Capítulo 52

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—¿Por qué tomaste? —Al momento en que me lanza la pregunta le quito la mirada, pero él toma mi rostro suavemente y hace que lo mire

—Si tengo que repetirme mil veces esa pregunta hasta que me respondas, lo haré, Ella. Necesito saberlo. ¿Por qué tomaste?

Verlo a los ojos no ayuda. Sabía que le molestaría que lo hiciera y por esa misma razón lo hice. Una muy estúpida de mi parte cuando sé que él lógicamente tiene un problema con la bebida.

—No voy a responder esa pregunta, Gideon.
Debo ir a trabajar.

Está a punto de darle algo. Se contiene demasiado y no agradezco el esfuerzo. Ya debe de aceptarlo y dejarme ir, no llegaremos a ningún lado y estoy cansada de este juego de ir y venir.

—Deja de huir, Ella.

—¡Es trabajo! —Le grito eufórica—¡No estoy
huyendo, Gideon! No puedes irte a Inglaterra un día, desaparecer y regresar sin darme una explicación sobre lo que sabes que escuché esa noche. No puedes meterte en mi cama cuando quieras y no permitiré que juegues con mi mente.

Permanece inmóvil. Ni siquiera que le grite hace que reaccione. ¿Qué demonios sucede con este hombre? Me dará un infarto y ni siquiera tengo treinta aún.

—Con que es así como te sientes. Qué bueno que nos estamos entendiendo, aunque te voy a ordenar que te contengas un poco, tus padres podrían escucharte.

Mierda. Mi familia está abajo. Es un milagro que no estén tocando a mi puerta esperando que baje. Pero tan cierto como el infierno que Gideon tiene algo que ver con eso. No me sorprendería, saldré de su presencia ahora mismo y no me importa si tengo que correr de él, de nuevo.

—Me tengo que ir.

Esta vez no me detiene. Bajo las escaleras
rápidamente sin encontrarme con mi madre o Pib. Alcanzo a ver al abuelo durmiendo frente al televisor y salgo por la puerta. Para encontrarme con Arsen esperando fuera de la camioneta.

—Señorita Mattis—Me saluda.

—Hola, Arsen. Gideon está ahí dentro, creo que tardará más—Miento—Me tengo que ir.

—Señorita no puedo dejar que se vaya, el señor…

—Ni señor ni nada—Camino lejos—Ésta soy yo, yéndome.

Me gusta caminar hasta el trabajo. Menos mal que me deshice el Gideon—más o menos—me puedo imaginar la cara que pondrá mi madre cuando me busque en mi habitación y en mi lugar esté Gideon.

No sé cómo se sale con la suya y cada día me sorprende menos. Da igual lo que haga en mi habitación, se siente bien estar lejos de él.
Más o menos.

No quiero pensar en él. No quiero pensar en nada porque lo único que tengo en mi cabeza en estos momentos es que Paris no se entere de que Gideon y yo tuvimos cerca de “algo” que se convirtió en nada.

Sé que no voy tan lejos como para que la
camioneta de Gideon no me alcance. Me detengo cerca de la acera de la calle cuando la camioneta también lo hace y Gideon baja de ella.

—Entra—Abre la puerta para mí—O yo mismo te meteré ahí.

—Vaya, qué caballeroso. No me sorprende
viniendo de ti.

—Mi paciencia tiene un límite, Ella. En tu casa te escuché suficiente, no me hagas perder el control aquí en la calle.

—Tus amenazas me tienen sin cuidado, Gideon.

Giro sobre mi propio eje y camino lejos de él.
Solamente puedo sentir una oleada y yo siendo levantada en el aire como si fuese una frágil hoja de papel volando. Pero la cosa es que no vuelo, estoy siendo cargada por Gideon y me lleva directamente a su
camioneta.

—¡Gideon!

Arsen abre la puerta y soy arrojada dentro del asiento. La puerta se cierra y Gideon entra por el otro lado. Es inútil cuando quiero salir de nuevo, las puertas están cerradas con seguro especial.
Tiene razón. Soy una niña.

Lo extermino con la mirada, mientras él alisa su perfecto traje negro. Nos tenemos una riña de miradas, pero no seré quien hable primero.

—Ella. —Me llama pero no lo veo a la cara esta vez.

Veo por la ventana, no sé adónde se dirige la
camioneta. Gideon no sabe que en el día trabajo en su compañía. Pensar en ello me enfada, me duele y lo siguiente.

—Ella, mírame a la puta cara cuando te hablo.

Lo veo, pero lo hago como no le gusta que lo mire.

—Tú y yo somos todo. ¿Has entendido? Porque si no lo has hecho, haré que a punta de polvos lo entiendas.

Trago una bola de aire en mi garganta.

—Fui a Inglaterra porque mi familia me
necesitaba—Explica—Soy un hijo de puta, pero llamar “Perra” a una mujer no es parte de mi personalidad, aunque si lo dices, te creo y tus razones tendrás, aunque sé que algún día me dirás por qué—No quito la mirada
de la suya y continúa—: Te colgué porque mi sobrina me necesitaba. Te dije que es mía porque mi hermana no puede ser madre y padre al mismo tiempo.

¿Tiene una hermana? Mona lo dijo.
«Por supuesto que la tiene, ha dicho una familia»

Su explicación ahora me hace sentir como una idiota. Pero no entiendo qué tiene que ver Paris con todo esto.

—¿Qué tiene que ver Paris con tu familia?

—¿Cómo sabes quién era? —Y antes de que
responda mi error—Claro, Mona te lo dijo. Paris, su primo es el idiota que embarazó a mi hermana.

Mierda. Ahora tiene sentido.

—Supongo que se siente un poco mal por ello y por eso quiso acompañarme. Pero es claro que entre ella y yo no hay nada, ni siquiera un vínculo familiar.

—¿Entonces por qué fuiste con ella?

—Yo no fui con ella. Ella ya estaba ahí.

Mierda de nuevo. Más sentido para mí.

—Ahora, sobre Mona. Seguro ella te dijo que soy un hombre reservado. Protejo a Mona como también te protegeré a ti, incluso más. Mi amistad con ella no es algo que espero que apruebes o entiendas. Es tu mejor amiga también, la querrías para ti sola ahora que lo sabes.

¿Cómo lo sabe?

—Es mi mejor amiga. Es como mi hermana.

—El sentimiento es mutuo. Es algo raro,
inesperado que tengamos eso en común además de llevarnos bien en la cama tú y yo. Pero lo superarás, Ella. No te la quitaré, como sabe ella también que tú eres mía.

Pongo los ojos blanco. Su falta de filtro acabará conmigo.

—¿Y ahora qué? —Lanzo la pregunta al aire,
cuando ya sé la respuesta.

—¿Por qué tomaste? —Me recuerda.

Veo la punta de mis zapatillas nuevas, menos a su rostro. Busco un punto a través de la ventana. Algo con qué inventar algo mejor que la respuesta que estoy a punto de darle. Menos patética y más asertiva o con sentido.
Ninguna.

—Porque no quería pensar en ti. Pero incluso
cuando tomo, te veo y escucho doble

Espero una represalia, otro grito o que me baje de su camioneta ahora mismo. Pero en vez de ello, lo siento a mi lado, su aliento en mi cuello y su mano en uno de mis pechos mientras me susurra

—Te dije que lo de nosotros sería más adictivo que cualquier cosa.

¿Cuándo dijo eso que no lo escuché? Porque en
realidad, tiene sentido y aunque me cueste aceptarlo, tiene razón.
Tiene la maldita razón.

—Bien, ahora por favor, llévame al Le Dome.
Necesito trabajar. No todos tenemos un trabajo como el tuyo ¿Recuerdas?

—Ese sarcasmo, mi dulce niña—Besa mi frente— también haré que lo dejes a punta de polvos.

Por mí está bien.

𝗧𝗢𝗗𝗢 𝗣𝗢𝗥 𝗧𝗜 ᯽𝐓𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚᯽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora