Cada vez que escuchaba la campanilla de la puerta del café abrirse, sentía un mini infarto por imaginar que era Gideon entrando por la puerta. Pero no fue así. Ilusa de mí pensar que él vendría a buscarme al recordar que fui la mujer a la que le rogó para que se quedará. Dos veces para ser más exacta.
Sabía que cuando se enterara de la verdad,
cambiaría de opinión al instante. Pero no es momento de pensar en eso. He quedado con los chicos en celebrar esta noche el ascenso
de Mona.Esta mañana, después de malas noticias le he obligado a decirme las buenas sobre su ascenso en Graysson Publicity.
Ahora trabajará más de cerca de Gideon, lo que significa que mis escapadas a su oficina quedan nulas, o quizá no.
Aunque un día de estos no me importará que
también se entere que soy la chica que limpia los suelos de su afamada empresa. ¿Qué es lo peor que podríapasar? ¿Humillarme más? Como si eso sirviera de algo.-Pero qué linda estás hoy - Dice Gracie al ver mi atuendo. Llevo otro vestido, casual y no uso converse.
Me animé a usar uno de mis zapatos de tacón que estaban bastante olvidados en mi closet.
-Lo hice por Mona. Ya sabes, ha querido tanto este ascenso que lo valía.
-Pues espero que nos den ascenso a todos ahora, te ves hermosa y podría acostumbrarme a verte así siempre.
-¿De qué hablas?-Jimi sale en mi defensa-
Todo lo que use Cinder le queda bien. Es la única chica que conozco que aun vistiéndose como adolescente se ve genial.
Gracie y yo nos quedamos mirando. Ella pone los ojos en blanco y acepta las palabras de Jimi
-¿Qué pasa entre ustedes dos?
Gracie se mueve nerviosa y Jimi no logro escuchar mi pregunta.
-Nada. ¿A qué te refieres?
-Después de lo que pasó entre ustedes dos.
¿Todo está bien?
Se lleva a la boca su cerveza y asiente con la
cabeza.-Sí, todo bien. Fue algo casual y ya lo superamos. Mejores amigos de nuevo. No te preocupes.
Jimi se pone de pie al ver a Mona llegar. Doy por terminada la conversión aunque no me convence del todo. Pero si están aquí, eso quiere decir que al menos no se odian y es buena señal.
Pobre de Gracie.-¡Oh, Cinder qué hermosa te ves! ¿Lo has hecho por mí?
Mi amiga le da el visto bueno a mi atuendo y lo aprueba enseguida.
-Sí. Te dije que era tu noche.
-¡Ay, amiga!
Los cuatro nos divertimos bailando, bebiendo y conversando sobre los hombres. Menos Jimi, salió en defensa de todos. Pero cuando les dije sobre mi pequeña y estúpida aventura, querían ir a romperle la cara a Gideon.
-Es un hijo de puta. Un snob. -Los insultos de Gracie me hacen gracia.
-Pero no hay que hablar de él. Es la noche de
Mona así que todos a divertirnos.
Nunca tomo. Y por un instante quise conocer el mundo de Gideon. Ese que tanto añora y acaricia sin lamentarse.
Me equivoqué anoche con los chicos.
No quiero ese mundo.Me siento fatal. La cabeza la siento tres veces más de su tamaño real. Merit atiende la mayoría de los clientes mientras yo me tomo la segunda aspirina del día.
-Querida, deberías de tomar un café bien cargado
El consejo de Merit no me vendría mal, pero hay un problema. No me gusta el café, aunque si debo tomarlo para que mi cabeza regresé a tu tamaño real lo haré.
-¿Qué tipo de café?
-Irlandés.
Estallo en una gran carcajada. Ella no entiende el motivo.
-¿Qué dije?
-Nada, Merit. Odio el café Irlandés
-Pues es bueno para la resaca.
Y no lo dudo. Por algo es el favorito de Gideon.
Falta todavía una hora para que mi turno termine. Iré directo a casa a dormir y olvidarme del mundo.
Y también de Gideon, que aunque haya sido poco tiempo. Fue suficiente para que pusiera mi mundo de cabeza.
-Ve a casa, querida. Solo atenderé los clientes y cerraré. Hoy es el cumpleaños de mi nieto, así que prometí llevarle pastel.
-¿De verdad no quieres que te ayude? Si quieres puedes irte tú, yo me puedo quedar. Así te da más tiempo de elegir un buen pastel.
-¿Harías eso por mí?
-Merit, eres como una segunda madre para mí. De verdad que no hay problema. Yo cerraré el café.
Merit me da un abrazo, de esos que pocas veces me dejo dar. Se le ve entusiasmada. No ha parado de hablar de ello la semana pasada. Es lo menos que puedohacer. Además en una hora el café cerrará. Me servirá para meditar.
Solo queda una chica y una pareja en el café. Mientras, yo estoy sentada detrás del mostrador de caja dibujando un poco mis bocetos.
-Un café Irlandés - Dice alguien - Con cinco tazas de café en lugar de seis, sin las doce cucharadas de azúcar, con todas las copas de whisky. Para tomar acá.
Esa voz me pone los pelos de punta y no estoy segura si tener el valor de verle a la cara. No porque le tenga miedo, sino que no sé si podré contenerme.
Respiro profundo y hago lo que sé hacer mejor.
Fingir que todo está bien.