-La luna va por el agua. ¿Cómo está el cielo tranquilo? Va segando lentamente el temblor viejo del río, mientras que una rama joven la toma por espejito.
El de ojos azules se giró al escuchar aquella frase en mitad del silencio que llevaba rodeándolos desde hace quince minutos, sonriendo divertido al ver la cara del mayor mirando maravillado la luna llena.
-¿Y esa frase de repente?
El mayor se giró para ver al contrario, subiendo desinteresado los hombros ante la divertida miraba de Alejandro.
-No lo sé, me acordé de repente de ese poema al mirar al lago. La lluvia de ayer destrozó varias ramas de los árboles cercanos.
-Cierto- el azabache dio una rápida mirada a su alrededor, observando los restos de ramas rotas y hojas destrozadas tirados por el suelo. La lluvia vino acompañada de fuertes ráfagas de viento que no tardaron en causar leves destrozos por la ciudad-. ¿De quién era el poema?
-Era de Lorca, me lo tuve que estudiar bastante en la Universidad.
-Vaya, saliste todo un hombre culto y experimental.
-Supongo, no negaré que me gusta leer poemas de vez en cuando.
Alejandro soltó una risita ante eso, volviendo a mirar a la enorme luna llena que se alzaba en el cielo nocturno. Su mano izquierda estaba entrelazada con la del mayor, sintiendo la calidez que desprendía su mano. El simple tacto de los dedos contrarios ya le hacía sentir ese sentimiento de hormigueo en todo su estómago, expandiéndose lentamente por todo su cuerpo hasta dejarle en un estado de tranquilidad que, a día de hoy, seguía sin saber cómo ocurría.
Era en esos momentos donde estando en la tranquilidad de su burbuja perfecta agradecía ese día, el día que conoció a David. Sí, tal vez el motivo para ir al parque no fue el mejor de todos, y tal vez no tuvo un camino de rosas desde entonces, pero había llegado a este punto del camino y lo agradecía con todo su corazón. Tenía amigos que nunca cambiaría por nada, una persona que siempre estaría a su lado apoyándole, una madre cariñosa y colegas con los que podía contar. ¿Qué más necesitaba?
Nada, esa era la respuesta.
Cerró los ojos para disfrutar de esa sensación de felicidad, esperando que durara por mucho tiempo más.
-¿Sabes algo curioso?- la voz del moreno le hizo abrir los ojos casi de inmediato, volteándose para ver su cara sonriente- La luna ha sido nuestra confidente.
-¿Qué?
-Sí, piénsalo. Cuando nos conocimos había luna llena, y cada vez que hacíamos algo importante ahí estaba ella mirándonos. Creo que es nuestra fan número uno y se encargaba de llevarnos juntos.
Ambos soltaron una risa ante eso, mirándose a los ojos.
-Hombre, visto de ese modo puedes tener razón.
-¿Puedo? La tengo.
-Claro tío, lo que digas.
David sonrió divertido ante eso, abrazando al menor cuando dijo eso. No pudo reprimir la risa que le salió ante la sensación de rodear el cuerpo ajeno con sus brazos y disfrutar de su calor y suavidad, contagiando al menor con ella.
Eran un par de tontos enamorados, pero así les gustaba estar, únicos en su pequeño mundo digno de universo de Disney. Solo ellos, únicamente su felicidad, solamente su mundo, su perfecto y maravilloso mundo feliz donde lo único grave en su relación eran las pequeñas y típicas peleas de pareja.
Querían ese mundo para siempre.
Pero nada es eterno, ¿no?
Faltan 2
Viva la Inquisición y las referencias.

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Luz de luna// Fargexby
RomansaDavid tan solo era un chico vacío y sin vida, viviendo sin tener emociones o sueños. Al menos así era hasta aquella noche, donde vio a aquel chico sentado a su lado bajo la luz de la luna. °Esta obra es ficción, utilizo a sus personajes, no a los yo...