Capítulo 49

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Sonreí plena y sinceramente de felicidad luego de interminables días de sufrimiento puro, bueno, era lo que me ganaba por mi increíble estupidez

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Sonreí plena y sinceramente de felicidad luego de interminables días de sufrimiento puro, bueno, era lo que me ganaba por mi increíble estupidez.

Mis padres habían estados atentos de mi desde que había despertado llenándome de besos y de pastel, literal, en todo el rostro.

Ahora estábamos cenando en familia, mis cinco hermanas sentadas felizmente comiendo sumergidas en sus mundos, mi padres estaban hablando entre ellos en susurros, todos ignorándome en este momento, wow, genial cumpleaños ¿no? bueno, no todos, Claire frente a mi me observaba en silencio, llevaba días sin hablarme solo observándome con el ceño fruncido sin razón aparente.

Suspire irritado soltando mi tenedor cayendo ruidosamente sobre la mesa llamando la atención de todas las personas en la mesa — ¿que me miras?

— Miró tu cara de idiota — soltó en un tono grave cruzándose de brazos, la miró indignado entre abriendo mi boca.

— ¡Claire! — le regaña mi mamá interrumpiendo la grosería que le devolvería.

— ¿Sabes porque digo eso? — preguntó hacia mi mamá levantando una ceja molesta — el idiota de tu hijo rompió con tu queridísima nuera.

Mi mamá rápidamente me miro sin decir nada con el ceño fruncido buscando mi mirada que se desvío rápidamente hacia otro lugar mordiéndome la lengua intentando contener el chillido de dolor que me había provocado recordar otra vez, como todos los días ese doloroso día — no es asunto tuyo — murmuro hacia mi hermana hundiéndome en la silla.

— Pero mío si — contraatacó mi mamá posando su mano sobre la mía — ¿que pasó con Emma, cariño?

Trague saliva tenso, sintiendo más grande el nudo en la garganta — terminé con ella.

— ¿Porque? — preguntó en un tono bajo acariciando mi mano con su pulgar.

— Porque es un idiota — murmuró Claire atacándome directamente, la miro fijamente con mis ojos vidriosos.

— Claire... — regaño mi padre enderezándose en su asiento.

— No, es verdad — solté la mano de mi madre levantándome de la mesa con la mirada atenta de todos sobre mi — soy un grandísimo idiota y me merezco lo peor del mundo.

— Josh... — murmuró Winter a mi lado, pero negué con la cabeza sintiendo como las lágrimas querían salir de mis ojos, pero no haría esto aquí, no frente a ellos.

— Me voy a mi habitación, permiso — hablé rápidamente saliendo del sofocador salón.

Corrí escaleras arriba hacia mi habitación donde me encerré con el dolor constante en todo mi cuerpo, apoye mi frente contra la puerta ya estando cerradas ahora dejando salir las lágrimas que derramaba cada día con el dolor del primer amor perdido.

Había perdido a Emma por mera culpa mía, porque era un idiota.

No había día en que no sufriera llorando desconsoladamente por ella, por sus hermosos ojos que habían llorado por mi culpa, por su sonrisa que desapareció por mi culpa, realmente me lo merecía completamente, me merecía todo el sufrimiento del mundo.

El suave toque en la puerta hizo que retuviera los sollozos con mi mano, apreté los ojos intentando detener las saldas lágrimas, pero se me fue imposible y solo logré aclarar mi garganta — no quiero hablar.

— No vengo a hablar — escuche la clara voz de Claire al otro lado de la puerta — tampoco a regañarte por romperle el corazón a mi cuñada, solo, solo quiero entregarte algo ¿si? es un regalo de cumpleaños.

Restregué la manga de mi sudadera por todo mi rostro mientras respiraba profundamente para calmar mi llanto y cuando estuve un poco más decente abrí la puerta con suavidad dejándola entre abierta metiendo mi cabeza por allí para ver a mi hermana que solo me estiro un estuche de ukelele con el rostro serio, la mire con el ceño fruncido, ella ya me había dado un regalo entre dientes en la mañana.

Claire al percatarse de mi confusion solo lo empujó contra mi rostro haciendo que me quejara — no es mío.

Alce mi mano recibiéndolo con cuidado y al ya tenerlo en mis manos, mi hermana menor se giró bajando por la escalera sin decirme ninguna palabra más dejándome con curiosidad.

Entré nuevamente en la habitación cerrando con delicadeza la puerta caminando a la cama sentándome con descuido y la mirada puesta en el estuche que a los segundos sacando rápidamente el ukelele que hizo que sonriera encantando por su diseño. Lo acaricié con las yemas de mis dedos, entonces llego a mi mente rápidamente el emisor del regalo, Emma, por supuesto.

Medio sonreí recordando ese día en el patio trasero de los Rodrigo ambos estábamos acostados sobre la hamaca que se movía con suavidad cargando nuestros cuerpos abrazados en la tranquila noche. Su linda y pequeña cabeza colocada sobre mi pecho escuchando mientras respiraba, yo sonreía plenamente con el corazón contento al tenerla entre mis brazos, amándome tanto como yo la amaba a ella.

— ¿Sabes tocar el ukelele? — preguntó de la nada haciéndome estremecer.

Sonreí sereno pasando mi mano por su corto cabello hasta su espalda dejando caricias — claro...

— Liv a estado toda la semana tocando su ukelele, creo que me explotará la cabeza en cualquier momento — reí suave viéndola trazar patrones sobre mi abdomen con su dedo índice entretenida en lo que hacia.

— Bueno, yo haría lo mismo si tuviera uno — entonces la veo levantarse apoyando su cuerpo en su brazo mirándome con su hermosa mirada café que me tenía loco y sus carnosos labios entre abiertos llamándome a besarlos.

— ¿No tienes uno? ¿porque eso?

Levanto mis hombros quitándole importancia, alzo mi mano a su mejilla tomando un mechón de cabello que caía sobre el llevándolo detrás de su oreja para dejar allí mi mano intacta mientras la observaba con calma — nunca me ah llamado la atención comprarme uno, Claire tiene uno y yo lo utilizo de vez en cuando.

— ¿Sabes que? alguna vez te regalare uno para que me toques una serenata — se movió rápidamente sentándose sobre mi abdomen, subo mi mirada observándola de los más bajo, desde aquí parecía una verdadera diosa, mi diosa.

— A ti te tocaría lo que sea — sonreí de lado llevando mis manos a su cintura.

— Oh, eso sonó tan pervertido — soltó una risita ahogada escondiendo su rostro en mi cuello mientras reía sin parar, haciendo que me estremeciera completamente, su risa era la mejor melodía que podría llegar a escuchar.

Confirmado, estaba completamente arrepentido de haber elegido mi carrera en vez de Emma, la extrañaba y dolía más que mil demonios no tenerla conmigo, recordándola todos los días con el dolor contaste en mi corazón sin dejarme tranquilo ningún segundo.

Ahora odiaba la vida, mi trabajo, mi manager y por sobre todo a mi.

Ahora odiaba la vida, mi trabajo, mi manager y por sobre todo a mi

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Sofiadaaholland

EXCHANGE, Joshua BassettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora