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Hay... Demasiadas luces. Son muchos colores. El azul se mezcla con el rojo y un morado resplandeciente emerge entre las luces. Luego las sirenas y ese sonido aturdidor que se está comiendo sus oídos. Hay... Muchas personas. Ellas caminan de un lado a otro y lo fotografían sin su consentimiento. Le hablan, él escucha pero no comprende. Pronuncian su nombre y no está seguro si realmente se dirigen a él o está alucinando.

Hay... Demasiadas luces y personas.

La casa se vuelve pequeña, pero dentro de su cabeza todo es enorme. Y terriblemente vacío. Le falto algo. Cree que es la vida. Llama y nadie contesta. No hay risas, no hay llanto, no hay suplicas ni amenazas. No hay nada y nada que conoce es un universo repleto de galaxias, estrellas, planetas; la nada es un conjunto armónico que se transforma en un todo. Pero su nada es vacía, sin luceros que lo guíen ni satélites que orbiten a su alrededor.

No hay nada. Ni siquiera se encuentra a sí mismo.

¿Y desde cuándo la oscuridad se volvió un laberinto sin paredes ni direcciones que tomar? Es correr y correr teniendo la ilusión de que al final estará la salida. Como imaginar que caes del universo y en algún momento se toca fondo. No puedes caer por siempre, ¿O sí?

Mira sus manos, la sangre se ha secado. Trata de quitarla con su uña pero al hacerlo se lleva su propia piel en el camino. No duele. Sus ojos perdidos quieren enfocar a las personas que lo sacuden y gritan. Alguien está llorando y no es él, parece una mujer. Parece la abuela Hwang.

Hwang... ¿Dónde está Hwang Hyunjin?

Dentro de esa pequeña casa se asfixia. El oxigeno se lo roban esas personas de trajes azules que esperan una respuesta suya. Pero Jeongin no habla, no puede, no tiene voz. No tiene nada más que una mordida de reclamo en la unión de su cuello y hombro. La acaricia y las lágrimas salen solas, está atado a algo que no encuentra y no siente. ¿Dónde está el Alfa? Y aunque siga preguntándose, sabe dónde se encuentra, sabe cómo se encuentra, y sabe la razón de porqué ya no hay nada dentro suyo.

Un metal helado, más que su alma, encierra sus muñecas detrás de espalda. Camina pero no sabe a dónde se dirige, escucha demasiado, ve demasiado, y los colores y las voces se mezclan hasta que se vuelven silenciosas. Opacas. Flashes que se dirigen por todas partes hacia él y siguen preguntando cosas, pero los hombres de traje azul esquivan las cámaras que los siguen. Finalmente el incómodo asiento trasero de la patrulla es todo lo que tiene detrás de esa rejilla que lo separan de los dos oficiales.

Hay... Demasiados colores.

Colores que no distingue. Colores que acaba de inventar y todo se reduce a los ojos azules que perdieron su brillo en menos de treinta segundos sobre un charco enorme de sangre que salía de ese cuerpo. Ojos azules que mutaron y volaron lejos de aquel cuerpo sin vida. Azul, como la mariposa que lo sigue y Jeongin ve por la ventanilla del vehiculo. Azul, como la campanula. Como aquella remera desgastada que el azabache le gustaba usar.

Azul como él. Como el quinto color del arcoiris. Como las alas de la mariposa que se ha quedado atrás.

Todo a su alrededor ahora es de aquel color que parte su alma y no la reconstruye. Pero ¿Qué alma? Si está tan vacío que ni siquiera escucha a su corazón. Y tal vez es un sueño. Tal vez el tiempo se detuvo justo antes que perdiera el control de sus acciones. Es un sueño. El relieve del asiento de la patrulla es imaginario, como los besos que llamó fantasiosos. Rasca su mano, su brazo y rostro buscando el dolor. Y cuando lo halla, lo repite con más fuerza, desesperado por encontrarse a sí mismo sufriendo porque ha pasado el limite de la sonrisa rota. Ese limite donde confundes la realidad de lo imaginable, y no estás seguro a que estado perteneces. ¿Sigue vivo? No duele, no importa que tan fuerte remueva la sangre seca de su cuerpo porque esta no se va, se adhiere a él más allá que lo real, que lo psicológico. Tiene la sangre de Hyunjin marcada hasta en lo más profundo de su alma rota.

Caramelo [Hyunin] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora