^ cincuenta y cuatro ^

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Hay momentos en la vida en donde sientes que por primera vez, todo resulta a tu favor, que todo va a popa, nada podría salir mal y las fichas se acomodan, todo encaja a la perfección y no hay rastro de error. Y mucho menos tristeza, todo es, como debe de ser.

Y por primera vez en mucho tiempo todo es así para mi.

No había notado lo especial que estaba siendo este momento hasta que vi a JungKook dormido haciendo un puchero. Solo me provocaban ganas de cuidarlo y cuidar de su corazón siempre. Inconsistentemente mi mano llegó hasta su mejilla.

¿No es emocionante? A pesar de los años que llevamos conociéndonos, a pesar de los problemas, a pesar de todos. El tocar su piel sigue llevando una descarga de electricidad a todo mi cuerpo.

Y me di cuenta que estaba completamente a sus pies, que nunca había pertenecido a algo o alguien más que a él. Porque éramos uno. Porque quería ser egoísta y que solo me mirara a mi. Quería que solo sonriera por mi y para deleitarme en aquella obra de arte que se llama sonrisa. Y perderme en el laberinto de sus besos que siempre me llevan a un inesperado destino que de cualquier manera me hacen feliz.

–¿Debería cobrarte por mirarme?– su voz salió ronca y aún seguía con los ojos cerrados.

–La que debería cobrarte soy yo por soportar tus ronquidos toda la noche– dije de la misma manera que el. Ahora mi mano se perdía entre los mechones de su cabello. Lo había dejado crecer. Simplemente perfecto.

–Yo no ronco Natthy– las ocasiones en las que me llamaba así era porque tenía culpa en algo que había hecho, el sabía que roncaba. Se junto más a mi, pero un pequeño cuerpo nos separaba.

JungKook se separó de mi y se metió entre las cobijas. Me sentí nerviosa cuando su rostro bajó hasta mi vientre.

–Pequeño intruso, debes estar disfrutando que tú si puedes estar cerca de ella y yo no puedo abrazarla bien– se escuchó su voz debajo de las cobijas.

–JungKook– lo llame– Deja al bebé y ven a abrazarme, hace frío.

Dejo de pelear con nuestro bebé y a regañadientes subió hasta donde estaba.

–No quiero ir a trabajar amor– escondió su cabeza en mi cuello– Me reportare en enfermo y nos quedaremos en cama todo el día.

–Nada de enfermo, anda, levántate, tienes práctica hoy– intente levantarme, pero JungKook tenía su pierna sobre mi. Es muy pesado– JungKook muévete, estás tan pesado como un manatí.

–¿Cómo me dijiste?– preguntó indignado.

–¡Manatí!– y por fin me zafe de él levantándome de la cama, intenté correr, pero el era más rápido que yo– ¡Amor! Basta, cosquillas no, ¡Amor la pipí!

–¿Qué tiene la pipí?– cuestionó riendo de mis palabras.

–¡Se me sale, se me va a salir!– dije como pude ¿Este sujeto no entendía mi idioma?– ¡JungKook! Voy a orinar tus pies ¡Basta!

Después de unos regaños y amenazas las cosquillas cesaron. Nunca creí que casarme con mi mejor amigo me haría tan feliz.

–¿En que piensas?– me miro mientras acomodaba mi cabello.

–En lo mucho que te amo– dije y no pude resistirlo, lo besé, quería comprobar que esto no fuera un sueño, por desgracia nos separamos porque necesitábamos respirar.

Utopia JJK. (LOVE BOOK III) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora