ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 25

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POV ATENAS

- Figlia, ven a mi despacho- Asentí con la cabeza y seguí a mi padre, al llegar a su despacho me encontré a una rehén, será la tal Ariadna.

- ¿Con que tú eres la famosa Ariadna? -Esta asintió con la cabeza.

- Bien, yo soy Atenas encantada, ahora vete de aquí y dejanos solos por favor.

- ¿Te cae bien? - Pregunto mi padre ilusionado, yo negué con la cabeza y me senté en el sillón

- No, no me cae bien, se le nota que está contigo por.... ¿Miedo? ¿Protección tal vez?

- Figlia estás equivocada. - Miré a mi padre y negué con la cabeza.

- Yo nunca me equivoco, ¿De que querías hablar?

- Si, bueno quería decirte que... - Alguien abrió la puerta con brusquedad y yo cogí mi rifle.

- ¿Tokyo? ¿Pero que coño haces? - Detrás de esta se encontraban Denver y Río.

- Ni se os ocurra moveros, bajad el arma. - Mire a mi padre y este negó con la cabeza.

- ¿Y si no queremos? - Pregunte abriendo un cajón y encontrándome un bolsa de chuches, saque un chicle de melón con poca pica y me lo metí a la boca. - ¿Porque no me has dicho que tenías chuches? - Pregunté mirando a mí padre.

- Era una sorpresa hija.

- Levantaos y bajad el arma ¡Ya! - Suspiré por la nariz y la mire.

- Tokyo o Silene como prefieras, no te das cuenta que estás estropeando el plan.

- El plan se ha ido a la mierda cuando el profesor fue capturado ¿Ahora dime cuál es plan Chernóbil? - Se fuerte se, como yo y nunca dejes que te pisen, recordé las palabras de Alicia.

- No, no te voy a decir. - Dije cabreada, Tokyo les hizo un ademan con la mano a Río y a Denver y estos se acercaron a nosotros también con sus armas en mano, mientras Denver me apuntaba.

- Bajad el arma, nosotros llevamos chalecos, en cambio vosotros no. - Sonreí y me levanté de mi sitio.

- Ya pero no tienes un chaleco en la frente - Le puse mi pistola en la frente y ella imitió mi acción.

- Que bonita historia de amistad, ¿No crees? - Ella sonrió y asintío con la cabeza.

- Preciosa. - Hice un globo de chicle y después se lo escupí a Tokyo en la cara.

- Lo siento, se le había ido el sabor. - Dije sarcástica, Tokyo le quitó el seguro al arma y yo repetí su acción.

- Atenas baja el arma. - Dijo mí padre y empecé a bajarla suavemente.

- Moveos. - Grito Denver yo puse mi arma en su funda y me acerqué a la puerta.

- No dame el arma. - Bufé y se la di a Tokyo.

- Cuidado, digamos que es un regalo preciado. - Sonreí y la mire detenidamente.

- Atenas ¿Y... Roma? ¿Que tu otra compañera de atraco? ¿También tenías una relación con ella? - Apreté los puños y la mire desafiante.

- Tokyo, no la nombres, que en paz descanse, porque no creo que te guste que nombre al Amor de tu vida y no, no es Río me refiero al que dejaste muerto después de tu atraco fallido. - Tokyo borro su sonrisa y me empujó.

- Andando. - Fuimos hacia el baño y al llegar habían dos sillas y dos cuerdas alado de estas.

- ¿Como en los viejos tiempos papá? - Lo mire sonriente y asintío con la cabeza, digamos que no es la primera vez que me pasa, al ser torturadora, primero me han tenido que torturar a mí para ver cuál utilizar con mis víctimas y la verdad una sillita y dos cuerdas no me van a asustar, joder que me han hecho nadar con tiburones, esto no es nada.

Mi Plan No Era Enamorarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora