Caramelo [Hyunin] Omegaverse

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Una harina leudante, puré de tomate, condimentos y 300 gramos de queso fresco.

No tenía que ser adivino para saber que la mujer frente suyo, que buscaba insistentemente su billetera dentro de su bolso, planeaba preparar pizzas caseras.

—Son tres mil novecientos veinte wons... ¿Prefiere efectivo o tarjeta?

Tenía la costumbre de analizar las compras de lo clientes para dar con la esperada comida que planeaban comer. Como la chica que seguía después de la mujer que estaba atendiendo. Ella traía tres paquetes de galletitas; membrillo, chocolate y de agua. Obviamente merendarían tarde y un paquete sería para su hermano o hermana, otro para ella y el que quedaba para sus padres. A veces acertaba, otras no tanto, de todos modos nunca lo sabría. Porque su vida analizando los víveres de otras personas acababa cuando su turno también lo hacía.

—efectivo, gracias, muchacho —respondió ella entregando el dinero. 4000 wons, para mala suerte no contaba con cambio.

—¿Le molesta que le pague con caramelos? —preguntó esperanzado de que ella no fuera como la anciana del otro día que había hecho un escándalo por no contar con el suficiente vuelto.

—No, tranquilo. Pero me puedes pagar haciéndote novio de mi Susy —mencionó ella con una sonrisa juguetona. Él no sabía quién demonios era Susy, tampoco sabía si ella estaba bromeando o de verdad pensaba obligarlo a salir con esa tal Susy para pagarle los 71 wons que no tenía. Puro billetes grandes, que desperdicio. —Ay, tranquilo querido... No hablaba en serio. Un muchachito tan bonito y con un aura tan potente a tu edad no se estaría fijando en formar una familia con un Omega ¿No es cierto?

¿Debía responder? Y si debía ¿Qué tendría que hacer exactamente? ¿Qué decir? La parte en donde ella expresó que su aura era potente no era algo que llamara mucho su atención, ya que a menudo le decían que se estaba convirtiendo en un Alfa fuerte y poderoso. Nadie dudaba que al comenzar su vida laboral dentro de la empresa de la familia acabaría siendo un hombre de gran poder, y como se esperaba, un Alfa puro. Un Alfa al que por su magnífico porte no soportarías sostener su mirada y serías obligado a comportarte sumiso seas quien seas.

Y Hyunjin no era para nada el modelo de Alfa puro que las personas estaban acostumbradas a ver.

Alto, de facciones marcadas, fuerza descomunal, inteligencia, y al parecer capaz de procrear. Pero luego estaba el resto. Hwang Hyunjin era un chico amable, dulce y respetuoso. Cuando hablaba su voz salía demasiado pacífica y al menos elevaba una comisura para no arruinarle la vida a quien tenía en frente. Hyunjin no necesitaba trabajar en aquel minimarket, tenía todo lo que quería, pero se sentía incómodo al ver que no tenía que esforzarse como otros para conseguir, por ejemplo; aquel nuevo juego para su consola.

Toda la vida había sido así; cariñoso y comprensivo. Siempre estaba ayudando a cualquier persona que se encontrara en apuros y allí se hallaba la diferencia entre el Alfa puro que se esperaba al Alfa casi puro en el que Hyunjin se había convertido con su instinto natural de protección hacia lo más débiles.

Así que solo sonrió sonrojado y entregó la bolsa de papel con los ingredientes para preparar lo que esperaba que fuera una pizza.

—Tengo bastante tiempo para formar una familia, pero es uno de mis tantos sueños —contestó amablemente.

—Espero que encuentres a tu alma gemela, y si no, entonces espero que no se aparezca cuando te encuentres enamorado de otra persona. Pero tranquilo, son solo leyendas románticas de adolescentes ingenuos y ancianos soñadores.

No contestó. No era un tema que a él le importara mucho. Tampoco reflexionó sobre ello, solo atendió a la muchacha con sus tres paquetes de galletitas y siguió su vida como analizador de potenciales comidas para aquel día.