.39.

665 138 38
                                    

Una semana, tan solo tuvo que esperar una semana entera para que ese ansiado día llegase. El día donde hace exactamente un año vio por primera vez al azabache, cuando se conocieron en el banco del parque. Iba a ser un día donde iba a dar el cien por cien de sí mismo, demostrar de la importancia que tenía el menor en su vida, simplemente un día de ensueño.

Y tuvo que venir una gripe para destruirle los planes.

-David, deja de moverte de una vez- el nombrado soltó un quejido como respuesta, cerrando los ojos cuando la fría toallita de secarse las manos se posó en un frente, haciendo su labor de bajarle un poco la fiebre-. Quédate así un rato, mi madre solía dar la vuelta cada diez minutos, ya verás que luego te sentirás de puta madre.

El moreno soltó una suave risa junto con el menor, abriendo los ojos levemente. Ahí estaba él, tumbado en la cama mientras el ojiazul le cuidaba. Maldito sistema inmunológico inútil.

-Lo siento Ales, hoy se suponía que...

-Tío, tranquilo, no pasa nada salir hoy que dentro de unos días- le regaló esa sonrisa que era capaz de hacer que su día se arreglara completamente-. Cuando dejes de ser una fábrica de mocos iremos a donde querías ir, pero por ahora descansa.

El mayor no tuvo más remedio que asentir, sintiendo su mano rodear la ajena en un pequeño apretón. Le sabía mal que Alejandro tuviera que haber venido a su casa para cuidarle, recibiendo siempre la respuesta de 'no pasa nada, enserio'. Pero, para ser sinceros, le gustaba tener la atención del azabache, le gustaba que se preocupara por él, no se sentía tan... solo, podría decirse.

Alejandro suspiró, cambiando de lado la toalla cuando pasaron los diez minutos.

-A ver si así aprendes a no hacer caso a los retos estúpidos de Raúl.

-Técnicamente me empujó a la piscina, así que no cuenta como reto.

-Eres idiota.

El azabache se acercó al rostro ajeno, dejando un pequeño beso en su mejilla mientras sonreía, mirándole fijamente.

-Muy bien, ahora a mimir.

-Two mimir- ambos soltaron una risa, aprovechando el momento de cercanía para juntar sus narices-, pero hay un problema, necesito que te quedes.

-Te recuerdo que aún faltan tres meses para que cumpla la mayoría de edad.

-Pero Ales, ¿cómo piensas esas cosas de mí? Cochino- se hizo el ofendido de una forma demasiado dramática, entrelazando sus dedos con la mano ajena-. Venga, soy feliz si te quedas.

-No me esperaba que fueras tan cursi, tío.

-Soy una caja llena de sorpresas.

Alejandro negó con la cabeza, apartándose para apartar la manta que cubría al mayor. Se hicieron hueco, quedando ambos tumbados en la cómoda cama del contrario, abrazándose como ya tantas noches habían hecho.

-¿Quieres que te traiga algo antes de dormir?- Alejandro cerró cansado los ojos, sintiendo la cabeza de David apoyada sobre su pecho.

-No, estoy bien.- fue un simple susurro, pero fue suficiente para que el menor le escuchara. Sí, le dolía la cabeza y se sentía hecho una mierda, pero las caricias de la mano del azabache acariciando su pelo eran únicamente su mejor remedio, el medicamento que no se cansaría de tomar para sentir ese calor agradable que le recorría todo el cuerpo. Ya lo había sentido otras veces, pero esta era especial.

Al final ambos cayeron rendidos al sueño.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora