Capítulo 21 (Parte 2)

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Al duque de Ridgeway le gustaba Rapunzel Krone. Parecía ser el tipo de amiga que Elsa necesitaba. Era sensata, práctica, alegre, afectuosa. Una vez que Elsa se recuperó después de haber estado a punto de desmayarse, Rapunzel se la llevó a su habitación un rato pese a las protestas de la chica.

Pero el duque no estaba seguro de que le gustara Frederick Krone. Era un hombre rubio castaño y atractivo, tranquilo y amable. Sí, tenía todas las cualidades necesarias para hacer que las mujeres se enamoraran de él. Su Excelencia reconoció que, combinadas con su atuendo clerical, debían de resultar irresistibles para la mayoría de las mujeres.

Y Elsa le importaba. En cuanto las mujeres salieron de la habitación, hizo preguntas precisas y perspicaces hasta lograr que contara toda la historia.

—Un hombre así no debería ser el líder social de una comunidad —comentó el cura—. Tendrían que procesarlo. Por desgracia, hacerlo implicaría causar más tensiones a Isabella. Supongo que hay que conformarse con el acuerdo que ha obtenido.

—Yo también he llegado a la misma conclusión —afirmó el duque—. Personalmente me gustaría hacer pedazos a ese hombre, pero, sí, eso no sería lo mejor para la señorita Andersen.

El reverendo Krone lo miró directamente, con unos ojos que parecían ver a través de su alma.

—La señorita Andersen no debería permanecer aquí —observó el duque—, aunque estoy bastante seguro de que su primo ya no supone un peligro para ella. No sería apropiado para una dama de su estatus volver a mi casa para trabajar de institutriz de mi hija. Tengo intención de encontrar a Brockehurst y convencerlo para que le entregue una asignación considerable hasta que adquiera el control de su fortuna a los veinticinco años. Si no lo logro, intentaré que trabaje como acompañante de una dama mayor.

Aquellos ojos volvieron a ver en el interior de su alma y lo vieron todo.

—Creo que ha hecho más de lo que se supone que debe hacer un señor por los que dependen de él —comentó el reverendo Krone—. Isabella ha sido afortunada. Pero ahora está entre amigos. Mi hermana y yo hemos hablado de planes posibles para su futuro. Ahora que sabemos que no irá a juicio, podemos presentarle esos planes y ver si los acepta.

El duque pensó que uno de esos planes implicaba que el cura se casara con Elsa. Y puede que ella también quisiera casarse con él, si lograba superar un hecho que había sucedido en su vida en Londres. Y quizá sería lo mejor que podría ocurrirle. Iba a casarse con aquel hombre antes de que la muerte del ayuda de cámara de Brockehurst lo cambiase todo. Probablemente lo amaba, y a él parecía importarle.

El duque no estaba nada seguro de que le gustara Frederick Krone, y debía marcharse. Ya no tenía más razones para quedarse, sobre todo si sus amigos estaban dispuestos a ayudarla a establecerse en un lugar que no fuera Heron House. Tendría que esperar hasta que Elsa volviese a aparecer, despedirse formalmente de ella, y a continuación empezar su viaje de vuelta a casa.

Podría volver a Willoughby menos de una semana después de marcharse. Volver con Arianna. Antes quizá de que Aster se marchase, a tiempo para ofrecerle a Toothie algún tipo de apoyo en el dolor que sufriría cuando se fuera. Aunque ella no le permitiría que se le acercara, claro está.

Tendría que volver e intentar empezar a olvidar. Debía hacerlo pronto. ¿Por qué postergarlo?

Pero aceptó una invitación a comer y volvió a contarle su historia a Elsa, que apenas habló, y a la señorita Krone, que mostraba una enorme curiosidad. Elsa no parecía tan aliviada y emocionada como debía estarlo. Pero había que pensar que acababa de liberarse de la tensión de los últimos meses. Debía de resultarle difícil hacerse a la idea y reconocer que todo había terminado, que era libre.

La perla secreta (Adaptación Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora