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Otra vez le volvía esa sensación, la ansiedad reinando libremente por su cuerpo y los nervios siendo prácticamente los dueños de su mente. Sus manos sudaban, y su respiración aumentó considerablemente, haciendo todo lo posible por verse tranquilo.

Su corazón latía a mil por hora, casi lograba escuchar el constante ruido de los latidos de su corazón golpeando fuertemente contra su pecho, el cosquilleo constante en su estómago y la sensación de sequedad en su garganta. David nunca se sintió tan nervioso como ahora.

Ahí estaba él, el azabache de orbes azules y piel clara, cruzado de brazos mientras le miraba fijamente. Ese toque de seriedad y mala hostia que encajaba con su amabilidad y delicadeza describían su personalidad, una personalidad con mucho carácter.

-Adelante, habla.

Alex intentó no ser agresivo, David le dolió como una apuñalada en el pecho.

-Primero, gracias por querer quedar a hablar, pensé que no me querrías ver ni en pintura, pero tú-

-David, ve al grano por favor, me estoy congelando hasta las pestañas.

El moreno se calló enseguida, asintiendo mientras tosía levemente para aclarar su garganta. No podía cagarla ahora, solo debía explicarle al menor lo que sucedió en la fiesta y punto.

-Ales, lo que viste en el baño no fue lo que parece. Sí, Guille me besó, pero no en el contexto que te imaginas.

-¿Tú le besaste a él?- el mayor abrió los ojos, negando rápidamente con la cabeza a la vez que balbuceaba sin sentido alguno. El azabache tuvo que morderse la lengua para no reír.

-Nonononono, fue él quien me besó, pero no me besó queriendo. Es decir, sí pero no, había bebido mucho y no pensaba con claridad, y cuando pasó eso no reaccioné a tiempo para apartarme. No quería, hemos hablado del tema y nosotros somos amigos normales, sin derechos ni nada por el estilo. Sol-

-David, es suficiente- como si fuera una orden el moreno se calló en el acto, mirando atentamente al de piel blanca mientras sentía su pecho subir y bajar con rapidez por los nervios. Los fríos ojos de Alejandro le helaron la sangre, al menos hasta que Alejandro estalló en carcajadas. David ladeó confuso la cabeza, esperando una explicación-. Guille ya me contó lo que pasó cuando vine ayer, no necesitas explicarme nada.

-Pero... tú...- el azabache negó con la cabeza, acercándose para rozar la punta de sus dedos en la mano ajena, como una invitación.

David no dudó ni un segundo en llevar su mano a la ajena, envolviendo esta con cuidado. Se miraron las manos unos segundos antes de volver a mirarse, esta vez sonriendo entre ellos.

-Lo siento, no podía resistirme a esta oportunidad- soltó una pequeña risa al ver el ceño fruncido del mayor, mirando al suelo-. Y... también siento lo que hice, debí haberte escuchado en vez de simplemente huir como un crío. No fue muy maduro de mi parte.

-¿Sabes? Yo lo veo normal, es normal querer huir de las cosas que nos dan miedo- David soltó un suspiró, acercándose aún más hasta que no hubo espacio entre ellos, abrazando con algo de miedo al menor-. Ales, prometo no volver a dejar que nada nos asuste, a no dejarte solo nunca. Si, ojalá que no, llegase el día en que dejamos de sentir 'esto' simplemente sentémonos a hablarlo, como hice con Guillermo. Sinceramente, no me gustaría perderte.

El silencio le hizo temer por unos segundos, pero al sentir cómo le devolvía el abrazo le relajó, apoyando su mejilla izquierda en la suave cabellera azabache.

No supo perfectamente lo que acababa de pasar, pero al menos supo que acabó bien, y era lo único que le importaba.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora