"Hey, Rogers"

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Omnisciente

Steve Rogers se encontraba de camino a la casa de su amigo y compañero Clint Barton en un día casual de inicio de verano.

Abrió la pequeña puerta de entrada y caminó por el jardín que tenía la familia, para luego tocar la puerta y entrar como de costumbre.

Caminó por la cocina y dejó su suéter encima de la isla en medio del lugar, dándole una sonrisa como saludo a Laura, que preparaba tres tazas de café.

Esta lo saludó con una mirada extraña, pero el Capitán América hizo caso omiso y se dirigió a la sala.

Unos murmullos se escuchaban, por eso cuando se acercó se llevó la sorpresa.

— Ah... Steve— saludó el arquero, poniéndose de pie y frotándose las manos en el pantalón que traía.

Natasha Romanoff le siguió con rapidez, saludándole con una sonrisa.

El castaño no lo podía creer, pero unos pasos apresurados le hicieron salir del trance.

Un niño pequeño, con cabello rubio y ojos saltones verde esmeralda, de algunos cuatro años según pudo imaginar, corría del pasillo a la sala y de vuelta atrás.

— No sabía que tenías otro hijo, Barton— comentó su amigo, riendo un poco.

Levantó la vista y puso ver a su ex- compañera sonreír.

— En realidad es mío— admitió—. Bueno, nuestro si cuentas cuatro años atrás la última vez que lo hicimos— dijo con naturaleza.

Sus ojos casi se salen de sus órbitas.

— ¿Disculpa?

— Hola, Rogers. Un gusto verte— saludó de forma correcta, sentándose nuevamente.

Él hombre se quedó parado sin moverse.

— Y... ¿quieres café?— preguntó Clint con nerviosismo.

«»

No se podría decir que pasó una hora, ni 30 minutos en realidad. Diez minutos luego de el ofrecimiento de la taza de café, el arquero decidió dejar a sus amigos solos un momento.

Salieron al jardín trasero, él abriéndole la puerta para pasar primero.

Ella sonrió ante el gesto.

— Los buenos hábitos no cambian, ¿no?— comentó con ironía, mientras observaba el rostro del hombre.

Este no respondió. En cambio, su rostro reflejaba confusión, miedo y muchos sentimientos más.

Ella se acercó a él y puso la mano en su mejilla, frotándola con su pulgar.

— No tienes que sentirte así, Steve.

Tomó la palma de su mano entre la suya.

— ¿Te vas por cuatro años y eso dices?— preguntó con dureza.

Ella lo entendía más que nadie.

Respiró profundo y le invito a sentarse.

-One Shots 'Romanogers'+-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora