▹ 𝒄𝒐𝒏𝒄𝒖𝒑𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒆

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» Capítulo narrado por YoonGi.

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"Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por su propia concupiscencia, que lo atrae y lo seduce."

Era lo que escuchaba predicar al pastor de la iglesia a la que asistía cada domingo y por primera vez, le prestaba toda mi atención.

Concupiscencia... esa palabra se refería a los malos deseos, pensamientos perversos y corazón pecaminoso. Nuestra propia concupiscencia nos atrapa, llevándonos a la perdición.

¿Qué haces para alejarte del pecado? Pues involucrarte en la religión, acercarte a Dios, ir a la iglesia; irónicamente esa era la fuente de mi concupiscencia. Tal vez no lo era la religión como tal, pero supongo que tiene que ver.

Recuerdo cuando mi madre, al verme en rebeldía, me obligó a vestirme "decentemente" un domingo en la mañana. Esa fue la primera vez desde hace mucho tiempo que asistía a un templo. Veía a la gente cantar, aplaudir y los escuchaba exclamar de vez en cuando la palabra "Amén".

Para mí era tedioso e incluso ridículo, yo realmente no tenía nada que hacer en un sitio como ese. Pero cuando la vi, ocurrió algo muy extraño. Por primera vez comencé a creer que eso de los ángeles era cierto, porque ella parecía uno y no, no exagero.

Tuve un enorme deseo de hablar con ella la primera vez que la vi, pero no pude. Así fue que comencé a asistir todos los domingos sin renegar, esperando poder hablarle sin parecer idiota. No pasó mucho tiempo cuando supe que ella era la hija del pastor de esa iglesia; eso bajó mis esperanzas.

Ella sólo me saludaba como a cualquier otra persona, pero una vez me atreví a sacar una conversación sobre cualquier cosa; yo sólo quería conocerla.

—¿Por qué no vienes a las reuniones de los jóvenes? Son los viernes—Fue lo que me dijo con su característica sonrisa. Yo sólo le sonreí y me despedí.

No podía creer que para el día viernes yo ya estaba listo para ir a la iglesia de nuevo. Me sentía tonto, ridículo, pero quería llamar su atención. ¿Por qué una chica así? Yo qué sé. Desde ese día, al que asistí a la reunión juvenil, ella comenzó a hablarme más.

Su forma de hablar era suave, educada y limpia; todo lo contrario a mí. Realmente yo ya comenzaba a caer en cuenta de que no podría suceder nada entre nosotros. Pero no me fijaba en que todo eso se trataba de una máscara.

Al ser la hija de un pastor religioso, ella debía comportarse como la cosa más delicada y perfecta; sin mancha ni pecado. Yo veía que esa chica amaba lo que hacía, pero algo la ataba y era eso, el que creía que siempre debía ser una perfección andante. Me sorprendió saber todas las prohibiciones que tenía ella y todo el reglamento que debía seguir para ser ejemplar. Su miedo a hacer algo mal era enorme, casi creía que el equivocarse te llevaba a la muerte.

—¿Y entonces? ¿Si te llega a gustar algún chico no puedes tener novio?

—No, Yoongi. Mi padre me mataría, dice que no debo tener novio hasta que vaya a casarme—Me respondió—Es doloroso que me guste alguien y que no pueda tener nada con esa persona.

—¿Te ha gustado alguien alguna vez?—Pregunté. Ella por un momento se quedó mirándome, pero no dijo nada, sólo se acercó más a mí y depositó un beso en mi mejilla. Fue un acto tan inocente que me hizo volver loco. A los segundos, junté mis labios con los suyos, tomándola desprevenida y olvidándome de que estábamos en un templo. No me importaba si llegaba algún diácono o el pastor mismo, pero ella sí tenía miedo todavía.

Mi corazón estaba hecho un desastre. Latía tanto por una chica pura, y se desesperaba por ver sus inocentes reacciones. Realmente deseaba tener algo con ella, deseaba abrazarla y besarla; la deseaba.

Ahí fue que todo se descontroló. Yo sólo podía imaginarme quitándole su inocencia, acariciando cada rincón de su ser y viendo lo que nadie había podido ver. Pero sólo Dios era el que sabía mis pensamientos, era el único que conocía mis concupiscencias.

Yo me conformaba con recibir sus tímidos besos, pero me asustaba pensar que algún día yo podría perder el control. Y bueno, sí sucedió.

Ese día en el que nos quedamos peligrosamente solos en mi casa, fue el día en que nos perdimos. Su hermosa sonrisa estaba en su rostro y su vergüenza se iba disipando, permitiéndome hacer lo que yo deseara. Las reglas, las leyes y los mandamientos quedaron en el olvido cuando la ropa comenzaba a desaparecer.  Mis sucios sentimientos estaban saliendo a flote mientras ella decía mi nombre débilmente. Sentía mi sangre hirviendo por el placer y mi mente dar tantas vueltas al sentir su piel rozar con la mía. Estaba por fin satisfecho, profanando a un ángel sagrado.

Nuestras concupiscencias nos atrajeron y nos terminaron seduciendo peligrosamente, trazando lo que probablemente era un camino a la perdición.

Nuestras concupiscencias nos atrajeron y nos terminaron seduciendo peligrosamente, trazando lo que probablemente era un camino a la perdición

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𝐑𝐄𝐀𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 ▹ Min Yoon Gi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora