No quería abrir los ojos, quería quedarse en ese momento por toda la vida. Sentado en su banco, con los ojos cerrador mientras el frío viento de inicios de noviembre le acariciaba suavemente el rostro, despeinándolo levemente. Simplemente ahí, sin pensar en nada.
No quería recordar los sucesos de ayer, ni del inmenso dolor de toda la mañana y la tarde de aquel día, ni siquiera quería recordar el hambre que tenía por no haber comido nada desde ayer. El nudo de su garganta y estómago le impedían comer, por lo que decidió salir a tomar el aire y dejar un poco el drama en su casa. Simplemente olvidarlo todo, eso es lo que quería.
El sonido de alguien sentándose a su lado le hizo abrir los ojos, logrando ver una cabellera albina por el rabillo del ojo. No dijo nada, simplemente miró al lago en su frente.
-¿Cuántos puñetazos debo dejar que me des para que me perdones?- la voz de Guillermo le pilló de sorpresa, pero aún así se mantuvo serio.
-Demasiados como para contarlos- el contrario suspiró, acomodándose en el banco-. ¿Qué haces aquí?
-Samuel me ha contado lo que pasó ayer- Guillermo suspiró, pasando sus manos por su rostro-. Alex tío, lo siento, no debí beber tanto.
El azabache apretó los labios al escuchar eso, no tenía ganas de hablar del tema justamente ahora.
-Me topé antes con David- el de ojos rasgados vio divertido cómo el menor alzaba levemente la cabeza, prestando atención-. Me pidió que te preguntase por ti. ¿Cómo estás?
-Como la mierda.
El de abrigo verde suspiró, teniéndole la chaqueta que se dejó en casa de su amigo.
-Alex, sabes que entre David y yo solo hay una amistad- el albino tragó nervioso saliva, debía arreglar lo que hizo-. Ayer bebí demasiado y me comporté como un gilipollas, pero únicamente fue eso, efectos del alcohol. Lo dejamos por algo.
-Los antiguos amores pueden volver, Guille.
Cerró los ojos, quería dormir y estar toda la puñetera eternidad durmiendo, ignorando todo a su alrededor.
-Alejandro, ¿has visto cómo te mira? Nunca ha visto a alguien con tanta adoración como lo hace contigo- otra vez abrió los ojos, mirando atento al contrario ante esa repentina frase-. Cuando estáis juntos parece el tío que conocí hace once años, el idiota bromista que se ríe de todo, el que no se calla ni aunque le estés ahorcando con el cable del cargador del móvil. ¿No ves cómo sonríe cuando te ve, o cómo siempre está hablando de ti? Se nota que lo que siente contigo es mucho más fuerte de lo que pudo haber sentido por mí, no quiero que se estropee lo que tenéis por un descuido de mi yo borracho.
Alejandro se quedó en silencio, jugando con sus manos al intentar expresarse como quería. Se sintió extraño, por una parte estaba feliz y avergonzado por esas palabras, pero al mismo tiempo se sentía mal, muy mal. No entendía.
-¿Te dolió cuando lo dejasteis?- se atrevió a preguntar por fin.
Guillermo suspiró, ahora mirando fijamente al lago.
-Al principio sí, me dolió demasiado esa respuesta, pero no quería que David tuviera una relación por lástima- alzó la mirada para ver al cielo, sonriendo nostálgico-. Alejandro, contigo es auténtico, así que por favor, dale una oportunidad de hablar contigo.
Deseaba negarse, soltar algún insulto al aire y salir corriendo, encerrarse un poco más en sí mismo, pero los recuerdos de los besos y abrazos de David le hicieron quedarse.
-Puede que... tengas razón.
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Luz de luna// Fargexby
RomanceDavid tan solo era un chico vacío y sin vida, viviendo sin tener emociones o sueños. Al menos así era hasta aquella noche, donde vio a aquel chico sentado a su lado bajo la luz de la luna. °Esta obra es ficción, utilizo a sus personajes, no a los yo...