^ treinta y uno

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Si pudiera describirme en una palabra seria, muerta viviente, era más cansancio y ojeras que persona. Todo el camino del Incheon a Seúl me quedé dormida. Hubiera deseado que el camino fuera más largo. A este punto me arrepentí por llevar maletas tan grandes.

Después del largo camino que hice por fin llegue al apartamento, tomaría un baño, dormiría hasta recuperar todas mis fuerzas y después vería a mi querido Jeon JungKook, que por cierto estuvo muy raro estas últimas dos semanas.

–¡Hola Karo!– a pesar de mi cansancio salude animadamente a mi amiga.

–¿Nath? ¿Llegaste?– preguntó como si yo fuera un fantasma.

–Ah... ¿Si? Llegue– afirmé mi llegada– Iré a dejar mis maletas ¿Esta bien?– me adentré por el pasillo de la entrada pero Karo la bloqueó.

–Es que... Tu ya no vives aquí– soltó de repente.

Y cayó como un balde de agua fría, no tenia a donde ir.

–¿Cómo? Pero si he pagado mi parte de la renta puntual, incluso este tiempo que me fui, tengo un trabajo fijo para pagarlo no entiendo porque ya no puedo vivir aquí– pronto las ganas de llorar se apoderaron de mi.

El sonido de un auto frenando llamaron mi atención.

–¡Llegaste!– dijo Sam bajando rápido de su auto– Vámonos que se nos hace tarde– Tomó mis maletas y comenzó a subirlas al auto.

–No Sam, no puedo irme no tengo a donde ir, no tengo un boleto siquiera para regresar a Busan para pasar la noche– dije tratando de que mi voz no se quebrará.

–¿Que le dijiste?– Miro con una expresión cansada y confundida a Karo, aunque ella no pudiera verla, sabía que le preguntaba a ella.

–Solo que ya no vivía aquí– respondió como si fuera lo más normal del mundo.

–Agh Karo– Sam golpeó su frente cansada– ¿No ves que la niña es sensible? Y todavía se lo dices así.

–Sam...– dijo llamando la atención de ella y la mía– No veo.

–Lo sé, estuvo fuera de contexto, lo siento, ¿Pueden apurarse? Ya comienzan a presionarme– dijo Sam, lucia algo agitada. Ayudó a subir a Karo al asiento del copiloto mientras que yo fui a los asientos traseros, siempre me mandan atrás.

–¿Pueden explicarme qué pasa? ¿Hay algo que yo no sepa? Tan siquiera una explicación de porqué ya no tengo donde vivir– pedí, pero ambas chicas parecieron ignorar mis preguntas– ¿En serio? Regreso de un viaje y no me responden nada, llamaré a JungKook– dije buscando su contacto en mi teléfono.

–¡No!– dijeron ambas al mismo tiempo.

Mi cerebro comenzó a trabajar al mil por hora y sacar miles y miles de conclusiones.

–¡¿Le pasó algo?!– pregunté aterrada.

–No, solo... tranquilízate ¿Esta bien?– me miro Sam por el espejo retrovisor– Todo está bien, si algo pasará tu serías la primera en saberlo.

No me quede del todo tranquila pero al menos el alma me regreso al cuerpo.

Decidí no hablar más el resto del camino, para calmar los nervios tararee una canción pero no podía dejar de pensar en que podría estar pasando. O eso pasó hasta que entramos a una zona residencial, era similar a la zona en donde vivía Alex pero no era la misma, así que descarte la idea de que vendríamos a visitarla.

Sam freno el auto frente a una casa enorme, de un color amarillo bastante lindo y alegre, era muy moderna con unos ventanales que dejaban ver al interior de la casa.

–¿Llegamos?– preguntó Karo.

–Si, bajen– dijo Sam saliendo del auto y salí al mismo tiempo.

No sabía a quien veríamos, y en cierto modo tenía algo de miedo, por eso fui hasta donde estaba Sam como si fuera un lugar seguro, sabía que a las chicas no les gustaba que las tomara de la mano, o al menos no a Alex y a Sam, cuando estoy nerviosa mis manos sudan como si me hubiera lavado las manos o algo parecido, esta vez Sam no tuvo problema en tomar mi mano.

–Entra– susurró con alegría mientras me regalaba una sonrisa, de esas pocas que eran verdaderas pero que amaba ver en ella.

–¿De que hablas?– pregunté– ¿Cómo voy a entrar a la casa de un desconocido?

–Vamos, entra– soltó mi mano y puso ambas manos en mis hombros para animarme a entrar, o más bien empujarme a la entrada.

Con pasos tímidos empuje un poco la puerta de la casa, había un jardín enorme y en el centro un camino de rocas que llevaban al interior de la casa, lo seguí y me di cuenta que la puerta marrón de la casa también estaba entre abierta. El interior no se comparaba con nada que haya visto en toda mi vida, había una sala azul marino con un sofá bastante moderno, todo parecía ser sacado de una revista.

–¿Que te parece?– me asuste y gire a la dirección de donde venía la voz.

Y ahí estaba el con la típica sonrisa que hace que mis rodillas tiemblen, sus ojitos reflejaban nada más que felicidad.

–¿Donde estamos?– me acerqué a él, aunque había una distancia que evitaba el contacto.

–Bueno– alzó una mano para alcanzar mi cabello– Sam dice que nuestro nidito de amor– soltó una risa y acortó la distancia que nos separaba poniendo una mano en mi cintura.

–¿Nuestro que?– pregunté con una carcajada.

Suspiro y subió sus manos a mis brazos dejando pequeñas caricias que me provocaban cosquillas, después de un tiempo puso sus manos en mis mejillas y no tardo mucho tiempo en unir sus labios con los míos.
Miento si no digo que una estampida de mariposas atacaron mi estómago en el momento que sentí su mano detrás de mi cuello para unirme más a él.

–Cuando llegaste a mi vida no creí que durarías mas de dos horas en ella, y ahora Nath, no quiero que te alejes ni un minuto de mi– susurró mientras recargaba su mentón en mi coronilla.

Por mi parte yo apreciaba aquel aroma que había extrañado todo este tiempo que me fui, no dije nada, solo enrollé mis manos en su cintura y lo abracé como no había podido hacerlo.

–¿Entonces...?– mi voz se escuchó algo apachurrada ya que mi cara estaba recargada en su pecho, podía escuchar los latidos de su corazón, eso causó una risa por parte de ambos.

–Vivamos juntos– aquello hizo que me separara de él, tanto que no calcule la posibilidad de que ambos saliéramos heridos.

–Aish– puse mis manos en mi cabeza para sobar el golpe que había recibido– Ou, lo siento amor– me di cuenta de que el tenía sus manos en su mentón.

–Eres un peligro con piernas Nath– dijo entre risas– Ahora creo que YoonGi tenía razón, hay una gran posibilidad de que incendiemos esta casa.

–¿Ósea que?

–¡Si Nathalia! Viviremos aquí y no te dejaré salir nunca– dijo JungKook mientas me cargaba.

–¡Me... sacas... el... aire!– dije como pude.

–Par de tórtolos– dijo una voz detrás de nosotros.

–Señora Cho, dígales que paren, creo que vomitaré aquí mismo– dijo Hobi mientras traía de la mano a la mujer que casi fue mi madre.

–¿Cuantas personas más hay detrás de esto?– pregunté.

–Más de las que te imaginas– dijo la Madre de JungKook entrando a la casa– Ahora Nath, ¿Que nos prepararás para festejar tu nueva casa?

No sé ustedes, pero yo estoy súper enamorada de mis propios personajes, ¿Eso es normal? 😂❤️

Utopia JJK. (LOVE BOOK III) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora