonrisa. -Bueno, pues si estamos negociando, ¿qué hay de todo eso de «tú no eres mi dueña, no puedes decirme lo que tengo que hacer, a dónde tengo que ir ni con quién»? -inquirió Tini -Sabía que recordarías cada palabra. -Me reservo ese derecho. -Podrías haber sido un agente realmente provocador en el departamento de mantenimiento del edificio Yatra International -comentó él con ojos brillantes y oscuros, llenos de deseo y de satisfacción -. Creo que es mucho más seguro tenerte en mi cama. -Pues yo debo de confesar que la cueva familiar resulta bastante confortable -suspiró Martina feliz, con una mirada de aprobación a su alrededor. Y, tras una risa ronca, Sebas la besó y procedió a demostrarle los beneficios de compartir aquella cueva familiar.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora