Capítulo 3

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Esa voz como olvidarla, si esa voz es la de mi mejor amiga

—¡Zaira!.—grité, dejé de guardar la ropa.

—¡Alicia!.—casi gritó, corrí para abrazarla, la había extrañado muchísimo.

—Creí que ya no te vería, se me hizo super raro no verte, hasta creí que te habías cambiado de escuela.—le dije después de abrazarla.

—Obvio no, aún no te librarás de mi amiga.

—Ni quien quiera librarse de ti, la vida sería más aburrida si no te tuviera.

—Lo sé, suelo causar esa sensación en la gente.—le di un leve golpe el su hombro y comenzamos a reír, como había extrañado a esta niña.

—Bueno Alicia, dime cuál es mi cama que estoy exhausta.

—Puedes elegir, aún no llega nuestra otra compañera.—me encogí de hombros restandole importancia.

—En ese caso escojo la parte de arriba de la litera ya que tú me ganaste la cama individual.—me sacó la lengua y yo solo rodé los ojos.

—No me culpes por llegar primero.—también le saqué la lengua y ahora la que rodó los ojos fue ella.

—Somos unas infantiles.

—Lo sé, lo sé pero así nos quieren—estallamos en risa.

—Bueno, bueno ya, ¿dime por qué no habías llegado?

Zaira suspiró.

—Se me hizo tarde, no encontraba el par de mis converse y sabes que yo no salgo sin ellos.—puso una cara dramática y se dejó caer en mi cama.

Reí.—¿Así qué fue eso?.—asintió con la cabeza.

—Mientras tú buscabas tu adorado converse yo estoy chocando con dos chavos.—suspiré al recordar lo ocurrido y me deje caer a su lado.

—¡¿Chocaste con dos chavos?!, estos tienes que contarmelo.—se incorporó para verme mejor y me jaló para que yo hiciera lo mismo.

Una vez estando sentadas las dos, me quedé pensando en los dos momentos en los que había chocado, por Dios que pena, escuche la voz de Zaira sacandome de mis pensamientos.

—¿Y bien Alicia? ¿me contarás?

Suspiré.

—Iba distraída ya sabes que eso nunca me pasa.—la miré y ella enarcó una ceja.—Entonces cuando iba a dar la vuelta en el pasillo choque con el chavo nuevo y...—me interrumpió.

—¿Es guapo?.—preguntó intrigada.

—Sí, sí es guapo. ¿Puedo continuar?.—asintió.—Y bueno para evitar que cayera al piso sus manos me detuvieron, después de presentarnos y de ir al salón a dejar nuestras cosas fuimos al comedor para matar el tiempo que nos quedamos sin hacer nada y...—me volvió a interrumpir.

—Espera, ¿Cómo se llama?

—José.

—Umm lindo nombre, prosigue.

—Cuando acabamos de conversar en la cafetería nos dirigimos al salón y como no te vi ahí me puse algo nerviosa, entonces cuando abrió la puerta entre yo primero chocando con Luis, y para el colmo...—me volvió a interrumpir, rodé los ojos.

—¿Te caiste al piso?.

—Si me dejaras contarte todo sabrías si mi amor por el piso se hizo presente o no.

—Esta bien, está bien, sigue.

—No caí al piso y antes de que interrumpas, sí, sí me sostuvo José por desgracia, la vergüenza me gano y casi me fui corriendo a mi lugar después de haber escuchado un lo siento de Luis.—está vez yo la dejé interrumpirme.

Un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora