-"Tutora II"-

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Omnisciente

Las pequeñas vacaciones de invierno habían llegado junto con un terrible resfriado para el muchacho.

Ese día se suponía tenía que ir a una charla en el auditorio de la universidad junto con todas las demás personas que estudiaban allí, pero sus síntomas lo abstuvieron de eso.

No pensó que el 21 de diciembre estaría despierto casi a las siete de la mañana, contando con que para ir simplemente a estudiar se le hacía difícil, era mucho peor cuando el frío de la calle te invitaba a quedarte en cama hasta tarde.

Se removió una vez más en la cama, maldiciendo por no poder concentrarse en dormir.

Se acostó sobre su espalda y resopló, cubriéndose un poco más con la manta que tenía allí.

Por alguna razón miró al frente, al umbral de su puerta abierta, encontrándose con una agradable sorpresa.

— Hola— saludó con esa voz ronca de ella.

Él parpadeó un poco.

— ¿Nat?— preguntó incrédulo.

— En persona— se encaminó hasta su cama—. ¿Puedo...?

— Cla... claro— asintió con rapidez, dándole un espacio para que se sentase.

Ella sonrió y se sentó en el borde de la cama.

— Y... ¿qué haces aquí?— preguntó cuando hubo unos minutos de silencio—. Y sobre todo, ¿cómo demonios entraste?

Ella rió.

— Te vengo a visitar, ¿es eso un problema?— enarcó una ceja.

— No, no. Claro que no

— Y bueno, le agrado mucho a tu mamá— alardeó.

El estudiante de arquitectura rió.

— Bien, gracias Nat— sonrió un poco para luego toser.

La pelirroja hizo una mueca.

— Sarah también me contó esto.

Steve hizo un pequeño puchero, y se metió entre las sabanas otra vez.

— La verdad es que no me siento nada bien— admitió el muchacho, luego un estornudo le siguió.

Ella ladeó la cabeza.

Se acercó y puso la palma de su mano en su frente.

— Steve, estás ardiendo en fiebre— le informó ella.

Él se encogió de hombros.

— Además, no he dormido casi nada, y creo que ya me está afectado— parpadeó un par de veces.

Ella rió.

— ¿Por que lo dices?

— Veo algunas cosas, como puntos volando por doquier.

— Eso se llama flotadores, y es normal. No significa que te estás volviendo loco no nada de eso— rió un poco más, y se cruzó de brazos.

Él comenzó a temblar lentamente.

— Bien...— corrió la sabana y se quitó los zapatos, acostándose con él.

— ¿Qué... que estás haciendo?— preguntó con nerviosismo.

— Quizá te ayude a dormir— se encogió de hombros y tomó las manos del castaño. Se quedó mirándolo de frente.

-One Shots 'Romanogers'+-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora