Las manecillas del reloj pasaban lenta y dolorosamente, al menos para David. Su vista no se despejaba del reloj dl salón desde hace casi una hora, y cada vez que esa maldita aguja se movía sentía su pecho arder, intentando convencerse de que se preocupaba por nada.
Casi media noche, y aún no aparecía Alejandro por casa.
Quería decirse que estaba exagerando, que seguramente esté de camino a casa por entretenerse en cualquier tienda y debía de ser un paranoico obsesivo, si algo estuviera mal con Alex le hubiera avisado. Sí, está bien.
Se levantó del sofá dispuesto a hacer una infusión para relajarse, encendiendo la televisión para distraerse un poco. Le encantaba el olor del té, un aroma tan relajante...
La puerta de su piso se abrió, sonriendo ampliamente ante eso. Se quedó quieto en la cocina, esperando que el menor se acercara al salón para poder preguntarle qué tal fue su día de compras con Miguel.
-Hostia, qué olor a té- el azabache apareció apoyado en la puerta de la cocina, sonriendo ampliamente mientras se quitaba la chaqueta-. Pensé que ya te habrías ido a dormir.
-Preferí esperar a que llegases- el menor se acercó al contrario, abrazándole por la espalda mientras se ponía de puntillas para apoyar su frente en el hombro ajeno, sacándole una sonrisa a David-. Vaya, ¿hoy estás mimoso?
-Cállate si no quieres que me aparte.
Enseguida el castaño negó con la cabeza, dándose la vuelta para corresponder el abrazo. Se quedaron callados en los siguientes minutos, disfrutando del momento.
Ojalá hacerlo eterno, pero David tenía una duda.
-Por cierto Alex, ¿sucedió algo? Hoy llegaste bastante tarde.
El de orbes azules negó con la cabeza, ganándose un suspiro de alivio del mayor. No necesitaba más explicaciones, mientras no fueran por una mala situación.
Se separaron cuando el té de la tetera empezó a hervirse, decidiendo tomarlo mientras veían alguna serie sentados en el sofá.
Todo iba bien, ambos al lado del otro concentrados en saber quién era el malo de ese capítulo de Elementary mientras bebían su té, simplemente normal.
-Por cierto, mañana te devuelvo los tres euros que me prestaste, me los gasté antes en un bar con Frank.
David empezó a toser por el líquido caliente atascado en su garganta, haciendo que el azabache se preocupase. Unos minutos de golpes en su pecho y tos después se giró hacia el contrario, mirándolo con los ojos abiertos.
-¿Dijiste... Frank?
-Sí, al parecer va a quedarse en la ciudad una semana, y me lo topé en la calle hace unas horas.- las manos de David se posaron en sus mejillas, obligándole a verle a los ojos.
-Estás bien, ¿verdad?
-Macho, no empieces a ser tóxico.
-Yo siempre- por un instante ambos sonrieron por la broma, pero volvieron a las miradas serias- pero en serio, no te pasó nada, ¿cierto?
-David, tranquilo, lo hablamos- su sonrisa tranquilizó al mayor, empezando a dejarle caricias por sus mejillas aprovechando la situación-. Creemos que... podemos volver a ser amigos, hasta quedamos el miércoles para ir a la tienda de electrodomésticos.
-Bueno, me alegro que lo hayáis arreglado, pero la próxima vez envíame un mensaje o algo, te esperé hasta ahora por si acaso.
-Vale vale, te avisaré.
El mayor no pudo evitar reír, acercándose para juntar las puntas de sus narices con delicadeza mientras sentía el agradable cosquilleo de las manos del menor acariciando su nuca.
En efecto, se preocupó por nada. Todo seguía siendo como siempre, perfecto.
Faltan 4
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Luz de luna// Fargexby
RomanceDavid tan solo era un chico vacío y sin vida, viviendo sin tener emociones o sueños. Al menos así era hasta aquella noche, donde vio a aquel chico sentado a su lado bajo la luz de la luna. °Esta obra es ficción, utilizo a sus personajes, no a los yo...