Let's Make a Baby

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A la hora del almuerzo, Steve Rogers podía ver evidentemente cómo Natasha trataba con todas sus fuerzas el no decir lo que estaba pensando, y no sabía con exactitud si esto le sorprendía o debería preocuparle.

—Hey— comienza a decir sin darse cuenta—, sabes que me puedes hablar de lo que sea, ¿cierto?

Ella suspira mientras juega con la pasta en su plato.

—He estado pensando estos días— habla sin ganas, su vista en la mesa.

—Eso no es algo fuera de lo común. ¿Algo malo pasó? ¿Algún cliente?

—No...

—¿Es por el cambio del nombre de la firma otra vez? Nat, te dije que no tenías que preocuparte sobre eso. Tenemos una clientela fija, y-

—No es eso— interrumpe dejando su tenedor al lado, su almuerzo apenas tocado.

—¿Entonces qué?

—Quiero un bebé— anuncia y Rogers se casi se ahoga en su agua.

Comienza a toser con fuerza y las demás personas en el restaurant miran a su mesa con confusión.

—¿Ah?— pregunta incrédulo cuando ya no tose violentamente.

—Sí, quiero tener un hijo.

Abre y cierra la boca un par de veces antes de poder formar una oración completa.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? Desde que te conocí siempre has dicho que no querías tener hijos.

Suspira otra vez y lo mira a los ojos.

—Todos mis amigos, salvo tú, tienen hijos. No pensé que estaría yendo sola los domingos a brunch porque mis compañeros tienen que ir a la iglesia y luego a Denny's con sus familias— cruza los brazos sobre su pecho y frunce el ceño.

—¿Entonces quieres tener un bebé para tener algo que hacer los fines de semana?— abre mucho los ojos tratando de entender.

—¿Es eso algo malo?— cuestiona realmente sin saber y Steve rasca su cabeza.

Si no conociera a Natasha Romanoff le sorprendería eso de que era una de las mejores abogadas del país.

—Nat, cariño— cierra los ojos antes de tomar sus manos sobre la mesa—. ¿En verdad quieres hacer esto? ¿Por qué no lo piensas un poco más?

—Ah, Rogers— le da un manotazo y cruza sus piernas—. Tengo casi cuarenta años y nadie quien me espere cuando llegue a casa en la noche. Es... solitario.

—¿Natasha preocupándose por tener una vida solitaria?— no puede evitar decir sarcásticamente, casi riendo.

—Hablo enserio. Quiero... quiero a alguien que me haga sentir que no me levanto todas las mañanas en vano. 

—Consíguete un perro.

—¡No es lo mismo!— niega riendo.

—Te he conocido por veinte años y esta es la primera vez que hablas del tema. ¿Le has dicho a alguien más?

—No.

—¿Ni siquiera a Wanda?— la ve negar con la cabeza—. ¿Por qué no?

—No creo que ella me pueda ayudar con lo que necesito.

—¿Con lo que necesitas? ¿Acaso vas a secuestrar a un bebé?

La pelirroja ríe.

—He estado investigando clínicas de fertilidad. Hay una bastante aclamada en San Diego.

-One Shots 'Romanogers'+-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora