❖|32

2.8K 367 241
                                    

Desnudo. En sus tobillos, muñecas, sienes, pezones y cuello. Hay electrodos en cada parte del cuerpo mencionado. Los cables terminan en monitores medianos sobre la mesa donde ambos hombres se encuentran. Uno es rubio, otro castaño, el segundo estando de pie siendo más robusto de hombros que el primero que está sentado. No hay nadie más en la habitación, y Jeongin está asustado.

El miedo es un sentimiento cruel, y no está seguro que si entre el vacío que lo invadió todo ese tiempo encerrado era mucho más fuerte que el miedo del instante.

—¿Qué van a hacerme? —habla y su voz tiembla, en la habitación hace frío. O quizá es su cuerpo que ya no encuentra su propio calor, estar desnudo y expuesto no ayuda.

—Yang Jeongin, soy Bang Chan y él es Kim Younghoon. Esto es simple. No quiero que veas esto como un método de tortura... —¿Tortura? Jeongin ni siquiera está cerca de ver lo que sucede como una posible tortura, no tiene cabeza para pensar qué sucede —Lo único que estamos buscando es saber más de ti, pero primero necesitamos que nos hagas un favor —termina aquel hombre, el rubio.

—Si haces lo que te decimos, no va a pasar nada ¿Está bien? —el otro sujeto, es el mismo que siempre lo estuvo visitando y haciendo preguntas, acota. Jeongin asiente, no sabe qué es lo que buscan, pero asiente porque no quiere seguir sufriendo.

—Queremos ver al lobo —ordena Bang crudamente.

Jeongin entiende lo pedido, no se pregunta porqué, cualquier cosa para evitar la tortura lo haría. Pero aunque quisiera, es imposible para él obedecer la orden. No puede, no es su culpa, nadie la tiene. Toda su vida pretendió tener el control de ambas razones dentro suyo, ilusamente su mente lo creyó, el tener el control era una fantasía. Porque por más que tratara, el animal suyo prefería quedarse bajo la guardia del silencio, de la falsa ausencia.

El lobo de Jeongin no tenía motivos para salir. Nada que estuviera en el exterior estimulaba el instinto animal.

—No pueden —susurra Jeongin. Kim muerde sus labios, el chico no está ayudando a la retorcida mente de su compañero que por poco sonríe al saber que tiene oportunidad para lastimar al menor. —Él no va a salir, ni aunque me torturen. No tengo el control... Ya no.

—¿Seguro? ¿Quieres saber lo que pasó el veinticinco de diciembre del año pasado?

Las pupilas del menor se dilatan ante la pregunta. Su familia, sabría que había pasado con ellos y cómo fue que terminó en aquel horrible lugar. Así que sí, asintió esperanzado por respuestas, ignorando la culpable mirada que Younghoon le dedicó antes de correrla a un lado.

Bang, por otro lado, no puede explicar la satisfacción que siente al ver la ilusión en el rostro de aquel monstruo que, para él, finge ser el cordero perdido en el bosque. De esos hay muchos, él mismo trabajó para convertirlos en perros amaestrados o militares sin emociones.

Frente a él hay un Alfa casi puro. Con una fuerza descomunal e impensada, con un instinto introvertido. Sin dudas, la perfección a lo que puede reconocer como un arma manipulable. Sólo tiene que lograr entrar a la cabeza del menor y acabar con toda su humanidad. Un juego de niños.

—Los mataste. Intentaste atacar a tu prima y terminaste matando a tu tío —frena para ver la reacción. Cómo lo esperó, no hay ninguna. Posiblemente el chico se encontraba en un estado se shock ante la noticia de que era un asesino —Luego tu padre quiso hacerte entrar en razón, tambíen lo mataste. Tu madre no se quedó atrás.

—¡¿Qué te sucede?! ¡No puedes revelar información como esa! —Younghoon trata de callar a Chan. Al regresar al desnudo, este mantiene su rostro serio sin rastro de culpabilidad. Jeongin escuchó, intentó recordar pero su cabeza sigue fría. El recuerdo del metal en su boca prevalece desde el momento que abrió sus ojos por primera vez dentro de ese lugar.

Caramelo [Hyunin] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora