Capítulo 28 (FINAL)

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Ella depositó los libros que llevaba y lo observó mientras él dejaba el sombrero y los guantes en la mesa. Elsa se volvió y lo condujo hasta un salón cuadrado y acogedor, que tenía el pianoforte en una esquina y hacía que el resto de los muebles de la habitación parecieran pequeños.

Las cosas estaban yendo como él había pensado, como había llegado a creer. No estaba realmente contenta de verle: estaba incómoda y avergonzada.

—¿No quiere sentarse, Su Ex...? —Hizo una señal con la mano hacia una silla, pero se detuvo y se ruborizó.

Estaba muy hermosa. El duque se había quedado sin aliento en cuanto la había visto agacharse para abrazar a Arianna. Más hermosa incluso de lo que recordaba. Tenía elegancia, un sentido de la dignidad más pronunciado de lo que lo había sido antes.

Él era muy consciente de su propia fealdad, de su cicatriz. Y tenía que resistir conscientemente el impulso de volverse de lado para que ella no la viera.

—Voy a llamar para que traigan un poco de té, y algo de comer. Es la hora del almuerzo. Ha estado viajando desde el desayuno, ¿no es así? Debe de tener hambre.

—No tengo —afirmó él—. Entonces, ¿está contenta? La escuela parece un lugar alegre. Es una casita acogedora, y más grande de lo que me esperaba.

—Sí. —Ella le sonrió—. Estoy contenta. Estoy haciendo lo que me gusta hacer, y estoy rodeada de mis amigos.

—Me alegro. Tenía que venir para asegurarme.

—Gracias. Ha sido muy amable por su parte. Debe de estar deseando volver a casa, después de pasar tanto tiempo fuera.

—Sí. Tengo muchas ganas.

Pero al mismo tiempo el duque pensó que no se había preparado nada bien. Creía que sí. Creía que estaba preparado para lo peor. Pero el corazón le pesaba terriblemente en el pecho y no podía pensar en su hogar o en el invierno que se avecinaba, ni en los años que vendrían a continuación.

No sin Elsa. Willoughby no sería su hogar sin ella, ni valdría la pena vivir el futuro así. No después de un año de esperanza en el que había tratado de convencerse de que no lo era en absoluto.

Elsa ahuecó un cojín en una silla sin que realmente fuera necesario y se sentó, aunque él no había aceptado su invitación a sentarse.

Y ella pensó en algo que decir y mantuvo una expresión cortésmente alegre.

Durante un mes entero —durante once meses—, ella se había convencido de que no iría, de que se olvidaría de ella, de que lamentaría las precipitadas palabras de amor que le había dirigido. Pero aun así durante el mes anterior lo había esperado una hora tras otra y se había dicho a sí misma una y otra vez que no iría.

Él estaba de pie en su salón, con las manos detrás de la espalda y una expresión oscura y taciturna, mirando como si desease estar en cualquier otro lugar de la tierra excepto donde se encontraba.

Había ido movido por el sentido de la responsabilidad, porque había dicho que iría. ¡Jack y su maldito sentido de la responsabilidad! Volvía a odiarlo, y deseaba que estuviera a un millón de kilómetros de distancia.

—¿No le han molestado ni Brockehurst ni su familia? —le preguntó fríamente.

—No. No he sabido nada de Hans, aunque se rumorea que podría estar en cualquier parte de Sudamérica o la India. La prima Drizella está aquí.

—Y el reverendo Krone y su hermana siguen siendo amigos suyos. Me alegro.

—Sí.

Elsa deseó con todo su corazón que Lady Arianna no hubiese ido a la excursión. Deseó que se marchara sin más dilación. Deseó poder empezar a vivir el resto de su vida.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2020 ⏰

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La perla secreta (Adaptación Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora