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Lo que sería un despertar pacifico de ocaso de un árbol, se vuelve un completo terremoto cuando un cuerpo pesado se estrella ensangrentado contra su tronco. Herido, exhausto, en celo y perdido. Hay alguien más allí, el árbol lo ve y por poco algo de miedo siente. La segunda persona se acerca con pasos decididos, dispuesto a terminar con la vida de aquel Alfa ojiazul que fue tan valiente de querer tomar un Omega en un territorio que no le corresponde.

El azabache, con sus sentidos dispersos e incontrolables, trata de ponerse de pie. Más unas uñas enormes atraviesan la piel de sus costillas, haciendo que caiga adolorido al suelo. El alto abre sus ojos y ve el monstruo que es Jeongin.

Porque es él ¿No?, es su cuerpo. Debe serlo.

Lo está atacando, quiere matarlo. Hyunjin lo sabe y odia haber entrado en celo en el preciso momento en el que Jeongin se le ocurrió que nada de esto es lo que quiere. Pero no es necesario la bestialidad con la que se maneja. Y no quiere dudar, mas la televisión lo ha dicho. Quien en frente se le para con alma asesina, es el responsable del accidente de navidad el anterior año. Su culpa, Jeongin los mató.

—In-Innie —llama. Una mano cubre la herida abierta que el Alfa de ojos rojos se encargó de provocarle. Pero Jeongin no responde a su llamado, es como si aquel no fuera su nombre y Hyunjin no fuera el hombre que lo ama. El pelinegro se arrastra por el suelo lo más rápido posible y trata de ponerse de pie. Sería más fácil si no estuviera en su calor primaveral, y si no estuviera gravemente herido.

La pierna, que anteriormente fue mordida cuando trató de huir, es tomada con fuerza descomunal y Jeongin arrastra el cuerpo del azabache por el cesped mientras escucha los alaridos del ojiazul hasta que nuevamente se acercan al lago. Lago que llora asustado por la pelea de quienes estuvieron amándose hace nada. ¿Quién era aquel que lastimaba sin miedo a quien decía querer con su alma? ¿Era el mismo que moría lentamente a cada segundo que pasaba? Sí, y ese mismo ahora sólo tiene en su cabeza la palabra y acción matar. A quien sea, como sea, y donde sea. Él acabará con todos. Los despedazará. Arrancará sus entrañas y con ella hará collares que serán sus coronas de victorias.

Gruñe. Sus gruñidos son sismos. Calientes y la tierra vibra con su voz, se sacude con violencia y se iguala a un tenebroso susurro de un monstruo que se esconde en la caverna más oscura del bosque. Cada paso, es sentir a la parca con su túnica negra y hoz simbólica acercarse, trayendo consigo la muerte. No obstante, a pesar de que su paso es firme, sus manos tiemblan cuando debe tocar a Hyunjin para acabarlo. Porque siente la conexión y no puede lastimarlo, no puede hacerle daño a aquel que es su destinado de esa y todas las vidas anteriores, así como las que siguen.

Y quizá, lo único que mantiene a Hyunjin de pie sea el llanto que se escucha en alguna parte de su cabeza que no le pertenece. El Omega llora por él, por la pelea, por verlo morir. Con pesar se levanta, de la comisura de su boca se desliza la sustancia oscura que muchos llaman sangre, observa con la respiración agitada al Alfa contrario acercarse entre gruñidos. Su principal problema es que no puede lastimar el cuerpo del cual Jeongin es dueño. Por eso no ataca, está esperando que Jeongin se dé cuenta de que está cometiendo un error porque, maldición, él sigue creyendo que Jeongin es un Alfa puro y de gran poder. En su cabeza razona, por supuesto que no se dejaría morder por él si eso llevaba a convertirse en Delta. Y no escucha la voz de su propio lobo reclamándole que pelee por el Omega, que el cuerpo no es del Alfa sino de Jeongin.

El de mirada asesina es simplemente un producto que se creó en la mente de un niño que anhelaba ser lo que no puede ser. Un ente, una demonio, una voz que le susurra cada noche que mate y acabe con todos, un monstruo que ríe mientras ve como te vas consumiendo. Y Hyunjin es puro, real; todo lo que el menor había deseado ser desde que tiene memoria.

Caramelo [Hyunin] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora