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Vaya que si valió la pena.

Ya sintió que era una noche buena al ver de pie al azabache, vestido con una sudadera con un estampado del casco blanco de loa soldados de esa saga tan famosa de guerras en el espacio. Ambos hicieron la misma broma al ver que llevaban el mismo pantalón, ahora caminando por el sendero de tierra que guiaba a la gente hasta la salida.

No recuerda de qué hablaron, pero recuerda haber gastado más saliva esa noche que en todo lo que llevaba de año. Descubrió que ambos eran hijos únicos, que nacieron curiosamente en la misma provincia y que compartían gusto con los videojuegos. Seguramente hablaron de eso.

La cara del menor cada vez que David le decía 'me da igual' a todas sus preguntas eran dignas de hacerles foto y recordarlas por siempre. ¿Te apetece ir a un bar? Me da igual. ¿A una cafetería? Me da igual. ¿A un club de strippers? Me da igual.

Así hasta que el menor se cansó y lo arrastró a uno de sus locales favoritos.

Cierto, su pequeño amigo tenía bastante genio.

David reconoce que se lo pasó bien esa noche, bebiendo su cerveza a tragos mientras el menor contaba pequeñas anécdotas de su vida, acabando ambos corriendo por las calles una vez salieron del bar.

Se sentían como chavalines de 13 años.

Al llegar a una fuerte situada en una rotonda ambos pararon, descansando en medio de risas. El moreno se sentía vivo, alegre por volver a repetir eso dentro de poco.

-Vaya David, no esperaba que fueras tan rápido- dijo divertido el menor, soltando una pequeña risa-. Hacía tiempo que no corría tanto.

-Bueno, es la costumbre.

-¿Hum?

-De pequeño hacía atletismo. Todas las mañanas el equipo corríamos alrededor del patio para calentar, incluso en verano, se me quedó la costumbre hasta día de hoy.

-Con que un pasado atlético. Y dime, ¿que te paró en tu carrera hacia los Juegos Olímpicos?

Ambos se sentaron en un banco cercano, sonriendo mientras hablaban tranquilamente.

-Cuando me mudé para ir a la universidad no tenía tiempo para ambas, por lo que dejé de entrenar más allá de las carreras madrugadoras para seguir con los estudios.

-Qué putada, tío.

-No te creas- el moreno sonrió, recordando aquellos tiempos con una alegría casi anormal en él-. Conocí a varios amigos míos que aún sigo saliendo con ellos. ¿Y qué hay de ti?

-Tampoco tengo mucho que contar, friki de los videojuegos y el cine, a veces cocinero de cinco estrellas y experto en desaprovechar mi vida.

-Bueno hombre, eso se cambia fácilmente- David sonrió divertido, se sentía bastante identificado con lo último dicho-. ¿Quieres quedar mañana por la tarde? No tengo nada que hacer, y además podrías seguir enseñándome locales interesantes de la ciudad.

La sonrisa del menor fue sustituida por una mueca, bajando la cabeza mientras miraba hacia un costado. David miró con preocupación a su nuevo amigo, ¿dijo algo malo? ¿Tendría que haber esperado a que fuera él quien se lo preguntara?

-Lo siento, por el día no puedo quedar, pero si quieres mañana por la noche nos podemos volver a ver en el parque.

Otra vez la vio, la amplia sonrisa del azabache, intentando borrar la atmósfera de incomodidad que estuvo durante un rato entre ellos.

-Claro.

-Perfecto. Joder, es casi media noche, debo irme ya- Alex se levantó mientras miraba el teléfono, despidiéndose del contrario con su mano mientras empezaba a correr por la calle donde vinieron-. Hasta mañana tío.

David simplemente devolvió el gesto, sonriendo. Le estaba cayendo bien el chico.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora