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-Tío, aún no me puedo creer la gilipollez que hizo Guille anoche.

-Bueno, la parte buena es que no salió nadie herido.

El mayor subió los hombros mientras daba un sorbo a su café con leche, mirando hacia arriba para admirar el estrellado cielo nocturno con esa hermosa luna llena en lo alto, volviendo a pasar la noche en aquel banco en el parque.

-Ya, pero la vergüenza que nos hizo pasar no tiene perdón.- el azabache suspiró fastidiado, mordiendo la palmerita que compró hace apenas unos minutos, mirando el reflejo de la luna en el agua del lago.

David sonrió ante ese comentario, ese era el Alejandro que conocía, el Alejandro con esa manera tan sincera y expresiva de hablar, con aquel brillo en los ojos que demostraba la emoción que sentía ante cualquier cosa, pegándole al mayor esa energía e interés que siempre mostraba.

Ese sí era su Alex, no el de hace una semana.

Guillermo tuvo su regaño por parte de Samuel y Borja, diciéndoles lo idiota que fue al empezar una pelea. Todos sabían los motivos por los que lo hizo, el grupo estaba de acuerdo en que no verían de la misma forma al famoso Frank, el cuál intentó pasar del tema y hacer como si nada hubiera pasado, burlándose del menor en su cara. Eso fue lo que detonó la bomba en el albino.

David no era de violencia al menos que le llevaran al extremo, por eso decidió que lo mejor sería salir de allí con Alex. Odiaba verle ausente, como si lo único que quedara fuera una cáscara vacía que se dejaba manipular a voluntad. Ahora mismo tenía enfrente al ojiazul que le encantaba hablar durante horas sin callarse, expresar todo lo que sentía sin miramientos y a la cara, como ahora sucedía.

-David, ¿estás bien?

-Claro Alesby, ¿por qué preguntas?

-Te quedaste mirando al infinito durante varios segundos.

-Es que intentaba encontrar el final de mi amor por ti, uno infinito.

Ambos empezaron a reír por el 'ligoteo', sintiendo sus corazones latir con intensidad tras eso. Tan solo estaban ellos, el ruido de algunos grillos de fondo y las estrellas y la luna como sus fieles testigos, su ambiente. Se sentían relajados, disfrutando de la calma del momento entre ambos.

-Oye David, ¿puedo contarte una cosa si prometes no decírselo a nadie?

-Claro que sí, sabes que puedes confiar en mí.

El menor suspiró pesadamente, cerrando los ojos.

-He quedado con Frank mañana.

El moreno escupió el café que estaba bajando por su garganta, tosiendo un par de veces a la par que miraba al menor.

-¿Qué?

-Hablé con él esta tarde, y acordamos quedar mañana a las cinco para hablar sobre... bueno, lo nuestro.

-¿Estás seguro de esto?

-Tranquilo- el azabache le sonrió mientras abría los ojos, intentando calmarle-. Quedamos en mi casa, y mañana mi madre tiene el día libre, estará allí por si acaso.

Los labios del mayor hicieron un gesto de desagrado, entrecerrando los ojos. No iba a replicar, no tenía el derecho. Era decisión del menor, y si esa era su respuesta la aceptaría, estando a su lado para ayudarle.

-Buena suerte mañana, tío.

-Gracias- soltó una pequeña risa, sintiendo sus músculos relajarse. Volvió a mirar al frente, observando el brillar de la luna en medio de aquel cielo oscuro.

Su mano izquierda fue apretada por la mano derecha del mayor, apretando esta con fuerza para transmitirle confianza y fuerza. Ambos sonrieron, dejando pasar el tiempo mientras se apoyaban.

Eso era lo que hacían los mejores amigos.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora