Me quedé en blanco. ¿Él sentía algo por mí?
Su mano llegó a la mía, estaba sujeta tan
fuertemente en el barrote.- Estás temblando - se quitó su chaqueta deportiva y me la dio. Olía a él y estaba confortable. De alguna forma, me sentí segura y feliz.
- Thomas - se me pusieron los ojos llorosos, sentí el ardor de ellos enseguida- Sea lo que sea que tengas que decirme, espera. Mi vida es un caos ahora y ahora que sé que tú y Paris no hay nada lo hace más peligroso. Solamente te pido que me esperes.
Acabaríamos la escuela en unos meses e iría a la universidad. Seguramente Thomas iría a alguna fuera del país. Qué sabía yo. Lo importante era que al menos, seríamos amigos. Amigos aunque ese día, esa noche
juraría que me estaba enamorando más de él.- ¿Le tienes tanto miedo? - apretó el metal con su mano y me di cuenta que estaba enfadado.
-¿Sabes el cuento de la cenicienta? - mi pregunta lo hizo dudar por un segundo, pero era como si lo supiera todo sin decirle nada.
Yo estaba entre la espada y la pared.
Una madrastra abusiva.
Un padre idiota.
Una hermana tonta y una hermana diabólica.- Seré tu príncipe entonces - buscó mi mano y la apretó - te esperaré, aunque no entienda nada, al menos sé que sientes lo mismo. Lo puedo ver en tus ojos. No sé lo que Paris esté haciendo contigo pero lo averiguaré y no dejaré que te haga daño. Te llevaré conmigo a Inglaterra y estudiaremos juntos. Tengo mucho dinero ahorrado para ayudarte a estudiar lejos de ellos. Pero hay una condición.
No podía asimilar nada. Estaba loco si pensaba que lo que buscaba en él era una salida fácil de todo eso. Lo conseguiría yo misma, salir de todo el encierro de una
cenicienta.Y lo esperaría. Ahora sería yo quien lo esperaría o quizá lo visitaría a Inglaterra o él vendría aquí. Estaba dándole demasiadas vueltas a todo. Pero solo podía preguntar una cosa
- ¿Qué condición?
- No puedo esperar más para besarte.
- ¿A qué te...
Y me besó. Me tomó del cuello y me besó.
Nuestras lenguas se encontraron tan delicadamente que solo pude cerrar mis ojos y seguirle el paso. Su boca sabía a menta, su respiración se hacía cada vez más profunda y rápida y nuestro beso cada vez más largo. Tenía mis manos en su ancha cintura y él me abrazó también. Rompimos nuestro beso cuando escuchamos pasos.- ¿Estás bien?
Dije que sí con la cabeza. Me sentí nerviosa,
asustada.- Maldición, Cinder odio ver esa expresión en tu rostro ¿Es por ella? ¿Tanto miedo le tienes-Entonces todo para él tuvo sentido-¿Te ha hecho daño?
- Cinder - escuchamos una voz y nos volteamos al mismo tiempo. Era Pippa, estaba llorando y parecía confundida.
- ¿Pippa qué tienes? - me apresuré a tocarla.
Estaba helada a pesar de que llevaba mi chaqueta. Algo en mí se encendió en ese momento. Recordé las tres reglas.
No ver.
No hablar.
No... tocar... lo besé.Regresé a Thomas cuando escuché más pasos.
- Thomas, tienes que...
- Era así como quería encontrarlos- dijo Paris, parecía borracha.
- Paris...
- No hables, puta - masculló.
- Paris, no voy a permitir que le hables así a
Cinder - Thomas habló en mi rescate y eso hacía peor las cosas.Pippa estaba cerca de él, Paris un poco alejada y yo aferrada a la mano de Thomas.
Apretaba tan fuerte que él se dio cuenta. Su pregunta fue respondida al ver mi reacción.
París era el demonio en carne propia. Y cuando tomaba alcohol estaba fuera de sí.- Te atrapé engañándome con esta perra.
- No me atrapaste en nada y Cinder es - hizo una breve pausa - Cinder ahora es mi novia y más te vale que te dirijas a ella ahora con respeto o no sabes de lo que soy capaz
Paris estaba roja. Estaba histérica y a punto de gritar. Pero lo que hizo a continuación me sorprendió. Se echó a reír. Una carcajada diabólica.
- Está loca, vamos - me tomó de la mano - te llevaré a tu casa.
Thomas dio un paso, solamente un paso y todo fue en cámara lenta. Miré a Paris y lo que vi en sus ojos esa noche, no lo había visto antes.
Odio
El odio más poderoso y oscuro que una persona pueda tener y que se refleje a través de sus ojos.