Capítulo 23

2.8K 177 0
                                    

Las puertas del elevador se abren. Me doy cuenta que ya estamos en la entrada de su apartamento o casa. No lo sé, esto ya parece una mansión. El suelo brilla, las paredes son blancas y las pieles en los muebles son de color marrón y puedo ver también todo tipo de cuadros clásicos en sus paredes color hueso.

Hay una música suave de fondo. Es como cuando entras a un lujoso restaurante, pero mejor.

—¿Vive aquí? —Le pregunto asombrada. El lugar es increíble, moderno y minimalista.

—Vamos a empezar con que me tutees—Me pide, toma mi mano sin mi consentimiento o siquiera esperarlo y me lleva más al fondo del apartamento.

Llegamos a lo que parece ser la cocina y hace a un lado uno de los banquillos para que yo me siente, mientras él, creo que servirá nuestras bebidas.

—No creo que eso pueda pasar, señor Graysson.
Me ve de mala manera

—¿Con gas o sin gas? —Se refiere al agua.

—Sin gas.

Sirve mi agua en una copa fina y gorda.

Luego, élse sirve una cerveza y se sienta frente a mí. Su mirada determinada sigue escudriñándome de arriba abajo. En esta luz más clara lo puedo ver mejor.

Más hermoso que nunca y más peligroso como un sueño inalcanzable del que no queremos despertar a pesar de que nos asusta demasiado, nos cautiva.

La forma en cómo me mira me desafía y al mismo tiempo está logrando que me ponga nerviosa. Y aunque no lo demuestre, podría jurar que él se ha dado cuenta.

—¿Cómo te llamas?

Que haga de nuevo la pregunta me confunde. A no ser que se esté refiriendo a mi nombre completo.

—No sabía que empezaríamos un interrogatorio.

Coloca la botella de su cerveza frente a él y cruza sus brazos frente a su pecho. No va a dejarme en paz.

—¿Su nombre?— pregunto

—Deja de tratarme de usted. Estás en mi casa. Aquí mando yo.

Trago en seco. Aquí domina y somete él.
Seguramente es lo que hace con todas las mujeres que vienen aquí. París por ejemplo.

—¿A Paris le dice lo mismo?

Es demasiado tarde cuando me doy cuenta que no debí soltar eso. Frunce el cejo analizando mis palabras.

—Paris es una amiga.

—No tienes que darme explicaciones.

He comenzado a hablarle como le gusta. Si sigo haciéndolo, lo que a él le gusta. Quizá me deje ir, o he provocado más al lobo dentro de él.

—Lo sé, pero tú pregunta me hace pensar que me ñ conoces más de lo que pensaba. Y no solo a mí. ¿Estás segura que no trabajas para mí?

—Todo el mundo conoce a Paris Bagott. Y no, no trabajo para Graysson Publicity.

—¿Cuál es tu nombre? —Que haya repetido la pregunta no me llena de victoria por haber logrado que se repitiera a sí mismo. Al contrario, ahora sé que no me dejará en paz hasta saber todo lo que quiere de mí. Y por lo que veo y me doy cuenta, puedo mentir y él ni siquiera lo sabrá o recordará.

—Cinder Mattis

Tomo un sorbo de la copa de agua y luego la
coloco de nuevo frente a él.

—Dijiste que te llamabas Ella.

—Y así es. Te toca responder.

Su mirada penetrante no cambia. En su cabeza debe estar pensando todo tipo de cosas. Como por ejemplo, mi nombre y lo que puede significar esta noche.

—Gideon Graysson.

¿Eso es todo? No me dirá nada más. Y en vez de eso, continúa con más preguntas

—¿Tienes novio?

—No.

—¿Sales con alguien?

—No.

—¿Cuántos años tienes?

—Veintiséis.

La rapidez con la que respondí a sus preguntas me atemoriza. Este hombre puede controlarme a su antojo si se lo propone y yo puedo permitirlo con todo el gusto del mundo. Porque sé que la única que gozará del derecho de desaparecer esta noche, soy yo. Y él jamás
volverá a verme.

Termina su cerveza y arroja la botella vacía en el lavabo. El corazón se me va a salir del pecho cuando veo que rodea la isla y se coloca frente a mí. Atrayendo el banquillo aún conmigo en él.

No tengo escapatoria. Y aunque diga que Paris y él son amigos, estoy segura que en la cabeza retorcida de mi hermanastra no es lo mismo.

—Necesito...te imploro que te quedes conmigo esta noche.

Mi corazón deja de latir. El mundo se detiene y mis piernas comienzan a temblar. No sé qué clase de petición es ésa. O qué clase de mujer piense que soy.

—No puedo hacer eso, ni siquiera te conozco.

Lo rechazo y veo la primera nueva expresión de él. Parece decepcionado. Y aunque la propuesta sea poco decente es tentadora.

—Gideon Graysson, tengo treinta años, soy...

𝗧𝗢𝗗𝗢 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗜 ᯽𝐓𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚᯽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora