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El ruido de las olas del mar chocando contra la orilla de la playa relajaba a cualquiera, sobre todo por el lejano canto de las gaviotas y el color amarillo cristalino del agua por el atardecer. Una escena diga de película.

-¡DAVID, PARA, SUÉLTAME, NO QUIERO!

Bueno, quitando los gritos.

-Vamos Ales, el verano casi acaba, hay que aprovechar el momento.

-¡QUE NO, COÑO!

El moreno ignoró los gritos constantes del menor, adentrándose al mar para, seguidamente, soltar al menor para que cayera. Fueron los dos minutos más cansinos de todo el día, pero valió la pena cargan al menor para adentrarle en el agua.

Alejandro sacó la cabeza del agua mientras tosía, tirando al mayor del brazo para que también se mojara entero. Se miraron por unos segundos, terminando en grandes carcajadas al cabo de unos segundos.

Salieron del agua al cabo de una media hora, cuando el viento empezó a soplar con algo más de frescura. David envolvió al menor en su toalla de Star Wars al llegar al sitio donde colocaron sus toallas y mochilas, secando el cabello azabache con una toallita que trajo para secar el pelo.

-David, sécate primero, te vas a enfermar.- el nombrado negó con la cabeza, obligando al menor a sentarse.

-Cuando estés seco, tú vas primero que nada.- sonrió medio divertido al ver las mejillas del contrario teñirse de un casi sutil rojo, sacando una toalla marrón para secarse.

-Eres idiota, macho.

Ambos se miraron, sonriendo ante el recuerdo de todos los acontecimientos de ese día. Estaba a punto de acabar agosto, por lo que decidieron ir juntos a la playa para disfrutar unos días de vacaciones solitarias, enviando mensajes y fotos constantemente a sus amigos y a la madre de Alejandro.

El mayor se acercó al contrario, haciendo que unas gotas salpicaran el aire por su cabello mojado recientemente, sonriendo ampliamente. Agarró sus manos con la del menor, pegando ambas frentes con cuidado.

Se quedó admirando las fracciones del rostro de Alejandro, resaltado aún más por los naranja claro del atardecer. Ninguno dijo nada, solo se fueron acercando poco a poco, respiración contra respiración.

El corazón de David empezó a latir con rapidez, sintiendo su pulso acelerado al estar a pocos centímetros de los labios del menor. Se quedó congelado, a lo mejor aún era muy pronto, a lo mejor debería esperar un poco más para dar ese paso.

Miró a Alejandro a los ojos, el cuál brillaban especialmente más que otras veces. Vio los labios ajenos, frunciendo levemente el ceño mientras sonreía divertido.

-¿Vas a besarme o tendré que hacerlo yo?

Fue un simple susurro, uno que hizo estremecer al mayor. Simplemente asintió, cerrando los ojos mientras terminaba la distancia entre ellos, uniendo sus labios mientras entrelazaban sus dedos.

No quisieron ir demasiado lejos, disfrutando de la inocente presión de labios. Era genial, una sensación electrizante que les recorrió la columna vertebral. Para David fue especial por ser diferente a sus otros primeros besos, mientras que para Alejandro fue nuevo por la falta de rapidez que había. Simplemente perfecto.

Una vez se separaron se miraron a los ojos, riendo nerviosos mientras sus mejillas se sonrojaban. Un fugaz beso en la mejilla fue a parar en la mejilla del menor, ahora riendo con claridad.

Se alegraba de hacer aceptado ir con él a la playa.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora