OmniscienteNatasha Romanoff, la temida Black Widow, estaba en proceso de seguir a su corazón, o enviar todo al infierno.
Al parecer, su atractivo y seducción habían funcionado perfectamente para atraer al hombre que menos pensó: Steve Rogers.
¿Por qué el hombre de América, el rostro de defensa y seguridad del país, no podía tener algo con la rusa entrenada para matar? La respuesta fue obvia en algún momento para la pelirroja; no era correcto.
Sería como mezclar agua y aceite; un perro y un gato; el blanco y el negro... Pero al parecer, Black Widow había encontrado un "pero" en eso.
No se perdía nada con mezclar el agua y el aceite; los perros y los gatos no siempre se llevaban mal; y entre el negro y el blanco, siempre existiría al gris.
— Yo quiero ser el gris de alguien.— dijo decidida, en voz sólo audible para ella y sus pensamientos.
Por el otro lado, estaba Steve Rogers; sólo temible si se molestaba, o interferían con amigos y familia.
El centinela de América, el escudo infalible de la nación, el protector innato.
Ni siquiera él, uno de los hombres más fuertes, pudo resistirse a la magia del amor.
Sus sueños liberales con su patria, fueron interrumpidos por una intrépida pelirroja de brillantes y llamativos ojos verdes.
Su voz ronca, acompañada de un corto acento ruso, no salían de su cabeza y, a gracia de él, lo acompañaban todo el día, poniendo una sonrisa amplían en su rostro.
Su hambre había cesado; su sueño cortado, y su respiración fallado, como sus latidos del corazón, cuando había caído en cuenta de que, no sólo Margaret Cárter, la preciosa Peggy de pálida tez, y cabello castaño, sería su único amor.
— Amigo, ya deja de pensar en ella.— el amigo de la infancia del Capitán, puso su mano en el hombro del rubio, mirándolo con una sonrisa.
— Bucky, es que...— dio un suspiro y se removió un poco en la silla.— Es perfecta.— concluyó para sonreír otra vez.
El Soldado del Invierno rió, y se enfocó en el sándwich que descansaba sobre un plato frente a Steve.
- Steven, si te gusta dile.— aconsejó el hombre de largo cabello, adueñándose del aperitivo que contenía suficientes carbohidratos como para pasar la noche.
— Si tan sólo fuera tan fácil.— respiró profundo, y volvió a pensar en cómo su rojizo cabello se movía cada vez que daba un paso.
— Si eso es lo que crees, te ayudaré a pedirle una cita. Es como un entrenamiento.— ya iba a la mitad del sándwich cuando opinó esto.
El Capitán lo miró dudoso por un momento, pero no faltó más emoción y devoción luego para asentir a su oferta.
El día había llegado para la pelirroja, que durmió plácidamente algunas horas en la noche, debido a sus indeseadas y constantes pesadillas.
Se removió en la cama, acoplándose a sentirse en movimiento otra vez.
Comenzó a estirarse un poco desde su posición, pero unos golpes en la puerta la abstuvieron de eso.
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-One Shots 'Romanogers'+-
FanfictionHistorias cortas Romanogers y otros ships de Marvel.