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Cuando Alejandro era pequeño era totalmente diferente a lo que es actualmente. Era tímido por su tamaño pequeño en comparación a otros niños y niñas, reservado por sus gustos diferentes, el preferir ver películas 'para niñas' como Hércules o cualquiera de Disney en vez de ver los dibujos del momento, solitario por preferir Star Wars antes que a Harry Potter o Jurassic Park.

Simplemente era... diferente.

Todo lo que decía estaba mal, por eso acabó teniendo la costumbre de ser callado. No le pegaban ni acosaban, pero sí le hacían el vacío cuando intentaba socializar, y eso le dolía.

Todo eso cambió cuando entró al instituto junto con su amigo de la infancia Samuel De Luque, ya que su amigo ojimorado estaba ahí para él y defenderle cuando escuchaba rumores sobre él, como el abandono de su padre o su actitud tan 'pesimista'. Dejaron de hacerlo por las amenazas de Samuel, un adolescente que imponía respeto.

El depender de un amigo de esa manera solo le hizo sentirse peor.

Pero todo eso cambió a los 14 años, cuando Samuel le invitó a ir con él y unos amigos a un bar. Mirada baja, morderse la lengua y simplemente asentir. Eso era todo lo que debía hacer, apartándose cuando esos cuatro chicos empezaron a hablar.

Eso no duró mucho, ya que un radiante castaño fue hasta donde estaba, mostrando una sonrisa sincera mientras le agarraba con suavidad la muñeca, llevándolo hasta ellos.

-Vamos Alexbitas, te estás perdiendo el mejor debate sobre galletas del mundo.

-¿Alex... bitas?

-Yes, todos mis amigos tienen un mote personalizado, ese es el tuyo.

Amigos.

Esa noche cambió lo que era antes a lo que es a día de hoy.

Empezó a ser más expresivo, sin importarle la opinión de los demás y simplemente ser él mismo, como sus amigos le enseñaron a hacer. Era él mismo cuando quedaba en casa de Rubén a cantar a viva voz junto con Miguel Ángel, al igual que cuando Borja le acompañaba a la piscina pública en verano para perfeccionar su estilo de nado, o cuando quedaba con Samuel y Guillermo para echar unas partidas al FIFA. También era él mismo cuando estaba con Frank, expresándose como un libro abierto.

A lo mejor por eso David le llamó la atención.

Sentía un hormigueo en su pecho cuando estaba con él, su corazón latir levemente más rápido con cada día que quedaba con él, sus manos sudar cuando empezaron ese juego de 'ligoteo' entre amigos, pero ahora ya no era un juego.

David y él se gustaban, y eso le hacía sentirse como flotando en una nube, cerrando los ojos mientras sonreía al recordar el tacto de sus manos entrelazadas.

Volvía a ser un estúpido adolescente enamorado, y le gustaba la sensación, para qué negarlo.

-¿En qué tanto piensas?- el azabache abrió los ojos al escuchar la voz del mayor, mirando hacia arriba para encontrarse la cara de David a unos centímetros de distancia- ¿Será acaso en mí?

-Sigue soñando- ambos rieron, acomodándose en sus sitios. Alejandro estaba sentado en el suelo, teniendo su espalda apoyada en la cama del mayor, ya que estaban en su cuarto, y David permanecía sentado encima de esta, justo detrás de Alejandro para ver el nuevo libro que le regaló su amigo Borja-. Intentaba entender el argumento este, es una mierda.

-Pero bueno, esa boca.

-Deja de copiar a Samuel, tío.

El mayor negó divertido, acercándose al rostro ajeno para besar su frente.

Le encantaba la sensación de calidez que le llenaba cuando estaba con él.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora