Cuando estamos en marcha no dejo de verlo, y él tampoco a mí, este desafío y este juego estúpido no tiene sentido.
—Tu vestido es muy corto.
Vaya noticia. Como si me importara.
—Ya lo dijiste. Tú eres muy serio, eso es más
peligroso.No sonríe, pero qué digo, él nunca lo hace.
—Has tomado de nuevo.
—Con que de eso se trata, ¿Crees que estoy ebria? y antes de que responda—Te aviso que no, Gideon.
No estoy ebria, tampoco lo estuve esta tarde en la que huiste. Estoy resentida por ello y lo aceptaría si lo notara,pero sé que no lo hará.
Gideon no deja de verme. Siempre me está
mirando con sus ojos llenos de deseo y hambre. Pero esta vez es diferente. No estoy tan segura, pero juraría que me ve diferente ahora mismo.Su semblante es relajado y como si su mirada
intentara decirme o más bien convencerme de algo. Pero no sé el qué.—¿Te sientes bien? —Levanto la ceja—No luces bien, estás raro.
Lame sus labios.
—Tengo ganas de ti.
Me sonrojo y se da cuenta. Le gusta y por fin
sonrío. Cuando lo hago, él también lo hace. Gideon Graysson me sonríe, muestra unos perfectos dientes blancos y estoy por echarme a llorar.—Tu sonrisa es aterradora.
Eso hace que deje de hacerlo y me lanzo en sus brazos en respuesta para besarlo.
—Ya. Me has convencido con esa sonrisa.
—Si tenía que sonreír para que me besaras lo
hubiese hecho desde la noche en que te conocí.—Me alegro que tengas confianza en ti mismo.
Hago memoria de esa noche como si fuese hace muchos años, pero en realidad es lo contrario.
—Fue ayer—Me burlo de nuevo—No fue hace mucho tiempo.
—Yo creo que sí—Acaricia mi cabello, mi cara y su mano llega a mi culo y lo azota—Ahora que te he convencido, te tengo que recordar algo.
Me folló en su auto. Hizo que lo montara mientras la camioneta estaba en marcha, y menos mal que había un gran panel oscuro que dividía la parte de atrás con la del conductor. Por lo que Arsen no sabía lo que sucedía mientras daba vueltas por toda la ciudad por órdenes de Gideon.
Me corrí gritando su nombre y él el mío, me
quedé con la imagen de él sonriéndome de nuevo y ahora estoy en su apartamento viéndolo trabajar en su despacho.—Si iba a saber que trabajarías no hubiese
venido—Hago mojitos, mientras me acerco a él. Este lado de su despacho es diferente y no lo noté la última vez que estuve aquí.Gideon escribiendo en su Mac. Al ver que me hedado cuenta de lo que hace, cierra el ordenador como algo prohibido para ver.
—¿Qué escribes? —Hace que me sienta en su
regazo y acaricio su cabello.—Nada en particular, pero me gusta hacerlo de vez en cuando.
—Hay un piano aquí, ¿También es algo que haces de vez en cuando?
Mueve la cabeza asintiendo
—Si me dices que también dibujas no podré
creerte—Me burlo, pero al ver que me sonríe tímido, me sorprendo—¿Lo haces?—Sí. El arte es parte de mí en muchas maneras. Es por lo que siempre he vivido.
—Pensé que eras un hombre de negocios
solamente. Gideon besa la punta de mi nariz.—Lo soy, pero por deber no por algo que me
apasione.Me siento identificada de alguna forma. Es como yo. Somos lo que por deber nos tocó pero no porque lo amemos. En este caso nadie amaría limpiar suelos l teniendo una carrera por delante.
—Quiero que dejes el café.
Busco su mirada. Está serio lo que significa que está hablando en serio.
—Es mi trabajo, Gideon.
—Lo sé y puedes tener otro.
No me gusta adónde se va dirigiendo con esta conversación.
—¿Y de qué crees tú que puedo trabajar?
—Una diseñadora.
Me levanto de su regazo como un resorte.
—¿Cómo sabes eso?
Me tiembla la voz y Gideon está tan calmado que me molesta. No puede decirme algo como eso. No es el único maldito trabajo que tengo, pero eso parece que no lo sabe aún.
—Lo investigué—No veo culpabilidad en sus
palabras —Sé que te graduaste con Mona en la escuela de diseño. Lo que no entiendo es qué haces trabajando en Le Dome cuándo podrías estar haciendo algo más.—¿Cómo te atreviste a hacer algo como eso, Gideon?
—Lo importante es que lo sé, Ella.
—Acabas de decirme que tienes el deber de
trabajar en tu empresa pero no es lo que realmente querías para tu vida. ¿No crees que es algo hipócrita de tu parte sugerir que deje mi trabajo?Cierra sus ojos ahora y deja salir aire de su boca. En cuanto a mí, no sé qué otra cosa podría decirle más que negarme a todo y a sus órdenes que de un día para otro cree que puedo acatar.
—Ella, no es lo que...
—¿Qué más has investigado, Gideon?
Silencio.—Nada, Ella. Es la verdad y quiero que me digas por qué trabajas en ese lugar.
Ojalá pudiera decírselo.
—Personas como yo también tenemos derecho a nuestra privacidad, ¿no crees?
Mis palabras suenan como golpes para él.