ᴛᴇᴍᴘᴏʀᴀᴅᴀ 4 ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 2

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NAIROBI POV.

Habíamos trasladado a Atenas a un despacho... Estoy muy feliz ya que si le hubiera pasado algo yo no sabría que hacer con mi vida. 

- Mi amor... Abre tus ojitos. - Puse mi mano en su vientre y sonreí. - Nuestro bebé a sido muy fuerte y ha soportado todo con su mami. - Al no recibir respuesta por parte de ella cerre mis ojos y apoye mí cabeza en su mano. - Cariño por favor despierta me tienes muy preocupada...

- A-Agata. - Levanté mi cabeza y mi reina estaba abriendo sus ojitos.

- Mi amor... Estás bien verdad. - Asintió con la cabeza y suspiré.

- ¿Que hora es? - Miré la hora en mi reloj de mano y eran las 18:25 p.m.

- Las seis y veinticinco, pero ¿Por qué preguntas?

- A-Ahora tienes g-guardia con los r-rehenes, y t-tienes  que b-bajar.

- No pasa nada... Me quiero quedar contigo. - Ella negó con la cabeza y yo suspiré. - ¿Por qué quieres que baje?

- M-Mi instinto... Baja a-amor. - Me levanté de mi sitio y asentí.

- No tardo nada.

- V-ve yo te e-espero. - Le di un beso a Atenas y me dirigí a la puerta antes de salir me di la vuelta y la miré.

- Te amo.

- Y-yo también N-Nairobi. - Escuché su suave risa y ahora si sale de allí. Me dirigí a la galería y al llegar se encontraba Palermo vestido con traje y con un maletín en mano.

- Señoras y Señores... A sido un placer. - Cuando se acercó al botón rojo para abrir la puerta yo tomé mi arma y dispare a la columna dónde se encontraba el botón.

- ¿Qué carajo? - Palermo se dio la vuelta y me miró serio. - Nairobi...

- Palermo... ¿Que coño haces?

- Que carajo te importa... Déjame irme. - Negué con la cabeza y le apunte.

- Hija de puta... Somos familia yo soy el padrino de Atenas déjame irme.

- ¿Familia? Si tu nos detestas a las dos. - Este esbozo una sonrisa y se encogió de hombros.

- Que decís... Yo amo a la renacuaja. - Vi como Tokyo se acercaba y sonreí.

- Si, si claro... Ahora me voy mi novia me espera y no voy a perder el tiempo con gente como tú. - Subí las escaleras y me dirigí de nuevo al despacho. Al llegar Bogotá se encontraba sentado a su lado.

- Lo entiendo Bogotá... Pero yo no puedo hacer nada ella tiene que decidir. - Dijo Atenas.

- Hola mi amor, ¿Quién tiene que decidir? - Bogotá se levantó y se acercó a mí.

- ¿Cómo estás?

- Bien. - Me abrazó con fuerza y yo mire a Atenas está solo miro hacia el techo y suspiró.

- Bogotá baja hay mucho trabajo. - Se separó de mi y me dio un beso en la frente.

- Hasta luego jefa. - Asentí con la cabeza y me acerque a Chanel.

- Hola amor ¿Cómo te encuentras? - Ella me miró y sus ojos estaban llorosos.

- B-Bien, S-solo que p-pienso que n-nosotras... - Suspiró y yo la bese.

- Nosotras vamos a estar juntas hasta la muerte.

- Si mi amor y si algún día nos separamos yo te buscare de nuevo y estaremos juntas. - Sonreí y asentí con la cabeza.

- ¿Como está nuestro hijo o hija? - Miré su pancita y puse mi mano encima de esta.

- Bien... Nuestro bebé es muy fuerte.

- Claro que sí, pero bebé no hagas que mami se canse mucho. - Dije mirando su pancita. - Quiero tenerlo o tenerla entre mis brazos ya. 

- Yo también...

- ¿Se puede? - Miré hacia la puerta y allí se encontraba nana.

- Adelante. - Está se acercó a Atenas e intento abrazarla, estando acostada cuesta mucho.

- Mi niña, me tenías muy preocupada.

- Nana estoy bien, solo tengo que descansar. - Nana me miró y yo le sonreí.

- Mi niña yo y Paquita nos encargarémos de cuidarla. - Confío en nana y si ella piensa que la tal Paquita será buena con Atenas lo permitiré.

- Si nana, cuidarme a mí reina y a mi pequeña o pequeño principe o princesa. - Atenas tomo mi mano y me miró sonríente. - Te como la cara.

- Señorita Nairobi, tienes que descansar no has dormido desde ayer.

- ¿Por qué no has descansado? - Me pregunto Atenas sería pero al mismo tiempo preocupada.

- Quería estar contigo. - Atenas bufo e intento levantarse.

- No te levantes... Cariño tienes que descansar.

- Solo si tú vas. - Asentí con la cabeza le di un beso en la frente y me dirigí a la puerta.

- Nairobi... Quiero un beso aquí. - Me di la vuelta y Atenas tenía su dedo índice encima de sus labios, me acerqué a ella feliz y le di un sonoro beso. - Ahora te puedes ir. - solté una carcajada y asentí con la cabeza.

- Hasta luego cielo. - Le tire un beso al aire y salí del despacho... Mi instinto me dice que no tengo que dejarla sola pero si vuelvo ella no querrá descansar.

Espero y todo vaya bien... Y no pase nada malo.

Cuando creas que todo parece ir bien... Un pequeño error lo arruinara todo.
                                                                       S.N

Mi Plan No Era Enamorarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora