Caramelo [Hyunin] Omegaverse

❖|48

Lo prometido es deuda, por eso ahora se encuentra vestido con abrigos y protecciones para cabalgar. Los ancianos ayudan a los dos jóvenes con el caballo, con la silla y lo que queda de la brida. Y pronto, cuando la pareja por fin se encuentra lista para su picnic en las orillas del lago, suben al animal. Jeongin siento abrazado por la espalda mientras que es Hyunjin quien sostiene y guía el camino con las riendas. El galopeo causaba que dieran saltitos y que Hyunjin cada tanto pierda los estribos de la montadura. Ah, jamás en su vida ha cabalgado ¡Menos con una persona más!. El alto azabache unicamente cuenta con la escasa enseñanza que su abuelo le ha dado mientras lo ayudaba en la granja. O sea: nada.

—¿Seguro que sabes hacer esto? —Jeongin quiere saber, pues él tampoco tiene conocimiento de tal actividad; mas se siente un poco en peligro.

—¿Por qué lo dices? —Hyunjin pregunta afianzando la rienda.

—No es que vayamos muy rápido pero... Me estoy moviendo para todos lados y tengo miedo de caerme.

—Podemos ir más despacio, obvio —aunque en realidad no tuviera idea cómo hacer que el caballo bajara la velocidad. Él sólo sabía que si golpeaba con los estribos, este iría más rápido. Si tiraba de la rienda, entonces el caballo frenaría. ¡Ya está! Ah, esto le pasa por prometerle hacer cosas que no sabe cómo hacerlas a la persona más hermosa de su existencia. Que cursi. Asco.

Hyunjin mira la armadura y la brida. Su cabeza analizando las posibles acciones que harían al caballo ir más lento antes que cruzara un bicho raro y a la bestia se le ocurriera tirarlos. Oh no, no, no, no puede permitir que Jeongin caiga del animal o se haría pedazos.

¡Sólo frena, Hyunjin!

Sí, una grandiosa idea. Obvio si recuerda la primera clase que su abuelo le dio en el granero cuando ordenaban la paja. ¿Era flexionando los brazos o tirando el cuerpo hacia atrás y las piernas para adelante? ¿O eran de las dos maneras? ¿Y si golpeaba por accidente al animal y terminaban en la tierra? Quizá lo lastimaban ¡Quizá lastimaba a Jeongin! ¿O era haciendo ese sonido con la boca?

—Hyunjin... —algo asustado, Jeongin lo llama. Mas Hyunjin le sonríe para calmarlo, sin saber que esa sonrisa temblorosa y poca confianzuda no logra su cometido. —Sabes frenar ¿No?

¿Es su imaginación o iban más rápido? El eterno campo que los rodea y se vuelve único es un desierto sendero donde cabalgar es todo un obstáculo. Y ni siquiera hay obstáculos. Ante el miedo, quien guía cierra los ojos y reza a los dioses que quieran escucharlo que no se equivoque. Va a usar la lógica, lo que él cree que es lógico. Si tira para arriba, posiblemente el caballo frente, y lo va a hacer porque tampoco es que cuente con mucha cabeza para razonar. Así que lo intenta, y afortunadamente el animal comienza a perder velocidad hasta que simplemente queda estático. Es ahora cuando notan lo alejados que están de la casa y como se acercan al limite del terrero.

En el final hay árboles, no como los habría en un bosque. Suficientes y que cuanto más alejados se encuentren, más habrán. El azabache golpea al caballo y esta vez sólo es una marcha paso a paso. Le habla al oído y le explica que lo brillante del fondo es el lago, y que por culpa del sol no se puede notar.

—¿Es mi parecer o casi nos matas?

—¡Yah! No lo digas así, no estás viendo que soy chiquito —un puchero de forma en los labios de Hyunjin, y Jeongin no tiene que voltear para saberlo.

Poco a poco el sendero desértico va llenándose de flores de todos los colores y especies. Sus aromas intensos se mezclaban con los suyos y en cuanto menos lo vio ya se hallaban frente a un enorme -demasiado enorme- lago brillante, muy similar al que cruzaron en el parque de la ciudad. Pero aquellos reflejos anaranjados y rosados ahora se intensifican en verdes y celestes.