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WandaNat.

Las aventuras de Wanda y Natasha pt. II

SMUT. Dios, esto se salió de mis manos.

Agradece al cielo cuando reconoce su habitación al despertar. Luego se da cuenta de que está completamente desnuda y que dicha habitación está vuelta un desastre.

Por alguna razón su sábana sólo llega hasta sus tobillos, y encima de su armario ve colgando un sostén que definitivamente no era suyo; una copa muy grande y un encaje muy escandaloso que nunca se atrevería a usar.

Se rasca una mejilla y un fuerte dolor de cabeza se desencadena de la nada, haciéndole cerrar los ojos. Y en la oscuridad de su mente recuerdos de la noche —y madrugada— anterior se hacen visibles.

Sus amigos invitándola al bar. Natasha halando su cabello. Steve riéndose de ella toda la noche. Natasha entre sus piernas. Una canción de Maya Hawke. Natasha gimiendo su nombre. Dios, quizá todo había sido un sueño, pero al abrir los ojos se da cuenta de las marcas en sus muñecas y recuerda que Natasha la había atado al espaldar de la cama en algún punto de la noche.

Una escalofrío pasa por su espina dorsal y siente la garganta seca, como si nunca hubiese tomado agua en su vida.

Todo su cuerpo duele cuando finalmente se pone de pie y los dedos de sus manos están entumecidos. Un gemido casi se escapa de sus labios al verse en el espejo: sombras negras bajos su ojos, chupetones y marcas rojas en su cuello y pecho. Le sonríe a su reflejo y se regala un pulgar arriba.

Levanta su ropa interior del piso y la observa con cuidado. El pensamiento de usarla nuevamente se desvanece al darse cuenta de que estaban completamente arruinadas, y que ni lavarlas diez veces o siquiera un exorcismo con agua bendita le quitarían todas las cosas absolutamente sucias que había vivido con ellas la noche pasada. En vez pasa a su closet y se pone una camiseta enorme con un Snoopy sosteniendo una bandera del orgullo.

Hasta ese momento no se había detenido a pensar en la mujer que la puso en aquel predicamento, con sus ojos verdes y sus dedos perfectamente entrenados, hasta que la ve sentada en su comedor, una camiseta de alguna banda de rock que le había robado a Clint cubriendo su figura, y su teléfono en manos.

Reconoce el francés saliendo con fluidez de sus labios aunque ella misma no lo hablase, Natasha sumamente enfocada en la conversación que está teniendo hasta que voltea y la ve. Sus ojos se iluminan y le sonríe.

Je t'appellerai plus tard. Au revoir— dice a la otra línea, sus ojos nunca dejando los suyos, y siente su entrepierna en llamas. Quería que Natasha le hablara francés al oido con su voz ronca y sexy y que volviera a hacer eso que hizo con su lengua anoche.

Traga en seco, su garganta siendo ahora el desierto de Sahara, y aprieta las piernas.

Bonjour chérie, comment vas-tu?— sale de sus preciosos labios y Dios, se va a venir justo allí.

Ve como la pelirroja frunce el ceño y se da cuenta de su error en seguida.

—Lo siento, mi cerebro continúa pensando en francés— suelta una risa y sabe que tiene que googlear donde se encontraba la iglesia más cercana porque necesitaría una confesión por todos los pecados que volverá a cometer ese día con la mujer.

—Puedes hablarme en francés todo lo que quieras— no pretende que sus palabras se escuchen tan necesitadas, pero en verdad quería sus manos sobre su cuerpo en ese instante.

Ve a la mujer enarcar una ceja y levantarse de la mesa.

—¿Sí?— camina hasta ella, no atreviéndose a tocarla—. ¿Te gusta?

-One Shots 'Romanogers'+-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora