Capítulo 28

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Golpeaba con fuerza el saco de arena frente a mi desquitando el estrés que llegaba encima todos los días, el señor Roberts se encontraba a mi lado levantando pesas como siempre

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Golpeaba con fuerza el saco de arena frente a mi desquitando el estrés que llegaba encima todos los días, el señor Roberts se encontraba a mi lado levantando pesas como siempre.

— No puede ser ¿que hace aquí? — pregunta en un susurro para el mismo el señor Roberts, pero lo escuché claramente, deje de golpear el saco y me giré hacia donde miraba el calvo.

— ¿Que hace esa perra aquí? — pregunte molesta quitándome las vendas de mis manos tirándolas en una parte del piso en mi caminata hacia la entrada del lugar.

— Sarah, no tenías permitido volver — hablo molesto el señor Roberts a mis espaldas, me crucé de brazos dándole una de mis peores miradas a la estupida pelirroja.

— Vine porque quiero y puedo, este lugar también es mío, Roberts.

— ¿Sabes que es tuyo, perra? mi golpe en tu estupida cara — amenazante avance un paso, pero el brazo del señor Roberts me impidió avanzar más de un paso.

— Desde que viniste a robar dinero de mi caja fuerte ya no tienes derecho a entrar, Sarah.

— Este lugar lo costeamos entre ambos, Bill.

— Así era al principio, recuerda el juicio que tuvimos hace una semana Sarah, no insistas si no quieres que llame a la policía.

— Pues no me iré.

— Vete de aquí si no quieres que te saque a patadas, estupida analfabeta — salté molesta.

— Oh, aún esta aquí está pequeña, hey cariño — sacó un dólar de su bolsillo delantero — ¿porque no te vas a comprar un dulce?

Sonreí tomando el dinero, camine un paso más cerca de ella golpeando su estomago provocando que se retorciera colocándose de rodillas, coloqué mi mano en su mandíbula apretando para que mantuviera su boca abierta, sonreí maliciosamente y metí el sucio dólar dentro de su boca, cerré su asquerosa boca para empujarla de los hombros cayendo de espaldas.

— Gracias por el dólar, cariño — sonreí y sentí el brazo del señor Roberts sobre mis hombros, alcé mi mirada viendo cómo me sonreía orgulloso.

La pelirroja vomitó el dólar de su boca levantándose furiosa — niña estupida — se acercó a mi, pero yo simplemente sonreí sin importancia — vamos al cuadrilátero, princesa.

— Me parece perfecto — sonreí de lado viendo cómo caminaba al cuadrilátero tomando unos guantes en el camino. Alcé mi hombros feliz de que por fin tendría una pelea decente con la pelirroja más inútil del mundo — perra ilusa.

— Emma — llamo mi atención el señor Roberts mirando fijamente a su ex novia ya sobre el cuadrilátero — destruyela.

— A sus órdenes, capitán — sonreí corriendo hacia mi contrincante.

Acostada sobre la larga banca de madera de los cambiadores pensando en la pesada pelea junto a la pelirroja que fue más fácil de lo que pensé, hay que aceptar que la señora tenía experiencia, pero era bruta y sin razonamiento, muchos golpes y poca...

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Acostada sobre la larga banca de madera de los cambiadores pensando en la pesada pelea junto a la pelirroja que fue más fácil de lo que pensé, hay que aceptar que la señora tenía experiencia, pero era bruta y sin razonamiento, muchos golpes y poca estrategia, terminé con ella con unos dos cross y un jab, cayendo inconsciente en el piso en el primer asalto.

Suspire y me levante para agarrar mi bolso situado en mi casillero abierto, cerré con fuerza la puerta para empezar a caminar a la salida del lugar no sin antes despedirme cortamente de la mano del señor Roberts quien estaba ocupado con un chico en la sección de corredoras.

Mi mirada se fijó en un chico a las afueras del gimnasio, por el transparente borroso de la puerta no podía identificar muy bien quien era, pero al ver ese rizado cabello, sonreí para salir rápidamente y besar su mejilla lsorprendiéndolo.

— ¿Que haces aquí, Bassett?

— Vine a buscar a mi castaña favorita del mundo para ir a desayunar — tomo mi mano para entrelazarla con la suya.

— Es muy temprano para que estés levantado de la cama.

— "Hay personas por las que vale la pena derretirse" — solté una carcajada para negar con la cabeza — okey, okey, vale la pena levantarse por las personas que quieres ¿mejor?

Asentí mordiendo mi labio — mejor ¿y donde iremos a desayunar?

— Pensaba que en una cafetería a unas cuadras de aquí.

— Okey, pero primero iré a ducharme y cambiarme por algo decente.

— Pero así te ves muy bien, Emma — negué con la cabeza jalando de su mano a la dirección de la casa de los Rodrigo — ¿de que te disfrazaras para la fiesta de hoy?

— No lo sé, Liv está viendo eso, realmente no me interesa mucho ¿y de que te disfrazarás?

— ¿Un chico normal? — preguntó dudoso, una risita nasal se me salió y le sonreí.

— Es el mejor disfraz del mundo.

Caminamos en silencio por unos minutos, tomados de nuestras manos dedicándonos pequeñas miradas en el camino, al igual que sonrisas. Al llegar a la puerta de la casa me paré, giré al castaño y repentinamente lo bese suavemente, colocando mis manos en sus mejillas, sus manos pararon en mi cintura desnuda por andar en un top deportivo.

Emma ¿que mierda haces? — preguntó una voz a mis espaldas en español,  me separé del castaño al reconocer la voz de hombre en mis espaldas.

Suspire y me giré al rubio — ¿que haces aquí?

Yo pregunte primero Emma, te estabas besando con este tipo en la calle ¿quien mierda es el? — preguntó casi gritando haciendo que apretara mis puños.

— Oye, amigo... — intento calmar Josh al rubio, pero este se molestó más cruzándose de brazos.

Hablaremos ahora, Emma.

Cruce mis brazos igualmente, pase mi lengua por mis labios con irritación por la presencia de mi ex novio — Felipe, será después.

Ahora, Emma.

Bufé molesta y me giré al castaño — Josh, desayunaremos otro día.

— Emma... — lo detuve besándolo cortamente en la comisura de sus labios.

— Está bien, vete.

Josh me miro dudoso para después besar mi frente — ten cuidado, llámame cualquier cosa ¿si?

— Te llamaré apenas me desocupe de este bobo — susurré en su oído para después separarme y mirarlo con una sonrisa sincera mirándolo a sus ojos avellana.

— Me voy — besó mi mejilla para subirse a su auto que estaba estacionado fuera de la casa, mi mirada lo siguió hasta que el auto partió desapareciendo de mi vista.

Al ya no ver a Josh mi sonrisa desapareció y una mueca apareció en ella girándome a ver al rubio frente a mi quien me miraba de una manera no muy amable. Sin prestarle importancia, abrí la puerta de la casa y entre en ella con Felipe pisándome los talones.

Okey, Felipe estaba aquí, en Los Angeles, okey, todo normal, todo tranquilo.

— ¡¿Que mierda haces aquí?!

— ¡¿Que mierda haces aquí?!

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Sofiadaaholland

EXCHANGE, Joshua BassettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora