Capítulo Ocho: Plain Confusion.
No pensó que le había afectado tanto hasta que, dos semanas desde que la vio por última vez, Natasha le había enviado un mensaje, informándole que tendría una cita con Max esa noche.
En vez de pensar sobre el porqué la muchacha le facilitó aquella información, miseria era lo único que podía sentir en ese momento. Quería ir a su puerta y caer de rodillas, rogándole con las manos al cielo que lo perdonara por haberse comportado como un idiota, pero se sentía tan terrible esos días que su padre tuvo que intervenir.
Su excusa era que cocinaría Coq au Vin y no quería comerlo solo, y Steve sólo aceptó porque en verdad estaba hambriento.
Días atrás había cometido el error de decir el nombre de Natasha en voz alta, la mañana siguiente de su cita, y su padre le había molestado la tarde completa hasta que se fue a trabajar. Por eso trataba el ser cauteloso ese día.
Al terminar de cortar las cebollas se queda viendo a su hijo, sentado en el sofá con su teléfono en manos.
—¿Aún sigues pensando en la chica?
El salta en su lugar y lo mira con rapidez.
—¿Ah?
Matt ríe y toma una zanahoria.
—¿No has hablado con ella?— tira los vegetales en la olla y abre una botella de vino—. Natasha, ¿no?
Steve rueda los ojos y camina hasta la cocina.
—Me arrepiento de habértelo dicho.
—Ah, vamos. Soy tu padre, Stevie. Tengo derecho de saber quién es tu novia— dice en un tono alegre, vertiendo todo el vino en la olla luego de darle unos sorbos.
—Ella no era mi novia.
—Por la manera en la que estás sufriendo ahora no parece eso.
—No estoy sufriendo— frunce el ceño y dice ofendido.
—Ya, está bien. Lo siento— enciende el fuego—. ¿Quieres hablarme sobre Natasha?
—Bueno, tiene mi edad. Va a la escuela conmigo.
—Oh, entonces no es de tu grupo de amigos. Interesante...
Steve achica los ojos en su dirección antes de continuar.
—Es pelirroja, y tiene ojos verdes. Nació en Rusia y sabe francés.
El mayor evita reír y se limpia las manos con una toalla.
—¿Y estás todo decaído por qué?
Su hijo quiere protestar, pero él le da la mirada.
—Desde que comenzamos a ser amigos me he comportado como un imbécil, y eso pareció haberla enojado la última vez que salimos. Pero hace unos días me escribió y me dijo que tendría una cita con Max.
—¿Max? ¿Max Yosaki?— pregunta con una sonrisa y él asiente—. Ella sí que tiene un buen gusto entonces.
—Agh, no se puede hablar contigo.
—¿Por qué dices que le molestó eso de tu ser un imbécil cuando salieron?— cuestiona con interés esta vez.
Steve se lleva las manos al rostro y se acuesta en el sofá.
—Traté de besarla.
—¡Wow!
—¡Lo había hecho antes! O al menos eso creo...
—¿Y qué pasó esta vez?
—Dijo que estaba funcionando eso de 'seducirla'— hace comillas al aire.
—¿La estabas seduciendo?
—¡Haces muchas preguntas!
—Sólo las necesarias— asiente lentamente con la cabeza—. ¿Es cierto eso de que la has estado seduciendo?
—Bueno... sí, pero...
—¿Te gusta?
—¿Qué? ¡No! ¡Claro que no!— dice casi con asco.
—¿Entonces por qué lo haces?
—Tú... Tú nunca entenderías— se rasca la nuca y mira al piso.
—Ay, hijo. Tienes que buscarte otra excusa— se pone de pie y alborota su cabello—. Pronto nadie te creerá cuando digas que no te gusta.
—Pero...
—Esto estará listo en un rato— cambia el tema caminando a la cocina—. ¿Qué te parece si en la noche hacemos tostadas a la francesa?
—¿Por... Por qué dices eso?— le sigue.
—¿Ah? ¿Acaso no tienes pan? Puedo ir a la panadería mientras esto se termina de cocinar.
—No, no eso— niega con la cabeza—. ¿Por qué dices que me gusta?
Matt sonríe y lo mira a los ojos.
—Puedo ser tu padre, Steve, pero sé muchas cosas. La manera en la que hablas sobre ella... eso no se puede inventar— pone una mano en su hombro—. Lo sepas o no, lo quieras o no, esta Natasha ha hecho algo en ti. Y creo que no te tengo que decir que arregles las cosas con ella, porque no pienso que seas tan tonto— levanta ambas cejas y el muchacho casi tiembla.
—No sé que hacer.
—Llámala, invítala a salir. Cuando des el primer paso sabrás con exactitud qué hacer después— le sonríe y asiente—. Así que no pierdas ni un segundo más— le pasa su celular.
—Dios, pudiste haber sido un psicólogo genial. En vez te pagan por hacer carbonara cara.
—Ser chef es tan demandante como ser médico. Además, eso de ser tu padre es la tarea más ardua de todas.
—Ah, en verdad no puedes estar bien conmigo ni por un minuto— rueda los ojos y va a su habitación, la risa de Matt escuchándose en el fondo.
Abre la conversación que tiene con Natasha, el último mensaje siendo un "me alegro que te haya ido bien" de su parte. Respira profundo antes de comenzar a oprimir las teclas, pidiéndole que se encontraran el día siguiente por la tarde para charlar.
Todo por la apuesta.
¿Cierto?
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-One Shots 'Romanogers'+-
FanfictionHistorias cortas Romanogers y otros ships de Marvel.