Capítulo 12 (Parte 2)

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La clase de francés había ido muy bien, al igual que la clase de historia, o mejor dicho la historia de historia. Cuando Elsa cogió el globo terráqueo grande de su estante para la clase de geografía, Lady Arianna quería saber dónde estaba la India.

—Mi tío Aster estuvo allí —afirmó la niña, y marcó con el dedo siguiendo las indicaciones de Elsa la larga ruta marítima que su tío debía de haber tomado para volver a Inglaterra.

»No me gusta mi tío Aster —añadió Arianna con franqueza.

—¿Por qué? —Elsa dio la vuelta al globo para que la India volviera a quedar delante de ellas—. Sólo lo conoce de un día, y estaba cansada.

—No le gusté —insistió la niña—. Se reía de mí.

—Eso debe de ser porque no está acostumbrado a las niñas —explicó Elsa—. Algunas personas no saben cómo hablarles a los niños. Les dan un poco de miedo.

—Dijo que no me parecía a mamá. Que era igual que papá. Me gustaría parecerme a mamá. Todo el mundo quiere a mamá.

—¿Y cree que no la quiere todo el mundo porque es morena como su papá? —preguntó Elsa—. Creo que se equivoca. La gente morena puede ser muy atractiva. Su tátara tátara abuela era muy morena y muy hermosa. Me recordó a usted cuando vi su retrato en el piso de abajo hace un par de días.

Los ojos oscuros la miraron adoptando una expresión crítica.

—Eso lo dice usted —protestó Lady Arianna.

—Igual debería verlo por sí misma —sugirió Elsa—. Y quizá debería empezar a familiarizarse con la familia de su papá. Se remonta a centenares de años, mucho antes de que su papá o usted existieran siquiera.

Elsa sabía que la mayoría de las damas, incluida la duquesa, seguían en Wollaston. Su Excelencia el duque había salido a caballo con varios caballeros para ver sus granjas, aunque hacía una hora que se había puesto a lloviznar otra vez. Seguro que no había ningún problema en llevar a Lady Arianna a la galería alargada, tal y como Su Excelencia había deseado que hiciera en alguna ocasión.

Primero observaron el retrato de Van Dyck de la dama morena que había sido duquesa de Ridgeway, rodeada por su familia, incluido el duque, y por los perros de la familia.

—Es muy guapa —exclamó Arianna, aferrándose a la mano de Elsa—. ¿De verdad me parezco a ella?

—Sí. Creo que se parecerá mucho a ella cuando sea mayor.

—¿Por qué llevan los hombres un pelo tan raro? —preguntó la niña.

Examinaron el pelo, las barbas y las ropas de sus antepasados para fijarse en lo mucho que habían cambiado las modas con el paso de los años. Lady Arianna se rió cuando Elsa le explicó que hasta hacía pocos años, los hombres solían llevar peluca.

—Y las damas también —añadió la institutriz—. La abuela de su papá llevaba una peluca grande y la empolvaba hasta que quedaba blanca.

Se desplazaron por la galería para fijarse en el retrato hecho por Reynolds de un antepasado mucho más reciente y demostrar así lo que le estaba explicando.

Era una clase informal sin ningún plan ni objetivo particular, pero sin duda la niña estaba interesada. Elsa lo notaba. Debía llevarla cada vez que supiera que no las iban a interrumpir. Se esforzaría en lograr que Lady Arianna no se criara con unos conocimientos tan escasos del pasado como los que tenía ella misma.

Pero la niña se cansó enseguida de examinar cuadros antiguos.

—¿Qué hay en esos armarios? —preguntó, señalando.

La perla secreta (Adaptación Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora